18 millones de corderitos pasan anualmente por el matadero

En numerosas ocasiones, cuando se desea mostrar un bonito paisaje natural, se suele recurrir a una plácida pradera donde un rebaño de ovejas pasta dulcemente en un verde, bucólico y pastoril entorno. Pero por desgracia esto no siempre es así, es decir, las apariencias engañan. El mundo aparentemente idílico de las ovejas tiene también su lado oscuro en los establos y ganaderías.

Si comenzamos por el principio, por la cría de ovejas, habría que decir que el engendramiento se producirá de forma natural solo en explotaciones pequeñas, en las grandes no se deja nada al azar, allí la inseminación será artificial, de forma que todos los corderitos nacerán en el momento deseado. Para llevar esta operación a cabo el semen se obtiene de forma brutal, introduciéndole a los machos una sonda en el intestino, la que apretándola a la próstata, conseguirá derramar el semen por medio de impulsos eléctricos que le recorren todo el cuerpo. Posteriormente a las hembras se le introduce una sonda en el útero, a través de la cual se le inyecta el semen extraído. Por lo tanto, cuando veamos ovejas pastando plácidamente en el prado, no supongamos tan a la ligera que hayan podido engendrarse y nacer de forma natural.
Debido a que el ser humano interviene en el ciclo natural de reproducción de las ovejas, los corderos no nacen en primavera, como sería lo natural, cuando las temperaturas son moderadas, sino que nacen en el frío más helador del invierno. Los corderos, cuando nacen tienen una piel muy delgada y con poco pelo, además de nacer totalmente empapados. DEn numerosas ocasiones, cuando se desea mostrar un bonito paisaje natural, se suele recurrir a una plácida pradera donde un rebaño de ovejas pasta dulcemente en un verde, bucólico y pastoril entorno. Pero por desgracia esto no siempre es así, es decir, las apariencias engañan. El mundo aparentemente idílico de las ovejas tiene también su lado oscuro en los establos y ganaderías.
Si comenzamos por el principio, por la cría de ovejas, habría que decir que el engendramiento se producirá de forma natural solo en explotaciones pequeñas, en las grandes no se deja nada al azar, allí la inseminación será artificial, de forma que todos los corderitos nacerán en el momento deseado. Para llevar esta operación a cabo el semen se obtiene de forma brutal, introduciéndole a los machos una sonda en el intestino, la que apretándola a la próstata, conseguirá derramar el semen por medio de impulsos eléctricos que le recorren todo el cuerpo. Posteriormente a las hembras se le introduce una sonda en el útero, a través de la cual se le inyecta el semen extraído. Por lo tanto, cuando veamos ovejas pastando plácidamente en el prado, no supongamos tan a la ligera que hayan podido engendrarse y nacer de forma natural.
Debido a que el ser humano interviene en el ciclo natural de reproducción de las ovejas, los corderos no nacen en primavera, como sería lo natural, cuando las temperaturas son moderadas, sino que nacen en el frío más helador del invierno. Los corderos, cuando nacen tienen una piel muy delgada y con poco pelo, además de nacer totalmente empapados. De esta forma tienen que estar al aire libre en condiciones extremas. Según un estudio realizado en Gran Bretaña, se sabe que al menos el 20% de los corderos no sobreviven a estas torturas. Precisamente allí 4 millones de ovejas o corderos mueren de frío o hambre en las primeras semanas de vida. 
Pero tampoco a los animales que sobreviven les espera una mejor vida, ya que al poco de nacer, y precisamente porque su carne es muy codiciada, se les mata, la mayoría de las veces a las pocas semanas o meses de haber nacido. Por ejemplo en España se matan anualmente 18 millones de corderos y 1 millón de ovejas. A las madres se les quitan las crías, que a empujones se meten en grandes camiones o en barcos de transporte. Muchas veces hacen viajes de muchas horas o días. Encerradas y apresadas a bajas temperaturas o con un calor ardiente están expuestas al estrés y a la estrechez, lo que supone un sufrimiento innecesario a unos animales que siguen siendo bebés, por lo que muchos de ellos mueren durante el transporte. Cuando llegan al matadero completamente atemorizados, se les baja a golpes y se les conduce a patadas o con electroshock, y allí les espera un triste y sangriento final.
El siguiente párrafo es de Rosa Luxemburgo, quien escribió “Cartas desde la prisión”: «Durante la descarga del camión, los animales estaban muy quietos y agotados, y uno que sangraba miraba al vacío, con su carita negra y sus ojos tiernos, con la expresión de un niño que ha sido severamente castigado y no sabe porqué, ni sabe cómo escapar a las violentas torturas. Yo estaba delante, y el animal me miraba. A mí se me saltaban las lágrimas. Eran sus lágrimas. Ni por el hermano más querido se puede sufrir más de lo que yo sufría en mi impotencia para paliar este silencioso sufrimiento».e esta forma tienen que estar al aire libre en condiciones extremas. Según un estudio realizado en Gran Bretaña, se sabe que al menos el 20% de los corderos no sobreviven a estas torturas. Precisamente allí 4 millones de ovejas o corderos mueren de frío o hambre en las primeras semanas de vida. 
Pero tampoco a los animales que sobreviven les espera una mejor vida, ya que al poco de nacer, y precisamente porque su carne es muy codiciada, se les mata, la mayoría de las veces a las pocas semanas o meses de haber nacido. Por ejemplo en España se matan anualmente 18 millones de corderos y 1 millón de ovejas. A las madres se les quitan las crías, que a empujones se meten en grandes camiones o en barcos de transporte. Muchas veces hacen viajes de muchas horas o días. Encerradas y apresadas a bajas temperaturas o con un calor ardiente están expuestas al estrés y a la estrechez, lo que supone un sufrimiento innecesario a unos animales que siguen siendo bebés, por lo que muchos de ellos mueren durante el transporte. Cuando llegan al matadero completamente atemorizados, se les baja a golpes y se les conduce a patadas o con electroshock, y allí les espera un triste y sangriento final.
El siguiente párrafo es de Rosa Luxemburgo, quien escribió “Cartas desde la prisión”: «Durante la descarga del camión, los animales estaban muy quietos y agotados, y uno que sangraba miraba al vacío, con su carita negra y sus ojos tiernos, con la expresión de un niño que ha sido severamente castigado y no sabe porqué, ni sabe cómo escapar a las violentas torturas. Yo estaba delante, y el animal me miraba. A mí se me saltaban las lágrimas. Eran sus lágrimas. Ni por el hermano más querido se puede sufrir más de lo que yo sufría en mi impotencia para paliar este silencioso sufrimiento».

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