CORAZÓN COSTEÑO

Breve Historia de la Costa Grande

Durante el predominio de los Mexicas se tuvieron que aportar diversos tipos de tributaciones, como lo marcaban sus consideraciones, estimaciones y calendario de cobros, que podrían ser cada 80 días y/o de forma anual, con productos propios de la región o confeccionados por los artesanos locales, como: conchas marinas, objetos de piedra verde, algodón, pieles, plumas, pescados, cacao bermejo, vainilla, árboles frutales, maderas preciosas, como el cedro rojo, el bocote, resinas y una variada exposición de fauna, con aves boscosas y selváticas de hermosos plumajes, también productos marinos como caracoles, el codiciado coral negro y perlas preciosas que llevaban como finalidad el arte decorativo.  

 Según la “Matrícula de Tributos”, cuyo documento se llevaba para ejercer el control de la recaudación, adonde se tributaban productos agrícolas, en especie y minerales, también se tenía que aportar miel, mantas y copal.
 Se considera que toda esta tributación se hacía indirectamente, pues se concentraba y se canalizaba en el actual poblado de San Luis de la Loma, pasando a través de la provincia de Tepecoacuilco, por ser el punto geográfico y administrativo inmediato, hacia y hasta el centro de México. 
 De acuerdo con el códice Mendocino 8 el aporte significativo era con mantas de algodón, hachillas de cobre en forma de T, conchas coloradas, plumas preciosas, chalchihuites, que fueron especies de esmeraldas, piedras preciosas, oro, fauna marina y animales vivos.
 Todo ello era controlado, clasificado, cuantificado y transportado por los calpixes mexicas, que fueron una especie de capataces recaudadores, en las dos o tres visitas que realizaban anualmente a sus tierras de dominio.
 Durante el mismo reinado de Ahuízotl, entre 1486 a 1502, los Mexicas conquistaron y dominaron a 45 poblaciones más, desde Zacatula hasta Atoyac, como se enuncia parcialmente a continuación… 
Matrícula de Tributos
Zacatollan (Zacatula): “lugar del tule-zacate”
 Cuayúhcac (Coyuquilla): “en la espesura del bosque”
 Apancalecan (noroeste de Ixtapa): “lugar de casas con azotea”
 Xihuacan (este de Petatlán): “lugar donde tienen turquesas”
 Petatlán: “entre los petates”
 Xolochiuhyan (Juluchuca): “lugar donde hacen esclavos”
 Iztapan (Ixtapa): “sobre la sal; salina”
 Nuchco (Nuxco): “lugar de la tuna; tunal”
 Panotlan (Pantla): “donde se pasa el río”
 Cihuatlan: “cerca de la mujer”; “lugar de mujeres
 Coahuayutla: “lugar o tierra de bonotes”
En la misma Matrícula de Tributos, que es un documento pintado sobre papel amate, que actualmente se encuentra ubicado en una de las salas del Museo de Antropología, aparece Cihuatlán como una provincia tributaria. 
En resumen… la presencia y la cultura mesoamericana quedaron manifestadas en las zonas que hoy pueblan la costa guerrerense, adonde se dieron una mezcla de razas, culturas y un intenso intercambio de conocimientos que enriquecieron el acervo cosmogónico, las formas de vivir y las visiones comunitarias que, si bien pudieron haber sido ríspidas también configuraron acuerdos, alianzas, negociaciones y nuevas formas de concebir a la sociedad pre-cuauhtémica, en el enorme y mágico espacio de Mesoamérica, que dejó una indeleble y majestuosa herencia cultural al nivel de las grandes civilizaciones humanas, confirmando que los vestigios antropológicos, arqueológicos y comunitarios son testimonios fieles y grandiosos de la dimensión indígena que hoy viste de orgullo a toda nuestra sociedad mexicana. (Desde el “lugar de mujeres”. Raúl Román Román)

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