MEMORÁNDUM

Por  Gerardo Ruano Cástulo

*** Adolfo Calderón y la elección de la séptima

El enfrentamiento era considerado el evento de la década. Se encontraban en la mesa, los dos ajedrecistas más buenos de la región. Su trayectoria era invicta. Llevaban más de 10 años jugando y ganando a diferentes adversarios. Habían recibido grandes retos y de todos ellos salieron con el brazo en lo alto. Ahora se encontraban frente a frente.

No había vuelta atrás. Era el juego decisivo. Ya habían jugado 14 partidas y en todas ellas habían empatado. Entonces acordaron que el juego 15 sería hasta encontrar un ganador. No habría descanso. Si alguien se retiraba perdía. Así de simple. Ahí comerían y sin dormir seguirían la partida. La rivalidad era enorme y ambos querían alzarse con el nombramiento del mejor de los mejores. 
La noche previa, de manera curiosa, ambos habían tenido un sueño. Estaban inquietos por esa razón. Los dos habían visto un árbol en el desierto. Algo inusual en un lugar árido. De hecho, era evidente que el árbol la estaba pasando muy mal. De pronto, ahí llegaban dos personas, que al ver la embestida del calor y la falta de agua, decidieron sumar esfuerzos, para lo cual llamaron a más personas, que hicieron posible llegar agua al lugar, a efecto de que el árbol se mantuviera verde y frondoso. El esfuerzo valió la pena, los frutos fueron muchos. El árbol se convirtió en un símbolo de unidad y esfuerzo compartido. En un ejemplo de que es posible hacer cosas grandes, cuando todos trabajan en la misma dirección. 
Ya llevaban 12 horas de juego. El juego estaba muy cerrado. No había nada para nadie. De repente, ambos se levantaron de la silla al mismo tiempo. Como si hubiesen estado programados. El juez quedo atónito. El público tampoco sabía de qué se trataba. El hecho, daba a entender que seguía el empate. Los dos ajedrecistas se acercaron. Se dieron la mano. Se fundieron en un abrazo. Se dijeron unas palabras en lo corto. Después ambos esbozaron una sonrisa. Habían hablado de sus sueños.
Antes de que se decretara el empate, los que habían sido rivales, optaron por fundar una escuela, para poder transmitir todas sus enseñanzas a las nuevas generaciones. El sueño les había avisado, de que juntos podían servir de oasis en el desierto. De que podían hacer más por la gente estando juntos, en lugar de estar perdiendo el tiempo en una rivalidad. Al final, los frutos surgen cuando existe la suma de esfuerzos en una misma dirección. 
Hoy se viven tiempos de alta competencia en la sección más grande del SUSPEG, la séptima, que aglutina a la burocracia del estado. La participación del líder estatal de la organización, Adolfo Calderón Nava, ha sido profundamente respetuoso del proceso electoral para elegir a la nueva dirigencia seccional.
Se esperaba así, porque si bien es un árbitro imparcial y comprometido con la democracia sindical, habría que recordar, que todos los equipos que hoy buscan el espacio de dirigencia, fueron juntos con él en las elecciones por el comité central ejecutivo. Se imponía un ambiente de alta competencia. El punto es, que los actores tengan la madurez, después de las elecciones del 27 próximo, para sumarse en una misma dirección. La unidad será el gran reto.
La participación de Adolfo Calderón ha sido neutral y para aportar en la ruta de la unidad y fortaleza de la sección. 
PARA ESCRIBIR A CASA: El presidente Peña Nieto vino a inaugurar el tianguis turístico diciendo que puso todo su esfuerzo en regresarlo a Guerrero. Lástima, que la gran mayoría queríamos que regresaran los 43. Esa es la cuestión.

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