Los arreglos entre Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón Hinojosa para imponer a los nuevos miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no solamente son vergonzosos sino que ponen en entredicho la imparcialidad de las decisiones que en el ámbito judicial se tomen en el futuro desde el máximo tribunal del país.
La pretensión de imponer a Alberto Pérez Dayán y Manuel Baráibar como relevos de Salvador Aguirre Anguiano y Guillermo Ortiz Mayagoitia en la SCJN, a pesar de que existen personajes con mejor preparación y perfil para hacerse cargo de los grandes asuntos que afectan de diferente manera la viabilidad de la nación, huele desde ahora a un descarado reparto de cuotas entre los partidos de la derecha con miras a garantizarse impunidad, así como a sus familia, a sus amigos y a los negocios que se realizan desde el amparo del poder.
Para no seguir contaminando un proceso que le compete en última instancia decidir a los integrantes de la Cámara de Senadores, tanto el presidente saliente como el mandatario electo deben sacar las manos de dicha elección, pues con su actitud dejan en el limbo la autonomía de la Corte, a la vez que atentan contra la división de Poderes plasmada en la Constitución.
La conformación de la SCJN no puede correr la misma suerte que ha llevado a instituciones como el Instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial –conformadas por amigos y allegados a algunos partidos- a perder la credibilidad y el prestigio entre amplios sectores de la población, pues caminar en dicha dirección conlleva el riesgo de presenciar mayores niveles de impunidad y corrupción entre la clase política nacional que los partidos de izquierda hemos tratado erradicar desde hace mucho tiempo.
Zancas,
ResponderBorrarQue se puede esperar de estos dos persoajes de baja estima y moral, ignorantes de una etica humana. Solo en Mejico se dan estos casos de violaciones a la conducta humana, que bien porque el Pueblo se deja que lo emancillen ya que no son sujetos de derecho.
suerte,
mam