MEMORÁNDUM

Por  Gerardo Ruano Cástulo

*** La barbarie cansa

A dos meses de la barbarie de Iguala, sigo creyendo que tiene razón el profeta Óseas, cuando dice, “mi pueblo perece por falta de conocimiento”. La ignorancia sigue siendo el ingrediente principal, que ha generado toda la ola de corrupción, impunidad, inseguridad y violencia. De esa misma ignorancia, se han valido también, hay que decirlo, quienes se envuelven en la bandera, cual Juan Escutia, para encabezar movimientos de supuesta conciencia, en donde el vandalismo, la violencia y la anarquía son sus métodos de enseñanza.
Y lo peor, que lejos de la exigencia de justicia, se aprecia que buscan planchar el camino a otros proyectos políticos, igual o peor de ambiciosos de los que hoy hay muchos en el país.
Así es. Nadie en su sano juicio, a dos meses de la barbarie, puede decir que en Guerrero no pasó nada. Existe un clamor de justicia, que se ha extendido más allá de las fronteras del país. El punto es, que si bien es cierto, el grado de inconformidad es grande, ante la gota que derramó el vaso, ante la colusión de políticos con la delincuencia, lo que también es cierto, que hasta hoy, el movimiento ha aportado muy pocas cosas positivas, luego de que la violencia y vandalismo, como formas de operar, no han caído bien en muchas familias, especialmente en la capital del estado, en donde el hartazgo por la toma de la plaza central comienza a crecer.    
Estoy consciente, que la muerte de seis personas y los 43 desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa debe servir de mucho para nuestro estado. Las enseñanzas se deben de tomar. Una de ellas, es la mayor convicción en la participación ciudadana, en el sentido de no solapar la asunción al poder, de personajes cuya honorabilidad se encuentre en dudas o bajo sospecha. El voto es libre y secreto al final de cuentas. 
Tal vez se debe pugnar por la apertura del referéndum, a efecto de que la ciudadanía pueda ponderar la permanencia o no de un político en su cargo. Creo que la revocación de mandato, en un país que aspira a una democracia plena, debiera ser parte normal del escenario. Por otra parte, me queda claro, que cerrar el paso a la impunidad y la inseguridad, no son cosas simplemente atribuidas a los gobiernos. Siempre es más fácil eludir la responsabilidad. Siempre es más fácil culpar que proponer. Siempre es más fácil destruir que construir. El punto es, que eso a la postre cansa. Más aún, en el tiempo que estamos viviendo, en el que, por sí algunos no lo saben, se reclama de más decisiones sabias. Se impone la educación como la mejor vía para llegar a la evolución.
Por eso sigo creyendo que el profeta Óseas tiene mucha razón. Hoy la ignorancia del pueblo está entre dos fuegos. Por un lado las omisiones y yerros del gobierno, y por el otro, de quienes saben sacar jugo con movimientos, de esa misma ignorancia. Porque son muchos los que saben que hoy los que andan ahí, sin el mayor recato, fuera de las aulas, cobran puntualmente sus quincenas, que el gobierno tan gentilmente les deposita. Y si vamos más fondo, es dinero producto de quienes pagan impuestos: el pueblo. En pocas palabras, ¿Cuál lucha de conciencia? Es a ellos, precisamente a ellos, a quienes también les interesa que siga imperando la ignorancia. De no ser así, se acaba el negocio.     
Existe una gran tarea pendiente: educar. Esa sería, sin lugar a dudas, la mejor manera de honrar a quienes han sido víctimas de toda la barbarie. Podemos aspirar a algo mejor y con mejores decisiones. La barbarie cansa. Esa es la cuestión.

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