Devastadas 30 hectáreas, para edificar un estadio de futbol, en Acapulco

Por Jorge Luis Falcón Arévalo

El sueño dorado de múltiples políticos en el país, es contar con su propio estadio de futbol; aunado a ello, también, su equipo profesional del balompié no importando en la clasificación que se encuentre. El negocio es lo primero, la comercialización es parte del gran “bisnes” y para ello, pues se sacrifican infinidad de características; entre ellas; las sociales, las económicas y las calidades humanas.
Lo importante es llenar, las plateas, como cualquier grada. Lo indispensable viene después, con la gran venta de bebidas espirituosas y las comidas chatarras esas que tiene a los niños y niñas mexicanas al borde de un colapso diabético; gordo y “macizo” pero bofo y llenos de enfermedades. Lo importante es vaciarles los bolsillos.
Acapulco, tendrá en breve su estadio, su cancha, su “propia área de batalla”, donde habrán de contender equipos, equipitos y equipazos. Total, lo que resultará en ello, es lo que refleje en la taquilla. Allí el bonche, saldrá en las unidades de personal arbitrario y despótico de la llamada panamericana.
Tres Vidas, el sitio indicado. El lugar de las grandes fiestas, donde se codean los que han amasado grandes fortunas económicas. Unos trabajando; otros, desviando los dineros del pueblo, para el goce de sus propios familiares. Total, una bendición matutina, es para esta plebe, una bendición papal. Los más han heredado esos billetes de la post revolución.
Bien, para que esto suceda y el acapulqueño tenga al fin “su” estadio, se han devastado más de 30 hectáreas de terreno, para edificar lo que arbitrariamente se desea construir. Pese a que no se cuenta con un estudio riguroso de impacto ambiental, se han iniciado los destrozos. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), en franca complicidad hacen oídos sordos y de la vista gorda; pero bien obesa. La confabulación es tal, que los une el sonido efusivo del contar del billete, de ese quisquillosa eufonía que producen los papeles de alta denominación al “tallarse” unos a otros. Una connivencia criminal.
Los resolutivos de los estudios de alto impacto, ni se hacen; pero ya se construye, ya se ha planeado, ya se adelantan apuestas de quién será el equipo de vendrá a apadrinar al puerto en un encuentro de las patadas, donde el ganador serán los dueños de ese sitio de algarabía, gritos, silbatazos, piruetas de jugadores fantoches y mentadas de madre, al del silbato; bueno a quien se deje.
Semarnat y Profepa no han intervenido para la clausura de la obra, misma que se ubica a un costado de residencial 3 vidas, de lado de la playa, muy cerquita del murmullo del mar. Ya están 30 hectáreas arruinadas, asoladas, truncadas.
¿Quiénes son los dueños de las plateas principales, donde el auto y amigas y amigos muy cercanos habrán de disfrutar lo que se edifica al margen de la ley; esa que debe respetarse; pero estamos en Guerrero ¡Qué caray! Aquí no pasa nada.
Con un drible de varios millones de pesos, una tarjeta amarilla y una sanción materna, se arregla éste asunto que pone de relieve que sin un respetable y responsable estudio de alto impacto ambiental, unas dependencias federales anodinas y deshonestas, se logrará la construcción del tan ansiado estadio de futbol. ¡Que carajos. . .es Guerrero!

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