ENTRE LA VERDAD Y LA FICCIÓN

Por Jorge Luis Falcón Arévalo*
La levedad de la  universidad autónoma de Guerrero
“No robarás” -Mandamiento de la tabla bíblica de Moisés-
Semblanza de desesperación entre fraudes, triquiñuelas, robos en becas y presupuestos, podredumbre administrativa, desvíos y corrupción. Nada ha cambiado. Desde su creación, el 22 de junio de 1960,  se vio inmersa en una serie de pugnas políticas, por lo que el 21 de octubre de ese mismo año estalló una huelga de estudiantes, que terminó en muertes y se manchó de sangre no tan solo la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), sino las calles de Chilpancingo. Incluso en el año de 1984 se pretendió cerrar a la UAG de acuerdo con la política del entonces secretario de Educación Pública Don Jesús Reyes Heroles de practicar la eutanasia a áreas degradadas de la educación.
El doctor Rosalío Wences Reza --quien ocupó la Rectoría de la UAG de 1972 a 1975, de 1978 a 1981 y de 1984 a 1987-- se llevó a cabo el I Congreso General Universitario como un acto de subsistencia de esta universidad, mismo que aunque contó con poca asistencia sirvió para plantear la necesidad de dar un nuevo giro a la institución.
Secuentemente en 1989, con Ramón Reyes Carreto a la cabeza de la UAG, tuvo lugar el II Congreso General Universitario, en el cual se planteó claramente la necesidad de revalorar la cuestión académica por encima de la política, así como la urgencia de una reforma a la legislación interna, lo cual no llegó a concretarse.
Le tocó dirigir a la institución a Marcial Rodríguez Saldaña, de 1990 a 1993, quien después de recibir una institución dividida (que se la unificó y entregó en bandeja de plata con ribetes de oro, en aquel entonces, el fallecido mandatario José Francisco Ruiz Massieu) tras un proceso electoral en el que hubo seis candidatos, anunció una nueva etapa para la Universidad Autónoma de Guerrero e incluso ponderó de realizar un plebiscito para cambiar la Ley Orgánica de la institución, lo cual no ocurrió.
Y así en el curso de la historia en  septiembre del año 2005, los ex rectores Rosalío Wences Reza, Ramón Reyes Carreto, Gabino Olea Campos (que durante su mandato, él mismo se firma su título profesional)  y Hugo Vázquez Mendoza -este expulsado de la institución por el Consejo Universitario, presidido por Nelson Valle, por un desvío de recursos por 25 millones de pesos- se unieron en un frente común y se pronunciaron en contra de que Valle López que apoyara a Germán Cerón, también acusado de desvío de fondos de la UAG. 
Finalmente, además de los candidatos ya mencionados también contendieron por el cargo Alberto Salgado Rodríguez, Maclovio Sautto Vallejo, Delfino Ortiz Guzmán y Rogelio Ortega Martínez, resultando “ganador” Dolores Arturo Contreras Gómez, en un clima enrarecido que provocó que Nelson Valle rindiera su último informe desde una radiodifusora, pues había “bastantes riesgos de violencia”, manifestó. Esa es la Universidad desde su fundación.
En éste siglo de contradicciones va a la contienda, Dolores Arturo Contreras  Gómez, ganó por más de 9 mil votos de diferencia, por lo que ante la imposibilidad de la segunda vuelta de nueva cuenta hubo una serie de impugnaciones, gritos, sombrerazos e insultos en los medios electrónicos a dicho proceso, mismas que como hace cuatro años fueron rechazadas, además de que el nuevo rector acusó al anterior de un desvío de recursos.
Se puede mencionar que hay avances en el orden académico en algunas Unidades; pero en el fondo de la institución permea la corrupción, la miseria de la condición humana, persiste  en un organismo donde debe prevalecer como hito universal la ética y la moral, como respaldo de los egresados para ser  y entenderlos como buenos educandos y profesionistas. Pero, se observa que desde la rectoría se escamotea, hurta y desvía los recursos económicos. 

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