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Guerrero: Aristas postelectorales

Por Emilio García Cárdenas
Se le cuestiona mucho a Beatriz Mojica Morga su interés y derecho de impugnar el proceso electoral de gobernador y su negativa a aceptar que el triunfo de su contrincante priísta Héctor Astudillo Flores fue legítimo, pero al mismo tiempo y siguiendo la línea de su partido, el candidato priísta a alcalde de Acapulco, Marco Antonio Terán Porcayo, amaga con otro recurso de impugnación al candidato ganador por el PRD-PT, Evodio Velázquez Aguirre. Un verdadero embrollo que tanto una como otra elección, estatal y municipal, caminen juntas a la fase postelectoral.

Marco Antonio Terán Porcayo, aunque es un profesional de la medicina con gran prestigio en Acapulco y digamos que también en Guerrero (fue director del Instituto Estatal de Cancerología por largos catorce años, desde su fundación en 1998), nunca fue un político prominente y reconocido, con el arraigo y arrastre popular que per sé le ubicaran como un real competidor por la alcaldía de Acapulco. Encuestas diversas realizadas antes y durante el proceso electoral, siempre lo ubicaron en el tercer lugar de las preferencias, por debajo del candidato del PAN, Zeferino Torreblanca Galindo, y seguido muy de cerca por el candidato del Partido Verde Ecologista.

Fueron solo las siglas del PRI las que posicionaron a Porcayo en ese tercer sitio desde su postulación; caso contrario, por su sola trayectoria, los candidatos del PVEM y Partido Movimiento Ciudadano, el empresario Joaquín Badillo Escamilla y el ex diputado federal Víctor Jorrín Lozano, respectivamente, sin problemas lo hubieran rebasado.
Ocurrió sin embargo un extraño fenómeno. En el último mes de campaña, el PRI echó toda la carne al asador en Acapulco para garantizar con su gran caudal de votos la victoria de su candidato a gobernador, básicamente, logrando aumentar la tendencia de éste en el puerto en más de 50 mil votos, suficientes para lograr la diferencia a nivel estatal.
Lo que la candidata del PRD-PT al gobierno del estado reclama con legítimo derecho -jurídico y político-, es que para poder obtener el triunfo, el PRI-PVEM derrochó recursos económicos para la compra del voto y con el apoyo del crimen organizado coaccionó e inhibió a los votantes, y de sus dichos está dispuesta a aportar pruebas ante los tribunales.
Cuestionar a la ligera la actitud de Mojica es como indicarle al grueso de la sociedad que cuando sufra o sea testigo de la comisión de un delito, lo mejor es callar para no arriesgar su integridad, por el bien de la gobernabilidad, o sencillamente para que las instancias oficiales ocupen su tiempo y recursos en cualquier cosa que no sea el cumplimiento de la ley.
Es cierto que al doctor Porcayo no se le puede cuestionar tampoco su derecho de impugnar la elección en que participó, pero deberá demostrar que no sólo está sirviendo como moneda de cambio, aduciendo que porque ganó el candidato a gobernador del PRI también es lógico que haya ganado él, y como presionando a la dirigencia perredista y a su candidata para que acepten de una vez por todas su derrota en la gubernatura.
Mojica difícilmente logrará que los tribunales quiten la gubernatura a Astudillo para otorgársela a ella, o dictaminar que el proceso se repita; no hay antecedentes de eso en nuestra incipiente democracia, pero eso no le quita el derecho de sentar un precedente para que en futuras elecciones, en las que seguramente ella participará, se vigile y sancione de una vez por todas el cumplimiento de los topes de campaña y la no injerencia de fuerzas oscuras en los procesos.
Porcayo pudiera, en su caso, revertir la diferencia de votos que no es tan amplia como en el caso de la gubernatura, pero se vería obligado a explicar, también, cómo es que de la nada pudo remontar la tendencia tan adversa que hasta el mes de mayo tenía en la intención del voto, una de las argumentaciones que trae consigo Mojica en su intento de demostrar que, al menos en Acapulco, los números cambiaron de la noche a la mañana para beneficio del PRI, de forma por demás extraña y misteriosa.
Más que llamar a Beatriz a aceptar su derrota y terminar de legitimar a Astudillo, lo que le conviene al PRI es no remover más las aguas en Acapulco, porque ¿y si sucede que se descubren cosas que más que beneficiar a Porcayo, perjudican a sus compañeros candidatos?

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