Quien mata intencionadamente un animal, está en contra de la vida

Sin lugar a dudas, el sufrimiento que llevan los cazadores a bosques y campos, el miedo y el dolor, producirá algún día sus efectos, ya que toda causa tendrá tarde o temprano su efecto. Se hará visible en los campos de la eternidad, en la Ley de siembra y cosecha, puesto que la semilla de la crueldad, incluso cuando se siembre en el campo del alma y con la oscuridad de la noche, produce por su parte frutos del horror, los que sin embargo tiene que cosechar aquel que sembró la semilla por medio de sus sentimientos, pensamientos y obras de destrucción de la vida.

La crueldad ejercida a cualquier criatura siembra una oscuridad como la noche en el alma del causante. De ese oscurecimiento del alma sólo puede salir cada uno de nuevo a través del camino del reconocimiento, del arrepentimiento, de la purificación y del no volver a hacerlo más, así como de la reparación del mal causado en la medida en que esto sea aún posible. La mayoría de las veces el reconocimiento sólo es posible cuando el autor es alcanzado por un golpe del destino, que sin embargo, la persona afectada, en base al adoctrinamiento eclesiástico de siglos de duración y que tiene en sí la imagen de un Dios cruel, interpreta como Su castigo. El matarife y el cazador quedarán a expensas de su propia crueldad anímica, cuyas grabaciones se convertirán para ellos en una tortura. El cazador, en las imágenes del alma, se convertirá el mismo en presa que otros cazan. El descuartizador llevará él mismo las trizas de su alma desmembrada; de ellas cuelgan las grabaciones de todo el sufrimiento, de los amargos tormentos y el miedo que la persona arrogante causó antaño a sus criaturas hermanas.
Dios, el Eterno, regaló la vida a todas Sus criaturas. Quien apruebe el matar, no importa de qué manera ni con qué justificación lo haga, está en contra de la vida y la vida es Dios. De Dios, el Eterno, surgieron todas las formas puras del SER. De Él surgió toda vida. Su hálito anima todas las formas de vida, toda vida, porque Él es la Vida, el hálito en todo. Quien quita el hálito a una criatura, se opone al Donante de vida, que es el Dios creador.
¿Pueden los poderosos de este mundo, los gobiernos, los representantes de la iglesia, volver a dar vida? El alcance de haber rechazado ese Mandamiento, lo podemos apreciar en el estado actual del mundo.
¿Cómo sería este mundo, cómo sería esta Tierra?, un maravilloso planeta donde vivir si se hubiese cumplido consecuentemente el Mandamiento «No matarás», que las personas conocemos desde hace más de 3000 años. ¿Dónde nos encontramos nosotros? ¿Dónde se encuentran los poderosos? ¿Dónde se encuentran los pueblos? ¿Dónde se encuentran los gobiernos, y dónde están las iglesias, – sobre todo las que se llaman a sí mismas cristianas? ¿Se encuentran en el cumplimiento de ese importante Mandamiento? ¿Y dónde nos encontramos nosotros cuando miramos nuestro menú?

Vida Universal
Ana Saez Ramirez
45.271.959 R

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