Reglamentos defiende a un vividor del comercio ambulante

Una pandilla de crápulas, siniestros y patibularios sujetos de muy mala catadura que se dedican al comercio ambulante, comandados por un sujeto que responde al nombre de Pablo Manzanares, mismos que desde hace dos administraciones se han beneficiado con el comercio ilícito, solapados primeramente por Noé Nogueda Alba, y posteriormente por Miguel Flores Navarrete, amenazaron a Silvia Cabrera Aguilar y a tres personas más, porque ya no quieren trabajar para ellos en sus ‘‘negocios’’ que tienen en Ixtapa, en la playa El Palmar frente al restauran-bar ‘‘Carlos & Charles’’.
Dijo doña Silvia que ella y otras personas más prestaban sus servicios al público como masajistas en unos toldos que regentea este tipo de muy mala catadura, pero debido a los malos tratos, explotación y hostigamiento del que han sido objeto por parte de éste tipo vulgar y embustero, decidieron independizarse para que ya no las siguiera explotando el tipo, que además de aprovechado es un baquetón.
Pero poco les duró el gusto, ya que más tardaron en levantar su toldo para ponerse a trabajar por su cuenta, que en caerles ‘‘reglamentos’’, al mando de un individuo al que apodan ‘‘El Velorio’’, quien les manifestó que ellas no se podían poner en ese lugar, porque daban mal aspecto, por lo que sospechan que el tal ‘‘velorio’’ vela por los intereses de la pandilla encabezada por Pablo Manzanares, a quien le solapan sus triquiñuelas, ya que se hacen de la vista gorda con los toldos que regentea el funesto y haragán vividor del comercio ambulante.
Por lo cual aseguran que los de ‘‘reglamentos’’ reciben de la mandarina un gajo, motivo por el cual se entrevistarán todos los afectados con Ana Lilia Jiménez Rumbo, Elba González Negrete y José María Morelos Martínez, regidores de la comuna porteña quienes forman una comisión para asuntos relacionados con el ambulantaje.
Reveló doña Silvia Cabrera, que desde hace más de un año la despidió el lángaro y ladino de su ex-patrón, porque no hacía caso a sus propuestas indecorosas, y por temor a que algo le hiciera el mojiganga y zopenco rufián, ya que como siempre anda sola y está de buen ver, quería aprovecharse de ella y diariamente se la pasaba mirándola con ojos libidinosos y con las manos en los bolsillos de su mugrosos short, haciendo movimientos sospechosos como jugando con algo que se movía.
Finalmente, explicó la querellante que ella y las tres personas más que sufrieron hostigamiento por parte del libidinoso individuo, están dispuestas a pagar sus respectivos impuestos, pero que las dejen trabajar aunque sea en un toldo, implorando que los de reglamentos ya no les den más larga al asunto.

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