MEMORÁNDUM

Por Gerardo Ruano Cástulo

*** ¿Todo es culpa del gobierno?

La forma más fácil de enfrentar las situaciones, es la búsqueda de excusas y pretextos. Evadir la responsabilidad es parte de nuestro mundo de la normalidad. Endosar y repartir culpas ha sido uno de los deportes favoritos y por excelencia. Al final del día, las cosas siguen igual o van a peor, por la sencilla razón, de que para muchos, el gran responsable de todos los pesares es el gobierno. Qué cosa más absurda.   

Así es. No es cosa menor lo que estamos viviendo en Guerrero. No se puede ser insensible y minimizar la barbarie del 26 de septiembre. Sin embargo, el asunto no se habrá de resolver con el cambio de gobernantes. Porque los hechos, no solamente deben servir a ellos, sino a toda la sociedad para aprender y crecer de la experiencia.
La lección es muy dura, debo decirlo. Los muertos y desaparecidos hablan de un grado de descomposición que debe ser atendido. No solamente por las instancias gubernamentales, sino por todas las expresiones de la sociedad, comenzando por el seno familiar y pasando por las aulas escolares.  
Los familiares de los muertos exigen justicia y los de los desaparecidos resultados a la mayor brevedad posible. Eso es entendible, porque el dolor es grande. Y también lo es, que a ese tragó amargo se hayan sumado muchas voces porque habla de los buenos sentimientos. El punto es: ¿Qué lección sacaremos de esto como sociedad? ¿Seguir culpando al gobierno es la única alternativa?
Existe un adagio que dice: “Los pueblos tienen a los gobernantes que se merecen”. Bajo esa consideración, es claro que hemos hecho mucho como sociedad, para llegar al grado de descomposición que tenemos. Desde el seno familiar hemos fallado. Escuchamos decir que los tiempos de antes eran mejores, para tratar de ocultar la falta de capacidad para ponernos al día. Olvidamos, que los tiempos de hoy son diferentes, y que lo que se requiere, es de padres de familia acordes a los nuevos tiempos, y que no vivan en el pasado. Que se pongan las pilas. Que se den cuenta, como se decían en el barrio: “Que los perros ya no se amarran con longaniza”.
Algo se tiene que aprender de la experiencia. Culpar al gobierno es la vía más fácil. La excusa que no nos ha dejado crecer como personas. El pretexto que nos mantiene hundidos en el mundo de la normalidad, en donde la mediocridad y el conformismo es la constante.   
El punto es, que si seguimos en la misma ruta, aún nos hace falta ver lo peor. Porque gradualmente se está gestando un grado de inconformidad, impulsado y motivado por manos oscuras, para que se implante en el poder a un tirano. Las tiranías encuentran en ese grado de descomposición el campo más fértil. El de mayor productividad para sus nefastos fines. Bastaría con revisar la historia.
Existe una crisis brutal de liderazgos. Por eso en las familias, escuelas, instituciones y organizaciones se ha perdido la brújula. Hoy, más que ayer, es importante apostar por mejores personas. Los grandes cambios comienzan con los primeros pasos que da cada ser humano. El gobierno no va a cambiar lo que está en tus manos. Es un error actuar como discapacitados, cuando el tener mejores niños y jóvenes depende exclusivamente de la familia. Solo así, con mejores personas, tendremos mejores gobiernos. No con revueltas, que han beneficiado a tiranos. Y de eso, no tiene la culpa el gobierno. Esa es la cuestión.

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