MEMORÁNDUM

Por Gerardo Ruano Cástulo
*** En nombre del medio ambiente

El diablo se sabe la biblia. Eso lo deduje leyendo los evangelios, en donde se narra la vida de Jesucristo. Cuando el humilde carpintero se hallaba en un profundo proceso de preparación mediante cuarenta días de ayuno, refiere la escritura que el demonio lo tentó haciéndole tres propuestas, y en una de ellas, cuando le pidió que se arrojara al vacío, citó un pasaje bíblico, aduciendo que si se tiraba, los ángeles lo habrían de salvar y proteger. Utilizó prácticamente la obra de Dios en búsqueda de concretar sus malévolos planes. 
Así es. Desde aquél día en que comprendí y me quedó claro que el Diablo se sabe la biblia y busca sacar provecho de ello, no me sorprenden las barbaridades de quienes utilizan el nombre de Dios para sembrar división y encono entre los mexicanos. Mucho menos, la actitud de quienes se dicen conocedores de las diferentes leyes y las utilizan para todo, menos para servir a sus semejantes. Un emblema, muy utilizado en los últimos días, son las reglamentaciones en materia ambiental, en cuyo nombre algunos hasta han llegado a ocupar espacios de poder.
Existe en nuestro país, hasta un partido político que lleva en su nombre la palabra Verde, y que según tiene como prioridad el medio ambiente, pero la historia y los hechos nos han mostrado que ese medio solamente ha servido para encumbrar al poder a un reducido grupo de personajes, que dicho sea de paso, no la han pasado nada mal en los últimos años. Y que la siguen pasando muy bien.
El caso es, que detrás de esa ardua defensa del medio ambiente, no siempre existen muy buenas intenciones. Si esos actores políticos y sociales que salen al paso a protestar por algo que consideran puede causar un mal impacto al ambiente, pusieran el mismo entusiasmo en acciones para mejorar, tal vez las cosas serían distintas.
Chilpancingo, por si algunos no lo hemos notado, atraviesa por un proceso de transformación. Las señales que se han mandado con el rescate de la Avenida Lázaro Cárdenas y las glorietas del área, no es solamente de que se trabaja a favor de una mejor imagen, sino que además, existe una conciencia plena, de parte del gobierno municipal, en materia de cuidado al ambiente. Esa zona de la ciudad, que lucía desolada y olvidada, hoy luce fresca y verde.
Tal vez algunos no se han percatado, que la inmensa mayoría de la gente de Chilpancingo avala un proceso de transformación. Desean que la capital del estado salga de ser etiquetada como una ciudad fea y sucia. Para eso es necesario un proceso de obras, y que mejor marco, que sea en el bicentenario de la Instalación del Primer Congreso de Anáhuac.
La obra del zócalo capitalino ha dado origen a diferentes redentores. Unos casi dan la vida a cambio de la de un árbol, que dicen estaba enfermo. Y otros, profesionistas, que se desgarran las vestiduras en solicitud de respeto a las leyes de impacto ambiental. Y todo sea en el nombre del medio ambiente, por el que no se sabe que hacen durante los otros 364 días del año.
Y es que así como el diablo se aferró a las escrituras para tentar al mismísimo Jesucristo, hay quienes se agarran del medio ambiente, para intentar frenar o retrasar lo que muchos anhelan: Un Chilpancingo diferente. Una capital con otra imagen.      
O ¿Será acaso, qué al igual que el diablo, sus intenciones son perversas? Todo sea en el nombre del medio ambiente. Esa es la cuestión.

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