MEMORÁNDUM

Por Gerardo Ruano Cástulo

*** La fama de Ayotzinapa y Ceteg.

Nadie en su sano juicio está a favor de la violencia. Mucho menos a favor de que se lesiones los derechos de los demás. Está no es la vía para exigir justicia. En todo caso, si parece la ejecución de un plan para desestabilizar un estado, en donde la gran mayoría desea la paz. Así es. Las manifestaciones de solidaridad hacia las familias de los jóvenes asesinados en Iguala el pasado 26 de septiembre han sido muchas. Como también lo han sido, a favor de que pronto aparezcan los 43 normalistas desaparecidos. Creo que nadie está contento con los hechos perpetrados por el crimen organizado, que se ha metido hasta la medula de algunas corporaciones policiacas.

Los testimonios indican, que nadie en la capital del estado, escenario de los disturbios y barbaridades de Cetegistas y Ayotzinapos, se levanta de la cama deseando tener un mal día. Creo que todos se levantan con el deseo de encontrar paz y tranquilidad. De contribuir con su esfuerzo diario a mejorar las condiciones de sus familias y su entorno. Por eso, han aceptado la disposición del gobierno del estado, en el sentido de suspender labores y actividades escolares, a efecto de no caer en un acto de provocación, porque es evidente, que a eso parecen apostar quienes están detrás de éste movimiento, cuya prioridad no parece ser la exigencia de justicia por los asesinados y el regreso de los normalistas desaparecidos, sino sembrar el caos y la anarquía, para crear una imagen de ingobernabilidad y pedir la dimisión del Gobernador Ángel Aguirre Rivero.
Las expresiones, después de la violencia mostrada por Ayotzinapos y Cetegistas, giran en torno a un cese a éste tipo de hostilidades y barbarie. A encontrar la vía más adecuada para pugnar por la justicia y regreso de los normalistas desaparecidos. Todo, pero mediante el camino que garantice el respeto al derecho de los demás. A quienes moramos en Chilpancingo, no nos pidieron permiso para adueñarse de la plaza cívica. Como tampoco, han buscado los canales para comunicarse con los demás sectores productivos de la ciudad, que están siendo afectados, como es el caso del transporte, que ya se manifestó en repudio a sus métodos violentos y en petición de mantener un clima de paz y armonía. 
Quienes vivimos en ésta bendita tierra, cuna de los sentimientos de la nación, hemos visto a los que se han subido a ese barco, aprovechando el momento crítico. Y lo han hecho, por su estilo oportunista, ya que ellos mismos han callado, ante la toma del ayuntamiento capitalino y daños generados a éste, que en esencia nada tenía que ver en el asunto. Lo que ejemplifica la perversidad de los objetivos. Y lo que es aún más grave, haciendo uso del luto y dolor de familias que si han perdido algo de inmenso valor.        
Quienes vivimos aquí, sabemos y conocemos la fama que ha creado por años Ayotzinapa y la Ceteg. Y no es casual, que al margen de los condenables acontecimientos del 26 de septiembre, se hayan ganado a pulso un enorme rechazo social. Han hecho muy poco para generar progreso y bienestar en la sociedad. Se les va la vida en protestar y estar en contra de todo, y a favor de nada. Ese método ha cansado a la gran mayoría de la población. Menos a los que gustan de ese circo. Y menos aún, a quienes pudieran estar auspiciando ésta barbarie.   
El punto es, que la gran mayoría deseamos paz y  armonía social. Y por donde se vea, la violencia no es la opción. La provocación tampoco lo es, porque la vida de un ser humano, es el tesoro máximo del universo. Esa es la cuestión.

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