LAS DENTELLADAS

Por Por El Tiburón

¡Ni el pulpo le quiso entrar!

Bueno, dicen unos que nada hay eterno en este mundo, aunque hay otros que aseguran que sí lo hay, aunque a la hora de determinar qué es lo que existe eternamente estos otros no se pongan de acuerdo si lo eterno es Dios, creador de todo lo que existe, o la materia y la energía que no se crean ni se destruyen, sólo se transforman. Para efectos de esta columna vamos a quedar en que lamentamos que lo bueno como la salud, el dinero, el amor, el trabajo, el bienestar desaparecen en estos tiempos como por arte de magia, en tanto que las penurias, la violencia, la delincuencia, la corrupción, el desempleo, la pobreza parece que nunca van a desaparecer, o sea, parecen eternos.
Habiendo dejado establecido lo anterior, permítanme lamentar que se hayan acabado mis prolongadas vacaciones, pero en contrario permítanme también festejar que, por fortuna, vamos a tener la oportunidad de comentar otra vez las sabrosas cosas que ocurren en el annncho, profunnndo y tenebrrroso mundo de la polaca, que, aunque sea por un rato, nos harán olvidar los amargos tragos que nos está haciendo beber la cruda realidad.
Dice mi compadre Apolonio (desde luego no se trata de Apolonio Osorio; él licenciado sólo es “compadrito” de Amador Campos) que a lo mejor la realidad tiene diferentes maneras de presentarse a los cristianos, por que mientras unos miran la situación inmejorable, otros la ven de la patada. Y conste que no sólo se refiere a los políticos que se encuentran en el poder, sino también a la situación en general.
Díceme Apolonio que, a partir de ahora, es mejor que se busque usted el asiento más cómodo que tenga por que el espectáculo de la polaca se va a poner de pelos. Añade mi camarada que no estaría mal que de paso se comprara usted un casco por que se corre el riesgo de que algún fregadazo surgido de las trifulcas interpartidarias vaya directo a su maceta, así que está usted invitado y prevenido.
Como usted sabe, en estos tiempos que corren, las mafias… perdón los grupos y dirigentes de los partidos políticos se ocupan de preparar todo para imponer ¿la democracia? ¡No, camaradas, para imponer a su gallo! Pero no crea usted que la tienen fácil. En el RIP están agarrados del moco, pero todavía el pleito no sale por las ventanas. No tarda, dicen por ahí. Sin embargo suponen otros que se van a arreglar antes de que lleguen los tiempos de la Convención que elegirá al candidato y que ese acto fenomenal no será más que pura pantomima. A menos de que no se arreglen los “presuntos”.
En el “pederré” las cosas andan peor por que aquí los fregadazos ya tienen rato que se soltaron. Hasta hace poco eran todos contra todos, pero dicen que los cañonazos de billetes ya pusieron a casi todos los presuntos del lado de Zeferino Torreblanca y su candidato Ríos Piter y del otro nomás queda David Jiménez Rumbo. Hay quienes apuestan que, como en las broncas callejeras, donde van un chingo contra un pelao solo, aquí también los del “montón” de Zeferino y su rugidor candidato, van a ganar la pelea al candidato del “Polo” (tampoco aquí nos referimos al Lic. Polo Osorio), pues ya lo mayoritearon y le impusieron un método diseñado especialmente para imponer a Ríos Piter.
Sin embargo dice precisamente mi compadre, cuyo nombre mencioné al inicio, que los nuevos tiempos han puesto en manos de David Jiménez Rumbo un arma temible: La ley. Afirma mi camarada que si David se decide a “chillar” ante el TRIFE, todo el teatro de Zeferino se va a venir abajo por que resulta que el método inventado con dedicatoria para Ríos Piter no está contemplado por los estatutos del “pederré”, así que sólo falta que alguien lo impugne para que se caiga con todo y los calzones moteados del “jaguar” y sus cuates.
Dicen que ante tanta incertidumbre, alguien muy poderoso, con el ánimo de desenredar la madeja, se trajo de Alemania al pulpo Paul, famoso por haber adivinado todos los resultados de los partidos del mundial de futbol, lo metió en un acuario donde previamente colocó una serie de cajas transparentes, como 20 dice Apolonio. Mandó a unos encapuchados a que robaran unos calzones a cada uno de los suspirantes, los colocó uno en cada caja y sobre cada calzón una ostra y luego soltó al pulpo para que eligiera al sucesor de Zeferino.
Dicen que el molusco daba y daba vueltas sobre las cajas hasta que se animó a bajar y se posesionó sobre cada una de ellas y que cuando todo mundo esperaba que se quedara sobre los calzones del elegido, el pulpo se lanzó hacia la superficie, abandonó el agua y pidió que mejor lo hicieran “ceviche”. ¡Ni el pulpo Paul le quiso entrar!

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