MEMORÁNDUM

Gerardo Ruano Cástulo

*** Todo pasa por algo, concluye Astudillo

Era tarde, el conductor tenía que llegar a una cita médica. A consecuencia del trabajo, que se había alargado, luego de que la junta se viese enriquecida con muchas propuestas de los participantes, todo indicaba que llegaría tarde a la cita. Sin embargo, lucía relajado. Tranquilo y confiaba que las cosas saldrían bien.

Para completar el asunto, el tráfico era intenso. Al llegar al centro de la ciudad, ya cerca del centro de especialidades al que se dirigía, la circulación se detuvo. Un vehículo frenaba y paraba para bajar algunas cosas. Fueron varios minutos de maniobra. Tenía la opción de oprimir el claxon, más no lo hizo.
Su administradora, que viajaba con él, se veía impaciente, puesto que sabía de la importancia de la cita médica. “¿Cómo es posible?” preguntaba al aire. El conductor en cambio, solamente sonreía. Parecía que se divertía con lo que estaba sucediendo.
Entonces su administradora le preguntó: “¿No le preocupa llegar tarde a la cita médica?”. A lo que él respondió: “Relájate y vamos a disfrutar del plan”. La joven estaba inquieta, ya que conseguir un espacio para estacionarse en pleno centro era casi misión imposible, y con pocos minutos para la cita, todo parecía adverso. 
Pese a todo el escenario, que lucía complicado, avanzaron después de que terminó aquél carro de descargar y justo cuando llegaron al centro de especialidades, sucedió que un carro se movía de su espacio de estacionado. Así es. A la hora en que llegaba, alguien le dejaba el lugar para estacionarse. Al ver esto, la joven quedo sorprendida. El conductor solamente volteó a verle, y con una gran sonrisa le dijo: “Ya ves, el plan nos tenía preparado el retraso, con aquél carro que descargó, para que llegáramos a tiempo a estacionarnos”. Todo sucedió en el momento preciso. Nada antes ni después. Así de exacta es la magia del “sincrodestino”, como la describe Deepak Chopra en el libro del mismo nombre.
De hecho, en concordancia con la anécdota, todo sucede en la vida por alguna razón. Todas las experiencias, buenas y malas, nos han traído hasta el lugar en el que nos encontramos. Así lo entiende el candidato a la Gubernatura de la alianza integrada por el PRI y el PVEM, Héctor Astudillo Flores, quien en su arranque de campaña, al reunirse con un nutrido grupo de periodistas de la entidad, les dijo que lo ocurrido en 2005 tenía que pasar como sucedió. Que de la derrota ha aprendido. Que de lo adverso ha sacado muy buenas enseñanzas.
De entrada, el que haya iniciado campaña en su casa y rodeado de su familia, es un buen mensaje para el electorado. Esto habla de un candidato, que además de apostar por los valores, envía un mensaje de transparencia. Paz y orden, son su bandera de campaña. Y su objetivo, es encabezar un proyecto que aporte, en la búsqueda de evitar la caída libre en la que va el estado. Apuesta a un trabajo de propuestas y de debate de ideas. Nada de confrontación.
Astudillo Flores, hoy sabe, por lo mostrado en su arranque de campaña, que lo ocurrido en 2005 es parte importante para que hoy sea de nuevo candidato. El plan lo ha llevado hasta este lugar y ha dejado en claro, muy en claro, que pondrá toda su energía, dedicación, entrega y talento, para aprovechar la grandiosa oportunidad que el plan le brinda. Por algo, se entiende, hoy es de nuevo candidato a la Gubernatura. Y por algo, hoy aparece con grandes posibilidades de ganar. Esa es la cuestión.

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