Nuestra señora de la asunción, entre aromas de incienso y viciados

Por Jorge Luis Falcón Arévalo
Olores fétidos se respiran en el campanario y sitio de solaz esparcimiento del sacristán y el campanero. Allí donde ni las golondrinas se pueden parar, apesta desde orines, hasta cerveza. El sitio se ha convertido en un defecadero; en tanto en el atrio los piadosos cavilan sus pecados, adentro el párroco exculpa a condenados espirituales, arriba desde donde se conmina a los creyentes acudir a misa, los olores no son muy aromáticos.


Siendo un lugar concurrido por feligreses, la iglesia de “Nuestra Señora de la Asunción”, en Atoyac de Álvarez, se hace necesario que se hagan las supervisiones necesarias para lograr una sanidad en esa parte del santuario.
Pues se observa, un buen número de alcohólicos que han hecho de ese lugar, un sitio de reunión de amigos donde departen alcoholizados, en pleno centro de la ciudad a un lado del zócalo que es concurrido por propios y extraños.


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