El secuestro y sus alcances

Por Itzel Tamayo Liceaga

El secuestro en nuestro país se ha convertido en un gran negocio para los delincuentes, prueba de ello es el segundo lugar que ocupa México a nivel mundial en secuestros, únicamente superado por Colombia. Actualmente se han registrado 400 bandas de secuestradores en nuestro país, sin embargo no se toman las medidas necesarias para dar fin a este problema. La mayoría de las personas creemos que las víctimas del secuestro son únicamente aquellas que pertenecen a la clase social alta, pero en realidad este estereotipo ha quedado en el pasado. Hoy en día,  las bandas de secuestradores no escatiman y cualquier persona corre el riesgo de convertirse en el siguiente blanco.
En ocasiones nos enteramos de secuestros ocurridos a personas conocidas y el miedo nos invade, pero  pensamos que estamos muy lejos de enfrentarnos a ese peligro. En realidad, yo pensaba de la misma manera hasta que desafortunadamente me tocó vivir esta experiencia y fue entonces cuando tanto mi familia como yo nos dimos cuenta de que no existe algo que te excluya de este peligro. Es por esto que considero debemos de ser más cuidadosos en todos los aspectos, en las personas con las que convivimos y los lugares que frecuentamos, por supuesto que no significa quedarse encerrado para siempre debido al temor a correr peligro, únicamente hay que estar alerta de las cosas que suceden a nuestro alrededor y de esta manera podemos mantenernos informados y evitar una muy mala experiencia que no solamente afecta a la persona que sufrió el secuestro sino a todos los que lo rodean.
El precio del secuestro es muy alto y no solo me refiero a la cantidad que te piden para el rescate o a los gastos de las investigaciones para dar con los culpables, sino a la desestabilidad emocional que esto trae consigo. El privar a un ser querido de su familia genera terror en todos los miembros que la integran, terror al pensar siquiera en la remota posibilidad de no volver a ver al ser querido y un trauma mucho mayor para la persona secuestrada. El otro problema principal es que no se sabe a quien acudir cuando se vive una situación como esta, uno nunca sabe que decisión es la correcta. Si se busca la ayuda de la policía puede ser que resulte perjudicial ya que los secuestradores pueden sentirse presionados y la víctima puede sufrir daños, en otros casos la policía puede estar inmiscuida y por lo mismo no realizan las investigaciones necesarias para resolver el crimen. La industria del secuestro está integrada por conocidos, familiares de las víctimas y hasta policías que conforman células dedicadas a esta actividad y facturan alrededor de 900 millones de dólares anuales.
En los últimos cuatro años se denunciaron 2 mil 165 secuestros, aunque en realidad la cifra no se acerca en lo más mínimo a la real debido a que las personas prefieren no reportarlos. No existe verdadera voluntad política para resolver este problema. La impunidad y la corrupción que existe debido a que algunos policías, ministerios públicos y jueces protegen a los secuestradores impiden que estemos siquiera cerca de erradicar el problema. La solución está en castigar a los culpables, desintegrar a las bandas incriminadas y no permitir que continúen haciendo lo mismo. Debería de existir un mayor apoyo por parte del gobierno para conseguir disolver este gran problema, pero desafortunadamente no lo hay. Debemos de exigir a nuestros gobernantes que se haga justicia y se busquen a los culpables para que el problema termine de una vez por todas y el sufrimiento deje de invadir día a día a más familias inocentes. La salida a este problema no puede ser el huir del país, nuestros gobernantes tienen que hacer algo al respecto para ganar esta batalla y mejorar las estrategias existentes para regresar la tranquilidad al pueblo mexicano.

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