PECATA MINUTA

AGUA, NI AL GALLO DE LA PASIÓN

Rogelio Gómez Mejía

“Agua que no has de beber, déjala correr…

En estos días de reflexión, contracción y concientización, hacía memoria con tristeza de cómo la esforzada tarea del periodismo, sobre todo el no empresarial, padece lamentablemente, aparte de sus angustias; de la desatada persecución, intimidación, atentados, amenazas, desapariciones y asesinatos de éstos o de aquellos, vaya usted a saber, registrados y denunciados por organismos no gubernamentales y de derechos humanos, contabilizadores de 60 ejecuciones del año 2000 a la fecha, 9 desapariciones del 2003 a acá y amenazas a diestra y siniestra que, a pesar de todo, no han amedrentado a una gran mayoría solidaria y valiente.
Solidaria y valiente, pienso, como deberían ser por ejemplo, los poderosos comerciantes de la industria del vestido y el mismo director de Auditoría Fiscal Federal del SAT, Alberto Real Benítez que no tuvieron, los primeros, la generosidad de apoyar la propuesta del Secretario de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra de donar para los pobres (50 millones de parias) o “vender” a 5 y 10 pesos los 5 millones de piezas de ropa nueva y calzado decomisados a los contrabandistas o evasores de impuestos, porque argumentaron que “regresarían al mercado” y absurdamente afectaría su producción y comercialización, como si no supieran que los verdaderamente pobres estrenan una camisita cada 10 años.
Ni se conmovieron la mayoría de los “harbanos” presididos por don Simón Fieldman que ante la petición del funcionario, quien valoró esa mercancía en unos 420 millones de pesos y se estimó que le alcanzaría quizá de una prenda a cada uno de los pobres que hay en Oaxaca, Guerrero, Hidalgo, Tlaxcala, Aguascalientes, San Luis Potosí, Campeche y Nayarit principalmente; por lo contrario, aplaudieron que se destruyan esas 700 toneladas de prendas de vestir en el fuego subliminador de los negocios que tal vez interpreten, como dijo el señor, en dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
Aunque seguramente si Jesucristo hubiera estado en esa Primera Convención de la Concamin en Veracruz, donde se desarrolló ese infortunado episodio, posiblemente, como lo hiciera hace más de 2 mil años, hubiera desenrollado el látigo justiciero para fustigar la miseria de los mercaderes que a sabiendas de no desesperar a los que ya casi nada tienen que perder, podrían revolverse en contra de sus opresores sean quienes sean, para cobrarse todas las afrentas que padecen de nueva cuenta tres generaciones, después del aliciente motivador de nuevas esperanzas hace 200 y renovado hace 100 años, sin que parezca que hayan servidor de gran cosa…digo!
Escribanos a; zarrojo2000@yahoo.com.mx

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