MEMORÁNDUM

Por  Gerardo Ruano Cástulo

*** Las campañas y el poder de la palabra

Era el año de 1954. La cita es, en el estadio principal de Berna, capital de Suiza. Se celebra la final de la copa del mundo de futbol. Los húngaros aparecen como los amplios favoritos, puesto que llevan una racha de triunfos impresionantes. Aquella Hungría, era una máquina para jugar al futbol. Los demás equipos, se veían amateurs a lado de ellos. Todo pintaba para una fiesta de los húngaros, que ya se saboreaban el campeonato del mundo.

Su rival era la selección de Alemania Federal. Ya se habían enfrentado en la fase normal de grupos. El resultado explicaba la razón, por la cual Hungría aparecía como la amplia favorita para ganar el título, OCHO GOLES A TRES. Una verdadera goliza. Y a una selección muy buena, como lo es la alemana.
Todo pintaba, por lo mostrado en los juegos previos, que los húngaros darían cátedra en la cancha. Se vislumbraba un juego en donde brillaran las estrellas de la selección de Hungría. Se presagiaba la algarabía de sus seguidores en la tribuna.
Sin embargo, la historia fue diferente. El partido se tornó cerrado y complicado para los húngaros. Los Alemanés se veían renovados. Sus rostros pintaban seriedad, como siempre, pero con una mayor determinación. Estaban jugando a tope. Estaban dejando todo en la cancha. Ponían todo el corazón en cada jugada. 
Al final, la fiesta húngara se desvaneció. Sucumbieron ante ese equipo renovado. Ante esos once jugadores que no tenían espacio para pensar en el ocho a tres de hacía unos días. Ese era el partido más importante de sus vidas y lo ganaron. TRES A DOS fue la cifra definitiva. Alemania se alzó con la copa del mundo.
Algo pasó con aquél equipo que se veía derrumbado después del 8 a 3. Algo pasó en el vestidor. Algo sucedió durante las charlas de los entrenamientos. La conclusión que saco, es que el cuerpo técnico poseía la más poderosa arma del mundo: “EL BUEN USO DE LA PALABRA”. Una palabra, seguramente movió hasta el fondo de su ser, a esos once guerreros de la cancha, para demostrarse a sí mismos, que no hay rival pequeño, y que al igual que en la biblia, David podía vencer a Goliat. 
Lo anterior, lo traigo al entorno, por los mensajes que se están manejando en las campañas. Veo a un candidato que le apuesta a la recuperación de la fe. Pero la pregunta es obvia: ¿Cuántas veces, la gente ha creído y le ha ido como en feria?
En tanto, por el lado del PRI y Verde Ecologista, se ve a un candidato que viene de ese 8 a 3 en 2005, y que ha inyectado en su gente el deseo de ponerse la camiseta y buscar el orden y la paz que tanto se anhela en Guerrero. Creo que Héctor Astudillo Flores ha venido manejando de manera extraordinaria el don de la palabra. Es palpable la determinación y ganas de triunfo que trae su equipo. Hoy luce diferente al 8 a 3 de hace unos años. Su equipo tiene un objetivo muy claro. Y eso, en gran medida, se lo debe al buen uso de la palabra de quien se perfila para ser el próximo Gobernador del Estado.
PARA ESCRIBIR A CASA: Por cierto, si todo va bien para la causa del PRI, en la recuperación de la gubernatura, ¿Por qué desde el centro del país, se ponen piedras con Javier Guerrero como delegado? Esa es la cuestión.

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