Sebastián de la Rosa y el llamado al diálogo

Por: Ricardo Martínez Sánchez

Parece fácil y no lo es. Parece que siempre lo hemos tenido y no es así. 

Hace algunos días, Sebastián de la Rosa Peláez lanzó una convocatoria para el encuentro de los liderazgos al interior del PRD; el objetivo, dicho por él, “para poder sentarnos y literalmente darnos una encerrona política, que nos permita poner en claro estos asuntos de cuestionamientos y discrepancias que se tienen, porque finalmente a la sociedad lo que le interesa es ver políticos responsables, que estén pensando en cómo resolver los problemas del estado, y no cómo estarse descalificando entre ellos”.

Reto al lector a que haga la prueba con algún dirigente político que tenga a la mano, sea diputado, regidor, dirigente de algún partido político: pregúntele donde estaremos situados dentro de algunos años. Convencido estoy que no podrán ofrecer ninguna respuesta con fundamento; sencillamente no tiene la menor idea de dónde podría o debería ir el Estado, mucho menos su ámbito particular de actuación.
Mientras que para la mayoría de éstos sus problemas son la reunión de hace una hora, la reunión de la tarde, la grilla con el partido, los halagos al líder inmediato, su búsqueda del siguiente cargo. Nada más. 
Sebastián de la Rosa Peláez, preocupado, fue el único capaz de elevar la mirada e impedir que la confrontación al interior del PRD siguiera, y convocó al diálogo, llamado por cierto que funcionó.
Este llamado sirvió de mucho a algunos como David Jiménez Rumbo, quien recibió un respiro, cual peleador en un ring, o como Víctor Aguirre y Alberto Lopez Rosas, quienes no estaban en la pelea pero les sirvió para subirse; y hasta a Ríos Piter, agazapado por no saber responder por los pleitos de su aliado y principal promotor, Jiménez Rumbo, no dudó en aceptar. Mientras que Evodio Velázquez Aguirre está perdido en la primera página de la historia al negarse al diálogo, al buscar la confrontación directa , pero que seguramente entenderá y acudirá al llamado más temprano que tarde, o quedará al margen o excluido.
No sería extraño, incluso, que Sebastián de la Rosa haya sido motivado desde el  Comité Ejecutivo Nacional, conociendo sus habilidades de conciliador y quedando de manifiesto que su interés primordial es el partido, porque de ser lo contrario, colmilludamente pudo dejar que el conflicto escalara, y erigirse como la única corriente fuerte que no participa en confrontaciones estériles. Sin embargo decidió tender los puentes del diálogo  y ahora todo parece recomponerse en el PRD, para que cada quien prepare su estrategia rumbo a la contienda interna, dejando en un plano más lejano el 2015.
En Guerrero son pocos los grandes timoneles que guían el camino democrático y hoy están al frente con una visión de estadistas que sobreviven en las adversidades, como aquella que recuerdo borrosamente cuando en 2008 el entonces gobernador Zeferino Torreblanca Galindo pretendió aniquilarlo y fracturó la corriente Nueva Izquierda con la salida de Evodio Velázquez, las Mojica, Ramón Almonte, Gardea, Organis y Piter incluido, relegándola al cuarto lugar como fuerza al interior, pero que en el proceso pasado subió nuevamente al segundo sitio y ahora se prevé que recupere su supremacía en el consejo del PRD.   
Sebastián de la Rosa sin dudas está a la altura de los tiempos que le han tocado vivir. Tiene la visión de mediano y largo plazo que se requiere. Suscita esperanzas de renovación y superación, para hablarles a todos los ciudadanos y unirlos en una causa común.
No podemos eludir el tiempo. Inevitablemente hay que vivir las primeras fechas. Después del 7 de septiembre,  sabremos mejor lo que podría pasar en el 2015. Al tiempo.

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