Memoria de la Costa Grande

La rebelión de los pinzones

En el trayecto histórico se atienden las revueltas que en mayor o menor medida impactan y modifican el entorno local, regional, estatal y nacional, como es el caso de esta rebelión reconocida en la Costa Grande como la “Guerra de los Pinzones”. 

 El germen de esta revuelta es en el poblado de Corral Falso, municipio de Atoyac de Álvarez, por el año de 1883, cuando los nietos del general Luis Pinzón, héroe que participó durante la independencia de México e hijos del Coronel Eugenio y de doña Manuela Solís Barrientos, llamados: Carlos, Desiderio y Rafael, que por dedicarse a la cría del ganado vacuno tenían tres tenencias de tierras: una al norte del poblado, otra entre la cuadrilla del Humo, en San José de Gracia (Barrio Nuevo), y la tercera, entre Corral Falso y San Jerónimo, con la que empezaron a tener dificultades por causa de los deslindes con los terrenos de los hacendados Galeana.
 Hay que aclarar que en ese momento era don Diego Álvarez Benítez el gobernador del estado, y que las denuncias ante los órganos de arbitraje estaban a las órdenes de cada familia, por lo que los atropellos, hostigamientos y amenazas eran parte de la coreografía regional.
 Cansados y enfadados de este ambiente social, apuntados por Don Luis Hernández Lluch, los Pinzones eran auxiliados por Dámaso Reyes, alias el “General Soyate”, y con 150 hombres se declararon en rebelión permanente cometiendo actos de pillaje y agresión, entre los cuales se manifestaron cuando asesinaron al ganadero Dionicio Ríos Ramos y siguiendo sus atropellos al incendiar rancherías y cometer los asaltos en los caminos de la región.
 En la parte contraria pronto hubo una reacción comunitaria que respondía y que encabezaban José María Patiño, Hermenegildo Radilla Navarrete, Perfecto Nogueda Gutiérrez y Pilar Hernández Solís, entre otros, que se fueron uniendo a la orden del Coronel Antonio Galeana, de San Jerónimo, formando un frente común y con los mismos objetivos… acabar con la insana situación de la región.
 La primera escaramuza fue en el cerro de “Monte Alto”, adonde los sediciosos llevaron las de perder con tres bajas contadas y sonadas. Ante este panorama que crecía como bola de nieve, el gobierno municipal pidió el auxilio tanto del gobierno del estado como de la federación, por lo que en acto seguido fueron llegando fuerzas de línea en mayo de 1884, bajo las órdenes del general Canuto Neri, un cuarto batallón con el coronel Pioquinto Huato y otros dos más que comandaban Gregorio Ney y Esteban Morales, respectivamente.
 Ante esta estrategia militar, el combate siguiente fue a las afueras de la población de El Humo, viejo pueblo atoyaquense, en donde prácticamente sobrevino la derrota de Los Pinzones y sus hombres, que en un momento desesperado tuvieron que desbandarse en la sierra de Atoyac.
 Pasado el momento de las armas, poco a poco se acercaron al general Canuto Neri para recibir el indulto y el ofrecimiento de que se pusieran a trabajar sus tierras, garantizando sus vidas junto a los rebeldes que habían pasado por esta amarga experiencia.
 Así, en los primeros días del mes de septiembre de 1884, en el palacio municipal de Atoyac y bajo el auspicio del presidente don Gabino G. Pino, se entregaron las armas de Los Pinzones ante el general Neri, que sintiéndose totalmente dominador de tan apurada situación, inmediatamente les comunicó que por órdenes superiores serían pasados por las armas junto a diez de sus compañeros de aventuras.
 En el mismo mes de septiembre, en el paraje de “Los Tres Brazos”, quedaron los cuerpos fusilados y ensangrentados de los Pinzones, que posteriormente fueron entregados a sus familiares para su sepultura.
¡Que la historia reconozca los tiempos y sus andanzas humanas y que a cada persona y episodio le dé el lugar que le corresponde de acuerdo a la justicia y a las circunstancias vividas!
(Desde el hermoso “lugar de mujeres”. Raúl Román Román “El Indio de Iguala”).

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