Jeremías Marquines
México es el país del fraude y de la transa. Hay una herida grabada muy
honda en la mente de los mexicanos que hemos padecido durante décadas los
abusos y la impunidad de quienes se colocan al frente de las instituciones del
Estado y por encima de los ciudadanos, a quienes además dicen representar.
Dos de estas instituciones del Estado que más ataques, burlas y
crítica han recibido por parte de los medios de comunicación y de la sociedad
en general, son el Poder Judicial y el Poder Legislativo. Ambas instituciones,
pilares de un estado democrático, pero que son acusadas reiteradamente de
corruptas en todas las ramificaciones de esta palabra. Luego entonces, ¿por qué
una jauría mafiosa como las de los comunicadores de Televisa y TV Azteca, que
todos los días denigran, con justa razón, el actuar de jueces y diputados,
exigen ahora desde sus púlpitos mediáticos que los mexicanos confiemos
ciegamente, sin criticar, en la actuación de un grupo de consejeros del
Instituto Federal Electoral (IFE), que responden a los intereses de los
partidos que los propusieron para el cargo? ¿Por qué al Poder Judicial y al
Legislativo sí se le acusa de corrupto y al IFE que en el 2006 defraudó a más
de la mitad de los ciudadanos mexicanos se le quiere cocinar aparte?
La hipocresía de los comunicadores de Televisa y de los candidatos
presidenciales del PRI y del PAN no puede ser mayor, cuando sabiendo que México
es un país de fraudes, le exigen a Andrés Manuel López Obrador que no critique
a las instituciones y que acepte ciegamente los resolutivos que emita el IFE.
Ningún mexicano medianamente sensato cree ciegamente en las
instituciones de un Estado que ha sido gobernado por una larga cadena de
sinvergüenzas y mentecatos. Hay que ser anormal o de plano muy idiota como para
creer en la imparcialidad y limpieza de las instituciones como lo exige la
jauría ladradora de Televisa. Una verdad absoluta es que los mexicanos normales
no tienen confianza en ninguna de las instituciones del estado, menos creen que
existen elecciones limpias. El que crea lo contrario, de plano no ha vivido en
México.
El pasado miércoles 6 López Obrador estuvo con la jauría amaestrada
de Emilio Azcárraga Jean. Ahí, echándole montón estuvieron Joaquín López
Dóriga, Adela Micha, Ciro Gómez Leyva, Víctor Trujillo, Denisse Merker, Carlos
Marín, Leopoldo Gómez y Carlos Loret, todos con una sola consigna, hacer quedar
mal a López Obrador, exhibirlo como intolerante, como un desquiciado que no
respeta lo más sagrado de la corrupción mexicana: sus instituciones. Un aparato
del que se han beneficiado unas cuantas familias multimillonarias y que han
servido de forma extraordinaria a Televisa para constituirse en el gigantesco
emporio que ahora es.
Por qué razón, tomando en cuenta los antecedentes de fraude que hay
en la historia de las elecciones en México, habría qué creer en Leonardo Valdés
Zurita, presidente del IFE, un individuo que tiene uno de los salarios más
altos del país, que asegura que “no existe elemento alguno para suponer que
pueda suscitarse un fraude electoral en los comicios de julio próximo”. Por qué
creerle a alguien que, por un lado muestra indolencia ante la evidente calumnia
y guerra sucia que difunde la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, pero
por otro lado reacciona inmediata y virulentamente contra la duda razonable
expresada por López Obrador sobra la posibilidad de que pueda ocurrir un
fraude.
¿Por qué creerle a un IFE que da por sentado que hay imparcialidad en
el tratamiento de la cobertura que hace el grupo Televisa de los candidatos
presidenciales, por el solo hecho de que en los noticieros de esta empresa
Obrador y Peña han recibido la misma cantidad de menciones? Sin tomar en cuenta
que mientras a Peña lo destacan en positivo y difunden sus propuestas, a
Obrador siempre lo presentan conflictivo, con pésimo audio y video, y sin
destacar ninguna de sus propuestas. ¿Dónde está la equidad en esto? La equidad
a secas no es equidad. Creer en la equidad y la pureza del IFE, es como creer
que Televisa, Milenio y demás medios afines a Peña Nieto no están manipulando
la opinión pública.
López Obrador ha dicho que cree en la voluntad popular, en elecciones
libres de manipulación, y en eso coincidimos todos los mexicanos medianamente
normales. Si a López Obrador el PAN lo acusa insensatamente de no cambiar, hay
razones más que suficientes para pensar que el IFE tampoco cambia. ¿Qué razón
habría para creer en un IFE cuyo presidente asegura que en los spots
calumniante del PAN y del PRI, no ve ningún elemento de guerra sucia?
Hace unas semanas, cuando Josefina Vázquez comenzó a usar la guerra
sucia para desprestigiar a sus adversarios, de la misma manera a la que se usó
en el 2006 contra Obrador, el candidato priista respondió a las críticas del
PAN y la campaña de “Peña no cumple, Peña mentiroso”. Asegurando que “no iba a
responder a los críticos”. El candidato priista sin embargo, sí respondió pero
con un spot donde decía que “las agresiones o la guerra sucia dividen a la
sociedad” y recordó que hace seis años lo vivimos. Ahí mismo aseguró que “de su
parte, él no va a dividir a México”. Pero fiel al espíritu cínico y simulador
del PRI, Peña tampoco cumplió su dicho y ahora ya tiene listo un nuevo spot
(que saldrá el próximo domingo) donde busca dividir a la sociedad incitando el
odio y el rechazo contra López Obrador.
Pero a todo esto, el IFE de Leonardo Valdés Zurita, el funcionario mejor
pagado del país, dice que todo está bien y que está garantizada una elección
ejemplar. Lo mismo dice sobre la guerra sucia de las encuestadoras que
con absoluta impunidad publicitan diariamente la percepción de que el priísta
Peña es el “candidato puntero”, el imbatible, aun cuando ni siquiera han
presentado al IFE sus metodologías, ni tampoco dicen que sus encuestas sólo
representan el 30% del electorado muestreado. Al no haber presentado sus
metodologías completas, no existe ninguna certeza de que esas encuestas sean
reales; puede pensarse entonces que la mayoría de estos “muestreos” son armados
en los gabinetes de las encuestadoras y, por lo mismo, no tienen manera de
probar la veracidad de las muestras. ¿Entonces a esto cómo se le puede llamar?
¿Transa o fraude?
Ante todas estas irregularidades e inequidades que el IFE ve con
indolencia y alcahuetería, es absolutamente normal que López Obrador y la
mayoría de los mexicanos perciban que hay en marcha una elección fraudulenta y
que la institución encargada de vigilar la equidad y la limpieza electoral
simplemente no está haciendo su trabajo, es lo que con toda razón Obrador
denominó como “la casa juega”, refiriéndose tanto a las televisoras y medios de
comunicación afines a Peña como al propio IFE.
Por eso, en defensa de esta actitud indolente de la institución
electoral que beneficia al candidato priísta, fue que la jauría rabiosa de
Televisa, se autoerigió el pasado miércoles como los soldados guardianes de las
corruptas instituciones del país que López Obrador se ha propuesto cambiar de
raíz. Sólo quienes se han servido de instituciones corruptas para hacerse del
poder público, de riquezas ofensivas y de monopolios televisivos que se quieren
erigir por encima de la voluntad popular, pueden nombrarse defensores de estos
aparatos legitimadores de la transa y el fraude. Ningún mexicano normal que
haya sido testigo del atraco que sufrió el electorado mexicano en el 2006,
puede aceptar ciegamente confiar en un IFE compuesto por individuos que
obedecen a los intereses que los colocaron en ese encargo público. Como ninguno
de estos “consejeros” responde a los intereses de los ciudadanos no pueden
erigirse como la consciencia legitimadora de la voluntad popular, pues no son
ciudadanos libres, no fueron elegidos por la ciudanía, por lo tanto no tienen
el carácter de ciudadano independiente, ni mucho menos apartidista.
Así pues, aparte de la candidata subnormal del PAN que con una
vehemencia que le tuerce el rostro asegura que sí cree en la pureza de las
instituciones del país, y de la jauría rabiosa de Televisa que desea hacer
presidente a Peña, nadie de los normales de este país piensa y cree lo mismo,
por eso es que el voto de la gente normal, de la gente que ya está hasta la
madre de la corrupción, de la transa y el fraude producto de las instituciones
corrompidas del país va a ser para Andrés Manuel López Obrador. Por eso, al
diablo las instituciones, al diablo el PRIAN.
LA CONTRA
Josefina tramposa
Josefina Vázquez Mota ha degradado la contienda electoral al cubrirla de
excremento fascista, de mentiras y calumnias. Su falta de respeto a la
inteligencia y la memoria de los mexicanos es absoluta y monstruosa. Ningún
panista que se respete en lo más mínimo puede estar de acuerdo en atacar a un
adversario alterando el orden de las palabras, mintiendo de manera burda y
ruin. El spot de Josefina contra López Obrador es la prueba más contundente de
una actitud fraudulenta y tramposa. Sólo por haber aceptado sacar al aire ese
promocional injurioso y además por intentar justificarlo su producción con
argumentos chicaneros, no merece el voto de nadie. Josefina Vázquez es igual de
corrupta y tramposa que Peña, su spot contra Obrador es la prueba. Voto útil
por López Obrador.
Gobernador comprometido
El gobernador del estado de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero por fin se
definió bien. Acompañó en la gira por el municipio Cruz Grande al candidato de
las izquierdas. Ahí, sin hipocresías ni medias tintas, Aguirre pidió el voto
por su candidato presidencial, faltaba más, faltaba menos. Ahora hay que
esperar la respuesta de Televisa que cada vez que el gobernador guerrerense se
les sale de huacal lo amonesta sacándole tremendos reportajes contra su
gobierno... Don Ángel debería revisar bien su gabinete, pues aunque le duela
mucho, tiene que hacer cambios fundamentales en dependencias que le vienen
ocasionando muchos problemas, como oxigenar la Secretaría de Educación y la
Secretaría de Gobierno. La simulación ya no es una opción, sale más caro el
caldo que las albóndigas don Ángel. El gobierno de Guerrero es un gobierno
autista: no soporta los cambios de rutina, son distraídos, tienen movimientos
repetitivos, hacen actividades fijas y son rutinarios.
Paisano,
ResponderBorrarBien claro que todos los reporteros y comunicadores tienen que defender su trabajo de otra forma los mandan a chingar a su madre, con referencia a los hijos de puta que nos han gobernado y saqueado al País es cosa que se puede modificar con solo la participación del pueblo y que sepan que ya no somos unos pendejos apolíticos.