D' grilla, grillos y algo más

Continuamente nos enteramos a través de los medios locales y estatales de comunicación que el gobierno municipal, a través de la oficina de reglamentos y actividades comerciales realiza operativos afuera de las escuelas para retirar a los vendedores de comida chatarra y con eso combatir el problema de obesidad infantil; también leemos que todos los domingos se lleva a cabo, con gran éxito, la ruta de la salud, que su objetivo principal es, el mismo, combatir la obesidad y promover una vida más saludable a través del deporte.
De la misma manera nos han informado que el gobierno municipal a través de las direcciones de educación, salud, gobernación y reglamentos, vigilará que dentro y fuera de las escuelas de nivel básico no se venda comida chatarra, principal causante del sobre peso y la obesidad infantil y que ya colocó a nuestro país en el nada honroso primer lugar como el país más gordo del mundo. Recientemente nos enteramos, a través de un boletín de prensa, que hace un par de semanas se llevó a cabo la semana estatal sobre prevención de las adicciones, implementada por el gobierno de Guerrero y apoyada, para su desarrollo, por los gobiernos municipales. Durante la inauguración de ese evento la regidora Margarita Díaz Rueda, se aventó un discurso a nombre del alcalde, en el que reconoció que: “en la actualidad uno de los problemas de salud más graves que se enfrentan a nivel estatal y nacional, es el de las adicciones, que representa uno de los mayores peligros para las familias al dañar lo mejor de este núcleo, como son los hijos”. (Sic). Pero por otro lado, hace cosa de dos o tres meses, este mismo gobierno anunció con bombo y platillo la construcción de un parque extremo, así como lo leyeron un espacio para fomentar la vagancia, las adicciones, los embarazos no deseados en adolescentes, el pandillerismo, el surgimiento de mas tribus urbanas, la deserción escolar, la holgazanería… un club de “ninis” que sin la vigilancia y guía de los padres y el apoyo de las autoridades, a través de las direcciones de educación, desarrollo social, servicios municipales de salud y deportes, pronto se transformaran en carteles de la droga y delincuencia organizada.
Si ese parque cuando se suponía que era para atraer turismo, que en su proyecto original contemplaba un museo de artesanías regionales con galería de exposiciones para la promoción de la cultura y las artes de las siete regiones de nuestro estado y una sala de ventas para la comercialización de objetos y otros productos de realización y elaboración artesanal –que por cierto la administración de Armando Federico no concluyó y la de Eric Fernández desapareció los recursos para concluir su construcción–, estaba convertido en un fajadero por los alumnos de la Eva, la José Martí y la prepa 13; imagínense los usos que le darán los remedos de Emos, Cholos, los Ska o Patinetos, y todos los “ninis” que se van a reunir ahí… eso va a terminar convertido en el cogedero más grande de Zihuatanejo, seguido de la unidad deportiva y el parque de La Juventud, por supuesto, a donde las parejitas les vale que haya niños, ellos le dan rienda suelta a sus instintitos carnales en plena luz del día, pues esos espacios carecen de vigilancia por parte de las autoridades responsables.
Entonces la pregunta es; a las autoridades realmente les preocupan los problemas de obesidad y salud infantil, y el consumo de drogas entre los adolescentes y jóvenes? o les importa más tener controlado a un tipo como Marco Polo Rocha para que no amenace con realizar una manifestación o cambiarse de partido político. Porque deben saber que esta millonaria obra se construye a petición de un grupo de vagos encabezados por este sujeto.
Según los especialistas, desde su aparición, estas tribus urbanas han sido catalogadas como situaciones problema que escapan al control normativo de la sociedad, por lo tanto, han sido objeto de cuestionamientos, como formas de expresión juvenil, identificándolas, como fuente de peligro y riesgo para el orden social, con la utilización de etiquetas como delincuentes, drogadictos, jóvenes pandilleros, apáticos, “ninis” entre otras cosas. Para los jóvenes no es complicado inventar un nuevo lenguaje, agruparse y comprenderse ante la necesidad de una identidad y autoafirmación, pero sobre todo ante el desinterés de los padres, la desintegración familiar, los hogares disfuncionales, la falta de disciplina, y la ausencia de moral, valores y buenas costumbres que hemos dejado en el camino por convertirnos en una sociedad disque globalizada y moderna. Sin la guía y el apoyo de los padres, y sin la atención de las autoridades, los jóvenes integrantes de esas tribus, antes de llegar a la edad adulta terminarán muertos en las calles, destruidos por las drogas o en las cárceles. Como lo indican las estadísticas de población, México es un país en el que cada vez hay más niños y jóvenes, y si estos jóvenes no tienen un futuro claro y promisorio, el país no lo tendrá tampoco. Pero obviamente es mucho más caro construir escuelas, otorgar más plazas para maestros y mejorar el sistema educativo que rescatar un espacio público y convertirlo en un nido de malvivientes. Además a ninguno de los tres órdenes de gobierno y mucho menos a los políticos les conviene tener una sociedad educada. Es como a los animales de circo los entrenan con el método de premio y castigo; si se paran en dos patas les dan un premio (terrón de azúcar, un pedazo de pescado, fruta o pan), si no obedecen o intentan atacar, respondiendo a sus instintos salvajes, pues les dan una descarga de toques eléctricos o un latigazo. Así mismo funcionan los electores. Para que comprometan su voto les dan una playera, una torta o una despensa; si no votan que se mueran de hambre, sin casa, sin escuelas, sin servicios, sin atención medica, sin empleo ni oportunidades. Y a sus domadores –líderes y seudolíderes–, pues les dan una chamba o les hacen una obrita como está pa’ que dejen de chingar, demuestren su “liderazgo” ante sus seguidores y mantengan ese poder para seguirlos utilizando a beneficio personal.
Con respecto a la obesidad infantil, es un grave problema de salud pública que está ganando terreno en el municipio, en el estado y en el país y desde hace 10 años es uno de los más graves problemas de salud que enfrenta la nación.
A pesar de las consecuencias tan negativas que tiene la obesidad, tanto en la salud médica como psicológica del niño y del adolescente. Poco hacen los padres para prevenir la obesidad, y las autoridades de salud, desde el año pasado, le endosaron el paquete a la secretaria de educación para que sea esta la encargada de combatirla en los patios de las escuelas. Pero nada hace el sector salud por concienciar a los padres de la importancia de la educación nutricional de los niños desde las edades más tempranas. Algunos especialistas dicen que es una enfermedad otros la atribuyen a factores genéticos. En mi caso particular y por experiencia personal yo considero que es cuestión de educación, estilo de vida, cultura y hábitos alimenticios. Aunque sí hay casos en que la obesidad es ocasionada por factores neuroendocrinos y metabólicos conductuales, pero son los menos. El niño gordito sufre y la obesidad tiene una repercusión muy importante en el desarrollo sicológico y la adaptación social del niño. En el cine, la comedia y la televisión los niños, adolescentes y adultos obesos suelen desempeñar un personaje cómico, chusco y troglodita. A los siete años el niño ya ha aprendido las normas de atracción cultural y de aquí que elija a sus compañeros de juego basándose en sus características físicas, hasta el punto de que muchas veces prefieren elegir a un niño con una discapacidad antes que a un niño obeso. Se ha comprobado que los niños obesos tienen una pobre imagen de sí mismos y expresan sensaciones de inferioridad y rechazo. Por lo tanto, suelen presentar dificultades para hacer amigos. La discriminación por parte de los adultos o de los compañeros desencadena entre ellos actitudes antisociales, que les conducen al aislamiento, depresión e inactividad, y frecuentemente producen aumento en la ingestión de alimentos, lo que a su vez agrava o al menos perpetúa la obesidad. En la adolescencia el concepto de sí mismo es de tal importancia que cualquier característica física que les diferencie del resto de sus compañeros tiene el potencial de convertirse en un problema más grave, en concreto minando su autoestima. Obvio hay excepciones, como mi caso, que desde niña fui muy sociable y en la adolescencia ni se diga, era el alma de las fiestas y jamás me perdía una noche de antro, y ahora que soy una cuarentona que dómino el Kama Sutra a mi antojo pues ya saben que siempre ando con medias chichis de fuera y lejos de rechazarme, me siento una musa de Botero. Aunque debería no preocuparme, sino alarmarme el riesgo a mi salud que esto implica. Pero ojo para las mamás que tienen hijos o hijas gorditas y que no tratan al niño obeso porque se confían que la gente les asegura que el gordito dejará de serlo cuando crezca. Uyyy! Si supieran cuantas veces escuché a las amigas de mi mamá decirle: “no te preocupes ya verás que cuando entré a la pubertad va a adelgazar”… “nombre cuando se acerquen sus quince años solita se va a poner a dieta”… “ya verás que cuando ande de novia baja de peso”… Ajá! Ya menstrué, ya me puse de novia, ya cogí, ya parí, ya casi entro a la menopausia y no bajo un gramo. Así que mamás no se confíen. Si tienen un gordito o gordita en casa es causa de alarma y deben buscar ayuda inmediatamente. Sí, es verdad que un bebé gordito se ve hermoso pero la gordura ni es bonita, ni es sana y es sinónimo de riesgos para la salud desde muy temprana edad. Las mamás mexicanas son muy dadas a enorgullecerse y hacer alarde de que sus hijos comen bien y esa mentalidad de “limpiar el plato” agrava la situación, pues puede alentar a los niños a comer más de lo necesario y sobre todo a comer cuando ya se ha saciado el apetito. Las abuelas tenían la convicción de que el comer mucho tenía que ver con una buena salud, cosa que es totalmente equivocada, al contrario, es un riesgo muy grave. El comer mucho, no tiene que ver con el comer bien. Por otro lado, en nuestra sociedad casi todo lo celebramos con la comida, los cumpleaños, las fiestas de fin de año, los domingos de pelis, las vacaciones, las bodas, los días de muertos, el día de las madres incluso, si salen bien en las calificaciones, a los niños se les premia con pasteles, hamburguesas, pizzas y helados, por lo tanto se relaciona el placer y las cosas buenas de la vida siempre con comida, también la integración social interviene en esto, ya que las convivencias con otros niños siempre está presente la comida. Y la televisión constantemente bombardea a los niños incitándolos a tomar refrescos, consumir comida rápida, frituras, helados, galletas, botanas, postres, pan y golosinas. Ya entrados en tema esto va para las mamás que tienen bebés gorditos; la clave está en mantener a los niños delgados antes de cumplir los seis años, para que tengan un 95% de probabilidad de llegar así hasta la adolescencia y mantenerse hasta la edad adulta. Hacia los 2 años de edad, las funciones digestivas y metabólicas de los niños y niñas han madurado de manera que ya pueden comer de todo, si bien se han de ajustar las cantidades y los alimentos a la propia evolución y costumbres del niño; sin sobreestimar ni su apetito ni sus necesidades. A los 2 años la velocidad de crecimiento del niño es grande, aunque va desacelerando hasta los 3 años. Y es a partir de esa edad cuando su ritmo de crecimiento y desarrollo se reducen aún más, hasta llegar a la pubertad donde se da el estirón de la pubertad. Es justamente en esta etapa cuando los padres se quejan de que los niños son remilgosos para la comida o ya no quieren comer; pero solo se trata de un ajuste en sus necesidades alimenticias. Lo cierto es que a partir de los dos años, el niño suele comer menos. Se trata de una respuesta fisiológica normal de su cuerpo ya que su ritmo de crecimiento es más lento en comparación con el primer año, por lo que sus necesidades de energía y nutrientes, inevitablemente son menores. Estos cambios de apetito deben ser entendidos y atendidos por los padres de familia para no forzarle a comer al niño más cantidad de alimentos, que en realidad su organismo no necesita. Asimismo, en esta etapa el niño va descubriendo todo lo que le rodea y centra su atención en otros temas que no son precisamente la alimentación, suele manifestar manías y caprichos con la comida, por lo que es una oportunidad para que padres y madres, y responsables de su alimentación le guíen de la mejor manera posible para que vaya adquiriendo hábitos de alimentación y de vida saludables. Ya para los seis años es importante que los niños comiencen a realizar una actividad física, aunque hay deportes, como la natación, que se puede empezar a practicar desde los primeros meses de vida.
Pero no es ni debe ser la alimentación una responsabilidad de las autoridades de educación, escuelas y maestros. En todo caso debe ser la propia secretaría de salud, a través de todas sus instituciones, la encargada de prevenir y combatir la obesidad. Pero para ello debe haber congruencia por parte de este gobierno, porque por un lado el gobierno implementa acciones como la ruta de la salud o realiza operativos para retirar a los vendedores de chatarra de las escuelas, pero en todas las colonias y esquinas hay miles de puestos de hot dogs, hamburguesas, elotes, esquites, chicharrones, tacos, antojitos mexicanos que además representan otro riesgo para la salud, pues funcionan sin ningún control sanitario. Igual sucede con las drogas, la sexualidad, el alcoholismo y la delincuencia; por un lado llevan a cabo acciones para prevenir las adicciones y por el otro, construyen un parque extremo para fomentar la vagancia, los vicios, el pandillerismo y el sexo a temprana edad.