PECATA MINUTA

Por Rogelio Gómez Mejía

LOS “NARCOS” TAMBIÉN LLORAN

Al que se hace miel, se lo comen las moscas…

Hay temas que no son muy agradables de tratar, pero que no pueden dejar de tocarse en honor de la imparcialidad. Como el caso reciente de la “presentación” –detención?- de la esposa de Joaquín “el chapo” Guzmán Loera, asegurada después de aparatoso operativo de judiciales federales y militares alrededor de su domicilio de la colonia “Las Quintas” en Culiacán, que aterró a los residentes del lugar, para finalmente terminar en acalambrante confusión después de que incluso fuertemente custodiada fuera trasladada en avión especial para declarar ante el Ministerio Público de la SIEDO, ignorándose en calidad de qué.
Debe ser francamente muy desagradable para cualquier persona que se haya fijado como meta en la vida alcanzar una gran fortuna para ser poderoso a como de lugar, y al lograrlo finalmente, tener que cuidarse de todos los que le envidian lo que tiene porque bajo diversos pretextos traten de arrebatárselo acosándolo como perro rabioso o como enemigos implacables, seduciéndolo o presionándolo como incondicionales, hasta llegar a convertirlos con todo y familia, amigos y cercanos en presa de cacería obligado a entregar cientos y miles de millones de pesos del dinero “sucio” para la ley, obtenido con los riesgos que sus perseguidores no se atrevieron a correr.
Algo así debe sucederle a famosos enriquecidos como el multimillonario “Chapo” Guzmán, según la revista “Forbes”, ahora prófugo de la justicia y con el destino marcado, al que no envidiarán un modesto obrero o empleado doliente de otras torturantes circunstancias cotidianas que ni remotamente se comparan a las que enfrentan multimillonarios destacados, atrapados en complejos conflictos dolorosos de resolver ya sea con miles de pesos obtenidos ventajosamente o decisiones culposas que asumen más allá de los escrúpulos, virtud generalmente de los pobres.
Porque aquello de que atrás de grandes fortunas se esconden perversos secretos no es de dudarse, ya que la experiencia cuenta que son muchos y diversos los caminos para enriquecerse máxime en lo relacionado a las “industrias” de los garitos, los palenques, los “antros”, cabarets, futbol, box, política, comunicaciones, y muchas más que están dentro de la ley y bajo un reglamento que los hace “legales”, pero que adolecen de recursos para convertirse en emporios de ganancias difíciles de explicar, máxime si se logra en forma insultante.
Es cierto que hay otros muchos “negocios” que no están dentro de la ley circunstancialmente, como antes no lo estuvieron el alcohol, el tabaco, los juegos de azar, el “coyotaje” o cabildeo, la especulación financiera y la usura., y que son perseguidos por las autoridades judiciales para impedir el enriquecimiento de los que se atreven a evadir las normas establecidas por los sistemas, aunque en ocasiones las presiones para atraparlos rebasen sus facultades legales, como le ocurrió a la ex del “Chapo”, Griselda López exenta del delito de encubrimiento que presumiblemente podría ser la causa de su retención, artículo 400 del Código Penal Federal, pero que es nada comparado a las experiencias que tuvo Pablo Escobar Gaviria en vida, quien alcanzó la altura de hasta ser diputado en Colombia y hablarse de tú con los políticos más importantes de su país, para terminar sin su fabulosa fortuna, huyendo y ultimado por la policía en 1993.
Finalmente está probado de cierto que si el crimen no paga, tampoco el enriquecimiento de cualquier forma, garantiza la felicidad y menos en este atribulado México donde personajes como Diego Fernández de Ceballos, quien pudo haber sido presidente del país y alcanzó fama y fortuna, ahora daría cualquier cosa por ser un simple mortal ignorado del resto del mundo, pero tranquilo en el seno de su hogar.
BALA FRÍA
A propósito de acciones judiciales, todavía está vigente, cuando menos en la capital, el reclamo que hiciera el entonces presidente de la Comisión de Derechos Humanos del D.F. Emilio Álvarez Icaza de la inexplicable resistencia de los servidores públicos a aplicar la reparación del daño a ciudadanos afectados en su persona o bienes a pesar de estar contemplado en el Código Financiero, precisamente para evitar la impunidad de quienes violan la ley. Conste!.
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