MEMORÁNDUM

Gerardo Ruano Cástulo

*** ¡Cuidado con la ambición!

Esa mañana, el leñador se dirigía a continuar con sus labores de tala. Tenía un pedido importante que entregar. Por consiguiente iba a prisa. Al avanzar rápidamente, no se percató de una rama que estaba atravesada en el camino y tropezó. De tal suerte que su hacha se le cayó, rodando hasta el fondo de un lago que se encontraba a unos pasos.

Al ir en busca de su herramienta de trabajo, ya casi cuando se metía al lago, se le apareció una sirena que salía del agua. Entonces, ésta la preguntó: “¿Qué buscas buen hombre?” Un poco impactado por lo que veía, el leñador tardó para contestar, sin embargo lo hizo diciendo: “He venido en busca de mi hacha que se me cayó al lago”.
La sirena le comentó, que al parecer había visto su hacha en el fondo y que si gustaba le ayudaría. El leñador aceptó y la dama con cola de pescado se sumergió en el agua. Pasados unos minutos, regresó con un hacha de bronce y se la mostró al hombre. Le dijo: “Aquí está tu hacha”. A lo que el leñador respondió: “Esa no es mí hacha”.
Al escuchar la respuesta, la sirena se volvió a sumergir en el lago. Un tiempo después salió, pero ahora con un hacha de plata, para mostrársela a su amigo. Al verla el leñador, le dijo: “Esa no mí hacha”
Acto seguido, se volvió a meter al agua para salir en unos minutos y traer con ella otra hacha. Ahora era de oro. Al verla el leñador, le dijo que esa no era su herramienta de trabajo, así que le pidió de favor, que si podía volver al fondo, para ver si encontraba el hacha.
Por supuesto que la sirena le hizo caso. Fue otra vez en busca y en breves momentos regreso. Ya traía en sus manos, el hacha con mango de madera del leñador. El hombre se alegró al ver su herramienta de trabajo y le agradeció a la sirena, quien al ver la alegría de su amigo, le dijo que en retribución a su humildad y prudencia, al no dejarse deslumbrar por la ambición, también le regalaba las otras tres hachas. De tal modo, que la honestidad siempre tiene grandes premios. 
El punto es que existen en la vida muchas tentaciones. Cuando se tiene en manos un hacha con mango de madera y se ve una de metal valioso se puede deslumbrar el ser humano. Eso suele pasar en diferentes campos de ésta experiencia terrenal. En el terreno político no es la excepción.
Vemos que algunos personajes fueron elegidos para desempeñar un alto cargo público, en donde, lejos de tomar el mango de madera con cariño, suelen emocionarse con otros que deslumbran. La ambición en todo su esplendor sale a flote. Por ejemplo: ¿Cuánto tiempo llevaba en la rectoría, cuando ya andaba pensando en la gubernatura, el ampliamente publicitado, Javier Saldaña Almazán?
Todo indica que se deslumbró con un hacha de buen metal. El punto es, que no le alcanzó y hoy regresa, a donde debía haber puesto toda su atención. Dicen los que le conocen, que haber, si ahora que ya no anda tan ocupado en otras cosas, comienza por llegar puntual a sus eventos. La puntualidad no ha sido su mejor virtud. Y bueno, en lo personal, creo que hizo bien en hacer convenio con el programa: “Ver bien, para aprender mejor”, No sé, si él debiera ser el primer beneficiario de ésta firma.

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