APUNTES DE UN VIEJO LÉPERO

Consuelo Sáizar y Tlacotepec

Jeremías Marquines

En el estado de Guerrero, en el sur de México, donde yo vivo, hay una localidad que se llama Tlacotepec. Está situada en el municipio de General Heliodoro Castillo. Tiene 6 mil 158 habitantes, de los cuales, 3 mil 179, la mitad, son menores de edad. Está ubicado a mil 540 metros de altitud y se da muy bien la amapola. Tiene una población campesina muy pobre y una niñez y una juventud condenada desde su nacimiento a la penuria, sin acceso a un buen futuro.
Aquí jamás nunca han llegado los programas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), incluso, sus autoridades ni saben que existe esa cosa; las niñas y niños de Tlacotepec nunca podrán disfrutar los beneficios de la cultura y el arte igual que los niños de las ciudades donde viven, por ejemplo, las y los burócratas de Conaculta, como su exquisita directora general, Consuelo Sáizar que en marzo pasado derrochó 28 millones de pesos para que un grupo de 50 mujeres intercambiaran su experiencia “intelectual” durante cinco días.
De acuerdo a notas publicadas en distintos diarios del país, la directora del Conaculta, Consuelo Sáizar autorizó sin ningún escrúpulo el pago de 28 millones de pesos que se consumieron en los cinco días que duró un evento llamado Primer Congreso Internacional, "La Experiencia Intelectual de las Mujeres en el Siglo XXI", efectuado del 7 al 11 de marzo pasado. Un evento que no dejó en absoluto, ningún beneficio para la población general de este país.
Según datos entregados por el propio Conaculta al Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAT), durante este Primer Congreso se pagaron 5 millones 365 mil 840 pesos en hospedaje, boletos de avión, en 55 esculturas que se regalaron, en la transmisión en vivo por Cablevisión y casi 700 mil pesos para un concierto de Alondra de la Parra, una directora de orquesta kisch que alcanzó la popularidad por medio del tráfico de influencias, más que por su cuestionado talento.
La información del IFAI, revela además que por la renta del Teatro del Palacio no se pagó nada ni por la participación de las invitadas: 32 extranjeras, 18 mexicanas. Entonces, se pregunta el autor de la nota: ¿A dónde fueron a parar más de 22 millones de pesos? "Yo estuve nada más tres días, y ya de cómo se gastaron la plata no tengo ni la más remota idea, en ningún momento vi una cosa rara", responde desde Bogotá María Teresa Ronderos, asesora editorial de Semana, revista colombiana de periodismo de investigación, y una de las invitadas. "Aunque imaginé que iba a ser costoso", añade, "fue en un hotel muy lindo (el Hilton de la Alameda), teníamos el Palacio de Bellas Artes todo el tiempo, hubo todo tipo de traslados". Revela.
La manera en la que esta burócrata de la cultura se gastó 28 millones de pesos de los impuestos del país en cinco días, es ofensiva. Evidencia una insensibilidad absoluta provocada por vivir fuera de toda realidad y en un mundo de bienestar pagado con los recursos públicos que aportamos miles de mexicanos. La insensibilidad de esta fulana y de su grupo de alcahuetes que le han ayudado a derrochar el dinero del país, ofende y lastima a cada mexicano medio que come con menos de 100 pesos diarios, mientras esta mujer paga comidas colectivas que cuestan hasta un millón de pesos.
El abuso, no hay otra manera como llamarlo, que ha hecho Consuelo Sáizar de los recursos públicos, es doblemente agravado cuando sabemos que actualmente muchos artistas e intelectuales mexicanos prácticamente tienen que mendigar para poder pagar sus gastos médicos como recién pasó con Daniel Sada, un gran novelista de este país; otros tiene que esperar hasta más de un año para cobrar míseras facturas que el Conaculta paga a los artistas por servicios profesionales, aparte de sortear decenas de exigencias estúpidas que la aberrante burocracia cultural han inventado para martirizarlos.
Por todo esto, la actitud soberbia y patanesca de Consuelo Sáizar respecto a este gasto injustificado, no debe quedar en la impunidad. Ahora es cuando la Secretaría de la Función Pública debiera investigar y aplicar la sanción correspondiente porque a todas luces se perfilan actos de irresponsabilidad y malversación en el manejo de los recursos públicos.
Para darse una idea del abuso cometido, con 28 millones de pesos gastados en cinco días de bacanal, se pudieron apoyar a dos mil niños de Tlacotepec o de cualquier otro lugar pobre de Guerrero, con becas de mil 200 pesos mensuales durante un año para que no abandonen la escuela. Como estoy seguro de que la directora general de Conaculta no conoce cómo son los niños de Tlacotepec, la foto que ilustra esta columna de opinión es de niños de esa localidad que tomó el fotógrafo guerrerense Ramiro Reyna.
Ante esta situación, no se puede pasar por alto que, mientras en estados como Guerrero, con un altísimo nivel de atraso cultural y de infancias proclives a ser enroladas por el mundo criminal en el que viven, programas de Conaculta como Alas y Raíces a los Niños tengan presupuestos anuales de 300 mil pesos para atender a infantes de los 81 municipios, o se derrochen los pocos recursos económicos en una política de festivales que sólo sirven para promocionar la imagen de la burocracia política y cultural.
Los dineros que se destinan a las actividades culturales y artísticas, de por sí pocos, deben ser administrados con absoluta racionalidad y direccionándose a las zonas y grupos que están sumamente necesitados. Ya basta que con el dinero público de la cultura sólo se beneficie a cofradías mafiosas y parásitas que han pasado años enquistados en la burocracia de Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
El mal ejemplo de Consuelo Sáizar debe servir, en el caso de Guerrero, para que el gobernador entienda que las políticas de grandes eventos y de festivales como se pretende hacer copiando viejas recetas culturales del Distrito Federal, solo provoca gastos que no impactan directamente en el desarrollo y mejoramiento artístico y cultural de las y los ciudadanos. En Guerrero como en el resto del país, se tiene que invertir más en las personas y en la creación de infraestructura cultural, que no existe; y menos en eventos donde miles de pesos se pierden en pocos días.
LA CONTRA.
Los trabajadores del llamado Diario 17 de Acapulco se quedaron sin empleo y sin liquidación de ley. El dueño de la empresa Impulsora Editorial Guerrero S.A de C.V, un verdadero sinvergüenza metido a empresario de medios, de nombre Fernando Navarrete Magdaleno se niega a pagarles pese a que fue uno de los tipos más beneficiados por los contratos de publicidad del gobierno anterior a cargo de su compadre, el repudiado ex gobernador Zeferino Torreblanca Galindo.
Navarrete Magdaleno se ha enriquecido explotando este pasquín que a lo largo de su existencia ha puesto al servicio del mejor postor. Este diario nació bajo la protección y el dinero público que le inyectó el ex gobernador José Francisco Ruiz Massieu, y en 22 años de presencia fue siempre un diario marginal con tirajes testimoniales que regalaban en las cafeterías y restaurantes de Acapulco. Pese a la mediocridad de este medio y su escasa distribución, fue siempre beneficiario de jugosos convenios de publicidad gubernamental, debido sobre todo, al tráfico de influencias del propietario con la clase política gobernante. Sin embargo, y pese al evidente enriquecimiento de Navarrete Magdaleno y sus socios, los trabajadores: reporteros, fotógrafos, prensistas, formadores y demás, nunca recibieron parte de estas ganancias. Por lo contrario, el sinvergüenza seudoempresario, dejó de pagar las cuotas del IMSS, Infonavit, e Infonacot, además a varios de los trabajadores les adeuda salarios desde hace dos años.
Fernando Navarrete Magdaleno no puede argumentar que ha quebrado, ni puede declararse insuficiente de recursos para pagar la liquidación y salarios a los trabajadores del Diario 17, puesto que es uno de los individuos más ricos de Acapulco. Entre sus propiedades más visibles destaca el balneario Mágico Mundo Marino, ubicado sobre un islote de roca en Caleta, del que su familia se apropió en los años setenta gracias al tráfico de influencias, y con triquiñuelas lo ha mantenido como su propiedad a pesar de ser zona federal. Hace unos años este negocio fue clausurado parcialmente por descargar aguas residuales a la bahía pero nunca fue multado y sigue funcionando sin tratar las aguas que utiliza. Además de este balneario, también es dueño de una de las torres más altas de la bahía, entre otras propiedades que oculta.
Desde el 28 de junio en que se declaró en quiebra y cerró su edición el Diario 17, los trabajadores han protestado afuera de las instalaciones exigiendo el pago de salarios atrasados y una liquidación justo. Hasta la fecha, el sinvergüenza dueño se ha negado a dialogar. Ojalá el gobernador del estado, Ángel Aguirre Rivero pueda intervenir para que los trabajadores de este medio puedan cobrar sus salarios y puedan volver a llevar de comer a sus casas…. En la próxima columna vamos hablar de los destapes y de la empresa que trajo del D.F., la secretaria de Turismo de Guerrero para recopilar las propuestas de remodelación del Acapulco tradicional y cobrar varios miles de pesos por hacer un proyecto con ideas ajenas. Buen negocio de sus cuates.

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