APUNTES DE UN VIEJO LÉPERO

Por Jeremías Marquines

Añorve, otra vez derrotado

El alcalde de Acapulco, Manuel Añorve Baños se quedó sin tema propagandístico. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), desechó este miércoles la controversia constitucional promovida por el municipio de Acapulco para impedir que el gobierno federal convierta al Tianguis Turístico en un evento itinerante. El fallo resuelve que el tianguis es del gobierno federal, pues es de quien lo paga.
Durante varios meses este alcalde vivillo hizo del tema del tianguis turístico una campaña política. Falto de buenos resultados como gobernante, Añorve tomó la supuesta defensa del tianguis como el medio adecuado para superar la depresión mediática que le dejó haber sido candidato perdedor en la elección de gobernador donde se impuso Ángel Aguirre Rivero, actual mandatario, que compitió al frente de una coalición de partidos.
Sabiendo que llevaba todas las de perder, a este alcalde no le importó poner a Acapulco como un municipio rijoso y pordiosero de eventos organizados por el gobierno federal.  Lo que deseaba Don Manuel, era tener reflectores, era tener un tema qué explotar a falta de buenos resultados de su gobierno. Sin reconocer su error (los sinvergüenzas jamás reconocen que están mal), todavía hace declaraciones insinuando que los ministros fueron cooptados por el presidente Calderón para que votaran en contra de regresar el vapuleado tianguis a este puerto, a pesar de que la argumentación de la Corte es irreprochable, pues la controversia del ayuntamiento estuvo mal hecha y fue infundada, ya que el ayuntamiento  sólo objetaba aspectos generales de orden económico y no estuvo encaminado a salvaguardar el orden constitucional que es el objetivo principal de una controversia de este tipo. Esta, evidente falla de la controversia, ya la sabía Añorve, siendo él mismo doctor en derecho, pero aún así, hizo campaña con la presentación de este bodrio de alegato, timando a los pobres que le creyeron y le hicieron eco.
Un bribón como el alcalde de Acapulco, siempre encontrará un modo de sacar provecho ilegítimo de todo. Ni tardo ni perezoso acaba de anunciar que continuarán con las movilizaciones en el puerto porque “sin duda hay indignación por el robo que se ha cometido contra Acapulco”, afirma.
La necedad tiene límites que impone, en cierta medida, la sensatez de otros. Será divertido ver con quiénes hace don Añorve estas movilizaciones que anuncia. No creo que a estas alturas haya empresarios hoteleros o turisteros decentes y dispuestos a seguirle el juego absurdo que se trae. Esta visto y probado que este alcalde priísta que dijo haría un gobierno de 10 en Acapulco, ha engañado reiteradamente a la población de este puerto.
La mediocridad de su administración es palpable comenzando con la seguridad pública. La policía municipal, de la que es responsable Manuel Añorve Baños, ha abandonado las tareas de proporcionar seguridad y apoyo a los ciudadanos. Los policías municipales se esconden. A ninguna hora de la noche ni del día hay policías municipales en Acapulco; los parques y sitios públicos están a merced del hampa, pero además, la policía municipal en lugar de ayudar a los ciudadanos, los intimida y los extorsiona. Esa es la realidad de su gobierno de 10.
En lo administrativo, el resultado puede verse en el deterioro que las oficinas municipales. Desde que el PRI regresó a Acapulco, no le han dado mantenimiento a los espacios de trabajo, los equipos de cómputo son los mismos que dejó la administración del PRD, y en varias secretarías no tienen ni los insumos mínimos para trabajar. A lo anterior, se debe sumar la inmensa deuda pública que dejará Añorve al próximo alcalde, pues los pasivos llegan a casi mil millones de pesos. Esperemos que el gobierno que le siga haga una auditoría como la que está haciendo el gobernador Ángel Aguirre a la administración de Zeferino Torreblanca, para saber cuánto se robaron y cómo lo van a pagar.
Por otra parte, hay que reconocer que el gobierno estatal a cargo de Ángel Aguirre, está cumpliendo, al menos así se percibe, en la parte que corresponde a no dejar impune el atraco cometido a los recursos públicos durante el gobierno del ex gobernador Zeferino Torreblanca. Tómese con reservas las denuncias que ha hecho ante la Auditoría Superior de la Federación (ASF) y la Secretaría de la Función Pública (SFP). Hacerlas no garantiza que se hará justicia. Reconózcase el esfuerzo y celébrese el logro hasta que haya responsables sancionados. Mientras, coméntese como un simple anuncio.
Lo que sí llama la atención, más allá de espectaculares propagandas dadas por boca de un empleado-encargado de la Contraloría estatal, es que el mandatario estatal, según lo designa la viejísima jerga diarista local; haya declarado, justo en la entrega de aceradas patrullas policiacas para garantizar la seguridad, que “Acapulco es seguro”; pero que son sus pinches competidores los que tuercen la realidad. No sé a quién se referirá con competidores el de Casa Guerrero, porque aquí los únicos que compiten entre ellos son los grupos de malcriados que le robaron la camioneta a ex procurador David Sotelo. Pero además, cómo arriesgarse a declarar eso de que Acapulco es seguro, cuando todos los días hay muertos matutinos por todas partes y la policía municipal de Añorve está escondida en sus cuarteles.
El colmo de esta falseada realidad en la que viven los funcionarios que andan en camionetas blindadas de las que sólo se bajan rodeados de policías para declarar sandeces que ofenden la inteligencia y el dolor de los de que a pie andan, sin escoltas, ni blindados, es que a pesar de la inseguridad y la sicosis cotidiana, anuncian que van a traer a un puñado de felices cónsules a pasear con gastos pagados a Acapulco para que constaten desde sus finos hoteles y desde sus acerados autos y camionetas, que aquí no  hay tos, que todo es puro pinche alucine y mala onda de los competidores.
Quién sabe qué se meten esos gobernantes y los políticos que sólo ellos ven lo que nadie más. Es como el caso de Andrés Manuel López Obrador con respecto a la derrota que sufrió su candidato Alejandro Encinas en el Estado de México. Sin la más mínima autocrítica por su posición pendeja y personalísima de no optar por otra estrategia que no sea lo que a él se le ocurre, muy ligero descarga su frustración recurriendo al gastado discurso de que fue la mafia en el poder la que impidió que ganara el gris Encinas.
Es cierto que como siempre hubo dispendio, control de los medios y parcialidad de las autoridades electorales locales en el Estado de México, eso ni dudarlo, pero eso es algo que Obrador y Encinas ya sabían que pasaría, y sabiendo lo difícil que era ganar con una alianza insípida como la que compitió, se amacharon en la aburrida retórica de que la izquierda debe ser pura y casta y no contaminarse de azul. El resultado es que los mexiquenses que no votaron por el candidato de Pena Nieto, tienen que aguantar hasta otros seis años de pillaje priísta.
La película que se vivió en el Estado de México puede repetirse en el 2012 si López Obrador sigue de necio en no construir una gran alianza con quienes quieran hacerla. El PRI no debe volver al gobierno federal porque se volvería a revivir la maquinaria de corrupción que siempre ha sido, se volvería a la opacidad y al mercantilismo. A la simulación de acciones como bien las hacen aquí en Guerrero los gobernantes formados en ese partido. A López Obrador no le importa si los ciudadanos quieren un cambio de gobierno, lo que le importa es que su alucine de que es un prócer de los principios y de la patria quede inmaculado, aunque se pierdan elecciones. Es una lástima que haya perdido contacto con la realidad.  Aún queda tiempo, ojalá y por el bien de todos le caiga el veinte de que con su movimiento de regeneración nacional, PT y Convergencia no gana. El Movimiento de Regeneración Nacional ya se vio que no funciona porque en el estado de México no hizo nada.
Sin embargo, y a pesar de la derrota de Obrador en Edomex, Marcelo Ebrard y los chuchos no deben cantar victoria. El ex jefe de Gobierno del DF, es un camaleonazo y de seguro pronto le veremos sacando provecho de la derrota.

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