FEUDALISMO MENTAL

Por Crescenciano Morales Moreno

En los últimos días del imperio romano, con su descentralización, inició una etapa conocida como “feudalismo”, algunos historiadores la llaman también “la edad oscura” porque significó la caída de la civilización.
Al contrario de la organización social del imperio, cuya representatividad popular era el Senado, el feudalismo se redujo a tres componentes: Señores, vasallos y feudos, este último concepto de su limitación territorial.
La sociedad feudal era gobernada a título personal, el servicio al Señor; la mejor manera de obtener favores en formas de oficinas, subvenciones, etc. A cambio de convertirse en rehenes, los vasallos se esperanzaban en contar con la influencia de su Señor para ascender en la política local o provincial.
De cualquier forma quien disponía de vidas, bienes y voluntades era el Señor.
En el año 2000 de nuestra era se derrumbó en México un imperio que había durado 70 años: el presidencialismo priista, lo que originó su descentralización en gubernaturas y dirigencias estatales de partido, donde no ha habido gobernadores de esa filia, cuya principal característica es el feudalismo mental que practican sus Señores y cortesanos que les rodean.
Afortunadamente ahora no pueden disponer libremente de vidas, bienes y ni siquiera pensar en apropiarse voluntades.
Por ello resultan patéticas, cómicas y desconcertantes las frecuentes expresiones de Manuel Añorve Baños, candidato perdedor a la gubernatura y alcalde de Acapulco, con las que trata de llamar la atención del gobernador electo, Angel Aguirre y de la población, seguramente aconsejado, quien sabe con qué fin, por Héctor Astudillo.
Mal acostumbrado a dominar las normas establecidas, Añorve Baños está obsesionado en sentirse indispensable para la gobernabilidad del estado durante los próximos cuatro años y medio aún cuando es público, notorio e irrebatible que las instancias legales, republicanas, democráticas, han avalado el depósito de la voluntad guerrerense en Angel Aguirre.
Los siguientes son algunos de los clamores de Añorve Baños: “Con la fuerza y representatividad de 514 mil votos el PRI buscará acuerdos políticos con dignidad, no permitiremos ser puestos de rodillas”. Aquí asume el papel de Señor del PRI.
Luego, sin ánimo de ofender, hace que recordemos aquellos caninos de comunidades rurales cuando uno las incursiona en la oscuridad: “No andamos buscando pleito, pero que nadie se equivoque, nadie puede gobernar solo”. Su feudalismo mental no le permite digerir que el gobernador Aguirre está integrando un equipo plural, con expresiones, representatividad y respaldo de todos los guerrerenses, especialmente los de Acapulco.
Más adelante: “Que nadie se atreva a poner a alguien de rodillas o que quiera hacer acuerdos en lo oscurito, con transparencia y sobre todo de manera clara y puntual, lo digo públicamente”. (?) “Alcaldes priistas no han definido una postura respecto al nuevo gobierno, lo que le corresponde coordinar a Astudillo”. ¿Señor y príncipe? Mientras en Acapulco el escuadrón de la muerte autodenominado Patrulla Ciudadana continúa haciendo “limpieza social” a pesar de las observaciones de la CODDEHUM de que es una práctica discriminatoria.
Prosigue: “En política nadie vive ni se muere para siempre. Las elecciones no son el fin,  son el principio para los que nos dedicamos a la política”. Exquisita concepción de la edad media para aplicar en esta época de contundencia desbastadora de los poderes fácticos.
Para concluir, el resultado de una encuesta cafetera entre electores que no se sienten vasallos: del medio millón de votos obtenidos por Añorve, casi 300 mil fueron producto de la compra abierta y descarada, el resto de priistas rehenes, algunos más de perredistas dogmáticos y el resto de electores de primera vez.
Por el lado de los aguirristas el mayor porcentaje fue de priistas valientes, sensatos y la sociedad civil que se complementaron con los de la coalición Guerrero nos Une para hacer un gobierno para todos, sin ínsulas, con pensamientos, ideas y acciones modernas a fin de sacar a Guerrero del estanco medieval.

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