Guerrero ante la coyuntura electoral

Rafael Aréstegui
Desde siempre, el estado de Guerrero ha  vivido momentos álgidos en el plano de la vida política, pero nunca como hoy las elecciones en Guerrero presentan tan alto grado de complejidad, a ocho meses de la barbarie cometida contra los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, la irrisoria “verdad histórica” no ha logrado convencer a nadie, los absurdos argumentos de la PGR y la negativa a que se interrogue a los miembros del ejército, no hacen otra cosa que confesar su complicidad con los hechos, si es que no su autoría.

Salta a la vista la magnitud de la presencia del crimen organizado en los distintos niveles y esferas del gobierno y la ausencia de una estrategia real que ataque en verdad la columna vertebral del crimen organizado: sus finanzas.
Esos acontecimientos ocasionaron que se expresara explosivamente el descontento que ya existía en la población hacia las instituciones y un sector importante se opone incluso a que se realicen las elecciones.
Aunado a esto un clima de violencia exacerbado, que ha ocasionado ha amenazado e  incluso asesinado  a precandidatos y precandidatos, y la presencia en varias partes del crimen organizado haciéndose pasar por policías comunitarias y con clara protección de las fuerzas federales han secuestrado civiles cuyo paradero a estas fechas se ignora.
Todo ello nos pinta un panorama extremadamente complicado para el proceso electoral en puerta, ante el cual no se puede perder de vista el contexto general del país, en el que el enemigo a vencer de las fuerzas democráticas ha sido el PRI, quien desde que ha sido gobierno ha perseguido a los luchadores sociales, y ha propiciado el conjunto de reformas neoliberales que han significado el renunciar a la soberanía sobre los recursos energéticos.
Guerrero tiene una tradición de lucha que lo ha convertido en ejemplo de la lucha de resistencia por reorientar las políticas públicas que tanto han empobrecido al pueblo de México, asegurando grandes fortunas a unas cuan tas familias.
Cerrar el paso al regreso del PRI a Casa Guerrero es fundamental para  impedir ese gran retroceso que significaría facilitar condiciones para que se continuara con las reformas neoliberales y el saqueo a la nación.
Anular el voto solo favorece al PRI, porque según la ley electoral, el porcentaje que se atribuye a los partidos mayoritarios es el de la votación efectiva, esto es los votos que se emitan a favor de un partido.
Boicotear las elecciones  tendría sentido si la gran mayoría del pueblo trabajador organizado, así lo decidiera en un proceso revolucionario, lo cual dista mucho de alcanzarse en este período, que si bien estamos en medio de una crisis de civilización, ésta todavía no toca fondo, para decirlo en lenguaje marxista: las condiciones subjetivas no han madurado.
Dispersar el voto entre los partidos pequeños es una opción alentada desde la misma oligarquía y los partidos de izquierda no han logrado construir una opción de izquierda que aglutine el descontento social y modifique la correlación de fuerzas para derrotar al PRI y los poderes fácticos por la vía electoral.
En Guerrero debe preocupar esa dispersión del voto y la apatía e incluso la sumisión en que han caído algunos sectores como el universitario, otrora vocero de las mejores causas e incluso artífice de los escasos logros que se han tenido en nuestro estado por erradicar al caciquismo.
Salta a la vista que la única opción que permite frenar el regreso del PRI es la candidatura de Bety Mójica, quien a partir de las declinaciones de tres candidatos, está logrando conformar una correlación de fuerzas favorable, a su propuesta electoral, lo cual no resuelve el descontento de un movimiento social inconforme y escéptico a la vía electoral.
La experiencia de los países del Cono Sur que han logrado poner distancia al modelo neoliberal, ha sido la de la alianza entre los partidos democráticos y el movimiento social, no dudo que en los pocos días que faltan para los comicios la fuerza de la propuesta de Bety -que por cierto es primera vez que el PRD lanza una candidatura propia y mujer por añadidura- siga creciendo y logre el triunfo, pero que no interpreten ni ella ni la clase política que la respalda que ese sufragio no es un cheque en blanco, es la decisión de un pueblo que quiere deshacerse de la oligarquía y quiere ver un desarrollo  que despegue al estado de la pobreza, la marginación y el rezago, justicia para los estudiantes normalistas y respeto a los derechos humanos y de los pueblos para organizarse cuando las autoridades fracasan.

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