LAS HUELLAS DE LA VIDA


Por Raul Roman

Toño vargas “el perro” “la voz de oro… inolvidablemente! 

¡La vida es un concierto de sonidos y silencios!… y este día, desde el cielo escuchamos una voz familiar, única, incomparable, inolvidable, irrepetible, amistosa y eternamente amorosa… Toño Vargas le canta a Dios, a los ángeles, a su familia y… amigos que los acompañan.  


“Y desde la gloria eterna les recuerdo: Mis padres me pusieron José Antonio Vargas, nací en un poblado hermoso que se llama Ayutla de los Libres, el 8 de enero de 1948; mis padres fueron Juan Navarrete Paulino y Guadalupe Lorenzo Crisanto, él de Ometepec y ella de mi tierra, por lo que pueden pensar que somos costeños de cepa. Mis hermanos son: Antonio, Martha, Carlos, Francisca, María de Jesús y Olga, todos muy hermosos y excelentes personas, pues los valores que nos inculcaron nuestros padres son inolvidables.

 Y ya ven, de chamaco es uno inquietísimo y por eso me pusieron un apodo universal… fue entre la banda, la broza de la escuela, y así se me quedó para siempre.   
De muchachillo, mi padre sembraba, quemaba tabique, hacía carbón y yo pegado con él, por lo que aprendí la siembre de maíz, de frijol, calabaza y arroz, para orgullo de mi familia.
Mi madre decía que desde los 7 años empecé a cantar… después nos tuvimos que ir para El Cayaco, en el municipio de Coyuca… allá continué con lo que siempre fue mi pasión de vida: la cantada y seguíamos el trabajo del campo, del campesino, de los que damos de comer a todo el mundo. Cuando mi mamá me mandaba a dejarle la comida a mi papá, me gustaba ir cantando por los caminos costaneros y si había alguna fiestecilla, pues le entraba con más ganas.
 Más adelante, así pues, ya “varejoncito”, me invitaron a cantar… y ora si, de ahí pa´l real… echaba unos “palomazos” cada vez que podía y al ver que a la gente le gustaba, empecé a darme cuenta que me había llegado una gran bendición, pues sentía y vivía el don que Dios me dio y que me convenció que era mi destino: el canto.
 Empecé con la Orquesta de Toño Barrientos en San Jerónimo de Juárez, adonde me permitieron iniciar una carrera musical inolvidablemente hermosa para mí.  
Después llegó una gran oportunidad: La Sonora Modelo de Petatlán, me abre sus exitosas puertas del telón artístico y con ellos paso casi dos décadas de alegría, diversión, vivencias y fiestas interminables, toda una sinfonía de luz, color y música. Llegamos a presentarnos en los mejores escenarios guerrerenses, para ambientar las celebraciones que nuestro pueblo acostumbra.
  Más tarde y ante la transformación del grupo anterior, conozco a Ethel Diego, el director artístico del legendario grupo musical de “Los Hermanos Chinos” de Espinalillo y ahí se hizo época de oro en toda la costa guerrerense. Me fascinaba cantar e interpretar los éxitos del momento y, si eran románticas, máaaaas.
 La sonrisa del público se volvían lo más hermoso que tiene el ser humano y ahí ya me encarreraba con “Nayla” y “Mi Regalo”, que eran las que las personas alegres preferían, pero no había mayor felicidad que dedicarles “Sentencia”, ahí si recibía muchos aplausos y felicitaciones, después seguían “Remolino”, “Consentida” y todas las de la Santanera, para pasar a las cumbianchas…
 Para esto y en un una fiesta de XV años en el bello puerto de Zihuatanejo, conocí a una de las mujeres más hermosas del mundo… Orfelina Orozco, a la que todos le decimos “Ito”, que fue quien compartió conmigo 39 años de feliz matrimonio, en los que nacieron: Cecilia y Guadalupe, que me han dado nietos tan hermosos con David Antonio y Luz Adriana… y a todos los quiero mucho… pero mucho. Los nietos se quieren igual que los hijos y, por eso, quería ser como el abuelo de los cuentos, pues disfrutaba mucho ir por ellos a la escuela, llevármelos al terreno y amarlos mucho. 
 Así llegó el tiempo de emigrar y fueron Los Junior´s de San Jeronimito, los que me permitieron seguir en el arte… con ellos nos presentamos por todos los puntos cardinales de nuestro estado guerrerense. 
Mientras seguía realizando presentaciones había que trabajar más, así hacía trabajos de electricidad, me ponía a vender en una taquería, en una marisquería o fruta ranchada, o bien, les llevaba comida a mis paisanos, cuando edificaban los hoteles del hermoso “lugar de mujeres”.
 Hasta que hice amistad con un hombre que me permitió acompañarlo musicalmente por largo tiempo, al lado de su órgano mágico, Julio César fue mi acompañante permanente, y nos emplearon en uno de los centros más románticos en el suelo costeño, pues José Luis Cobo nos abrió, de para, en par, El Canto de las Sirenas, para lucir nuestras mejores melodías románticas… era un honor y un amor cantar para todos ustedes.
 Claro que tenía que asistir personalmente a los cumpleaños de mis amigos y aunque no hubiera invitación, ya sabía que me esperaban para echar unos alcoholes, dedicarles unos cantillos y compartir la risa y la felicidad. 
 A la vez, participé el “Día de la Enfermera” y en cada aniversario de la radio local, como también en los carnavales zihuatanejenses, pero donde si me perdía era en el “Día del Músico… y aquí hago una mención especial, pues cada día de Santa Cecilia teníamos que reportarnos a Corral Falso, ahí está la mera mata de músicos y cantantes y lo siguen festejando de rechupete… es inolvidable esa fiesta costeña.  
Con mi “vieja” nunca hubo una discusión, ni una pelea, jamás disputábamos nada, siempre bien amorosa y señora de su casa.
En ésas andaba cuando me llega el día para grabar dos temas del maestro Félix Echeverría, y en forma complementaria, me llama Toño Urbina para ponernos de acuerdo con un tema de poca abuela: ”Bendito Puerto” que es una melodía que me la hizo “El Marinero”, como un traje a la medida… como lo disfrutamos los dos…
“Hoy vuelvo
hoy vuelvo al pueblo queee
me vio crecer
“bendito puertooo”
¡Ayyy, corazón! Pura miel en penca. Y Así fue mi vida y pasé a otra dimensión espiritual, como siempre lo quise: ¡caaaantaaaandoooo! … ¡Ahí nos vemos! ¡Ya es hora de cantarle a Dios-padre!
Y Toño afirma, reafirma y confirma: - Las palabras son de él, yo solamente las acomodé …
*Morir Cantando*
¿Cuántos años…? no lo sé,
desde que nací empecé
a vivir las emociones;
yo en vez de llorar, canté
y hasta hoy no sé por qué:
son mi vida las canciones.
Me da igual cantar ranchero,
esas tonaditas nuevas
o un auténtico bolero;
si la música me lleva,
cual recluta en una leva:
para mí no es nada nuevo.
Gente que me aplaude tanto:
sepan que les agradezco,
los halagos a mi canto…
yo no sé si los merezco.
Yo de sus aplausos vivo
y eso me llena de orgullo,
para mí es un gran motivo:
que mi canto lo hagan suyo.
Dios sabe que sus halagos,
los llevo en mi alma ceñidos;
ustedes son mis amigos,
díganme como les pago:
si es un abono lo que hago…
sigan cantando conmigo.
Siempre estaré agradecido:
que me sigan aguantando;
por eso a mi dios le pido,
me deje… ¡¡morir cantando!!




1 comentario:

  1. bonita cronica de la vida de mi amigo toño "el perro", deberias de subir mas información de este tipo en tu prestigiado diario amigo chon. saludos. te recordamos amigo perro.

    ResponderBorrar