Entre la verdad y la ficción

Por Por Jorge Falcón Arévalo/ Grado Cero Press

¡Terrorismo burocrático!

 “Sólo una persona inepta rinde siempre al máximo de sus posibilidades” -William Somerset Maugham. Escritor británico.
Para que podamos entender la escasa instrucción, no tan solo académica, sino profesional laboral mantienen casi el 70 por ciento de los funcionarios de gobierno de los tres niveles; de allí su ineficiencia y nulidad laboral, lo que daña no tan solo el patrimonio económico, sino social de los guerrerenses.
A pesar de que el individuo labora en el contexto de un sistema social, que se compone de una organización ubicada dentro de una sociedad y una cultura específica, la incompetencia suele considerarse como un concepto que se refiere exclusivamente al individuo.   Esta manera de conceptuarla no toma en cuenta el poder determinante de las características del sistema social más amplio.
Los empleados y los empleadores tienen que estar orientados con referencia a las fronteras de los papeles que han de tomar.   ¿Cuál es su función?  ¿Cuáles son sus responsabilidades?  ¿Cuál es su verdadero cargo?   ¿Qué grado de estabilidad hay en cuanto a la actual definición de su papel y cargo?  ¿Con qué recursos cuenta la persona que toma este papel?   ¿A quién debe uno recurrir en casos de duda?  ¿De qué y de quién depende su evaluación de competente o incompetente?
Una persona llega a ser incompetente, insuficiente e inexperto si no sabe desarrollar una relación profesional y colaborativa con sus compañeros de trabajo.   Asimismo, una empresa, una institución, dependencia, oficina u lo que sea llega a ser incompetente si no sabe desarrollar o negociar un trato respetuoso con sus usuarios y proveedores  servicios ó  productos.
A veces, la vanidad y presunción pueden contribuir indirectamente a la incompetencia.   El ejemplo clásico es el del ¿funcionario? que piensa que mientras menos accesible y más alejado de sus subordinados y de los clientes del sistema, más importante e imponente es. ¡Horror al crimen! Esto es lo que vemos a diario con estos adefesios de la administración.
Por otro lado, también, se debe entender por ineptitud la carencia de aptitud para una cosa, la inhabilidad e incompetencia, e incluso la muestra de necedad o incapacidad para un algo en particular.
Las tribunas gubernamentales están plagadas de analfabetos,  disléxicos, distraídos o zoquetes funcionarios que se pagan un salario sin que exista un tabulador que sopese el trabajo benéfico a la sociedad.

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