ENTRE LA VERDAD Y LA FICCIÓN

Por Jorge  Falcón*
De los partidos políticos y demás

“Todo camino acaba en el mismo punto: La desilusión“-Oscar Wilde-
Los priístas sesionaron en sus municipios; bueno mientras unos se encontraban unidos; otros, se “aliaron” para buscar los caminos del “sano” consenso y poder llegar “pulcros” hacia donde les interesa: el poder por el poder.
Los acuerdos ya iban en mente de unos; y, en carpetas de otros. Las designaciones se habrán de dar en los que habrán de dirigir a los comités municipales del tricolor, en un par de semanas, mientras lo dicho y planeado logra ser consensuado entre los grupos. La costa grande, no es la excepción, pues se carece de un líder por estas parte de héroes insurgentes. No hay hombres y mujeres con personalidad política, ni carisma, menos con un discurso que logre concretar un solo bloque. Es por ello mandar delegados; y, hacen bien.
En breve lo harán los panistas, perredistas, verdespriistas; perdón ecologistas; los de movimiento sin ser ciudadanos. Comparsa de todos y amigos de nadie;  los petistas –de izquierda canalla y cínica- y los demás organismos que se acumulen. Todos, sin un perfil democrático.
Muchos políticos no escuchan. No entienden las observaciones de gente externa a los partidos, y a la parafernalia que esto implica. Los políticos no saben debatir; esto por su escasa preparación no tan solo académica, sino de propia información periodística mundial diaria; pues el obtener un título universitario, no los hace experto en tal o cual especialidad, sino para lograr la experiencia requerida se requiere de un ejercicio intelectual, de una preparación educativa. Y de ello, muchos, hartos, bastantes carecen. Hay ausencia de credibilidad.
Más anida en los organismos políticos, la plebe, la raza, la chusma, la morralla, el conglomerado, el lumpen, la masa, grillos, la caterva, chismosos, mitoteros, el montón, el “equipo” Gente de esa alcurnia de la polaca,  que evade la responsabilidad que la política como función social -ya como ciencia  sería demasiado exigir-  debe otorgar; y, responde con una “cultura política” ambigua, confusa, turbia, anatema, imprecisa, oscura, de mendicidad,  de indigencia, de miseria, de carestía, se diría que hasta inapropiada.
Los tiempos “modernos” de la política mexicana en el bufet de sus partidos oficiales  se ha pasmado, se congelaron, paleolítica, prehistórica, arcaicas, añejas. Es como su lenguaje: coloquial, que se circunscribe en cien palabras de caridad, bondad, clemencia, incluyendo tolerancia.
La farsa política, es una amenaza seria contra la gobernabilidad. No se puede mantener por mucho tiempo mentiras tras mentiras. Pues la farsa, termina en comedia y ésta en risas siniestras. México requiere construir verdades y éstas habrán de hacerse desde la sociedad, aunque parsimoniosa, ha entendido que es momento de recorrer el velo, ante tanta hipocresía y farsantes…embusteros de dios.

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