TEORÍA POLÍTICA

Por Prof.  César Gutiérrez Farías
La muerte de los partidos políticos

Los partidos políticos son “asociaciones de individuos unidos por intereses, valores, proyectos y objetivos en común”, tienen dos características fundamentales, una ideología como elemento unificador y como criterio base de su acción política; el segundo componente es la toma del poder político, con la finalidad de ejercer los cargos públicos y así poder llevar a cabo el bien común, planteado en los principios de dicho partido. Lo que prevalece en la actualidad son los proyectos y las personas que las encabezan, ya no los partidos como ejes centrales de cambio y de respuesta a las necesidades de la población, esto  no indica, que no hayan estado a la par de la historia las figuras políticas, sino que su peso difícilmente estaba por encima de los partidos salvo algunas excepciones.
Es a partir de dos actores como se puede entender la muerte de los partidos políticos, a través del militante y a partir de la población en general; en el primer caso, todas las ideologías han sucumbido ante la seducción y la enajenación de la sociedad de consumo, lo que importa no es lo colectivo sino lo individual y la capacidad de adquisición. Se sigue siendo militante solamente a partir del beneficio personal o de grupo, ya no importan los principios de cada partido, si es que en el mejor de los casos se llegan a conocer, difícilmente el militante considera que el partido responde a sus intereses y compromisos, no es tan común que ahora se planteen compromisos con las ideas, la tendencia es  llevarlos a cabo con personajes concretos, donde pueda haber una “garantía” o probabilidad de respuesta a dichos acuerdos.
El segundo punto, el sujeto no militante, donde se da abiertamente una incredulidad y una desconfianza ante la política profesional, es decir, a todo el sector que vive de la función pública; dicho rechazo ha sido producido por décadas de espera de soluciones, las estructuras políticas no han respondido a las necesidades esenciales; el regreso del Tlatoani como esperanza de cambio, o la incorporación a un proyecto político con un rostro definido, deja sin fuerza al partido, ya no como figura central sino como medio para otros fines. La imagen del partido político se encuentra en segundo término como peso de poder, en primera instancia está la persona, su proyecto y la capacidad de credibilidad que pueda ejercer sobre los votantes.

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