Enlace con Jessy Mojica

Primero Ana María, y ahora verónica, “la historia se repite”
En alguna de sus muchas obras, en referencia al pensamiento de Hegel, Carlos Marx afirma que los grandes hechos y personajes parecen repetirse en la historia: primero los vemos como tragedia y luego, como comedia, palabras más, palabras menos. El Viejo Topo pudo haberse equivocado en muchas cosas, como ya lo hemos constatado, pero en esto de la historia que se repite sí que acertó, y podemos verlo en la deprimente novela que tejió con segunda parte Manuel Añorve Baños en Acapulco.
Sólo es un detalle el que no concuerda: en el caso del ex alcalde de Acapulco, parece que en ambas ocasiones nos ha tocado ver una tragedia.
En ambos casos pidió y obtuvo licencia para separarse del cargo y competir por la gubernatura del Estado. En ambos casos, la última persona en quedarse a cargo del barco que hacía agua peligrosamente debido al boquete financiero que le hizo Añorve fue una mujer, su suplente. En ambos casos, ellas vivieron días aciagos y amargos, no para evitar que el barco siguiera haciendo agua, sino para impedir que se fuera al fondo del mar y se las llevara con él.
En ambos casos el sucesor de Añorve fue un empresario (si bien Luis Walton Aburto aún no toma posesión) de un partido distinto al PRI.
Aún no sabemos cómo le irá a Walton, pero sí sabemos cómo le fue a Zeferino Torreblanca, quien ya una vez confesó que a los pocos días de tomar posesión estuvo a punto de renunciar al cargo ante el tamaño de los problemas financieros y administrativos que dejó tras de sí Añorve.
Sin ánimo de defender a quien después llegaría a ser el primer gobernador no priista de Guerrero, sólo hay que recordar que le tomó un año poner orden en la casa; otro año, poner orden en sus ingresos fiscales, y un tercer año, en hacer obra pública.
Zeferino Torreblanca puede ser un hombre autoritario, terco, soberbio, corrupto y cínico, pero nadie puede regatearle el hecho de que sabe administrar, y ya lo ha demostrado. Sin embargo, le tomó dos años comenzar a hacer obra pública. Fueron dos años perdidos no para el entonces alcalde, sino para el pueblo de Acapulco. Gracias a Manuel Añorve.
¿Sucederá otra vez así? ¿Cuánto tiempo le tomará a Walton empezar la obra pública que prometió? ¿Cuántos, de los tres años en el cargo, dedicará a responder demandas laborales o civiles, depurar la nómina, taponar las fugas de dinero, poner alto a los ladrones internos, pagar a proveedores y acreedores?
Cada día que pase sin que pueda llevar a cabo su programa de gobierno, el que ofreció durante su campaña, será un día perdido no sólo para su imagen pública, sino, sobre todo, para el pueblo de Acapulco, que no se merece más retrasos en la solución a los ingentes problemas que lo aquejan. Habrá que agradecerlo a Manuel Añorve.
Pero si algo hemos de reconocer al añorvismo es el valor de las dos mujeres que aceptaron continuar su gobierno hasta concluirlo, a pesar de la bancarrota evidente.
Ambas han de sentir verdadero aprecio por Manuel Añorve: Ana María Castilleja Mendieta pagó esa lealtad con una larga inhabilitación para ocupar puestos públicos. Verónica Escobar Romo apenas empieza a ver su suerte: ya se oyen algunas voces que le exigen cuentas y amagan con el juicio político. Pero el tiempo dirá.
La mujer está a punto de agregar 200 millones de pesos a la de por sí desorbitada deuda que dejó el titular del cargo. De hecho, ya presentó la solicitud al gobierno del estado. Pero varios diputados locales de izquierda ya advirtieron que no autorizarán un nuevo préstamo al municipio.
Está entre la espada y la pared. Pero, si no paga a los trabajadores, provocará una revolución. No terminaba de pagar, con retraso, la primera quincena de agosto, cuando ya le hacían otros reclamos: el ayuntamiento adeuda 50 millones de pesos al Issspeg, otros millones al Issste, más de 10 millones a casas de préstamo (pues aceptó descontar los créditos a los trabajadores y, en efecto, lo ha hecho, pero no ha entregado ese dinero a los acreedores), varias decenas de millones a proveedores diversos (entre ellos la empresa de recolección de basura Caabsa) y a las empresas que distribuyen agua de Capama en pipas (que apenas este viernes le hicieron una protesta frente al palacio municipal).
Todo mundo quiere su dinero antes de que termine la administración, justo en su peor momento financiero. La historia, pues, se repite y vuelve a exhibir a Manuel Añorve Baños como el peor presidente municipal en la historia de Acapulco, el que prometió un Acapulco de Diez.
Lic: Yeshica Esmeralda Melo Sánchez
enlaceconjessy@hotmail.com

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