MEMORÁNDUM

*** Transporte; el tema

Por Gerardo Ruano Cástulo
Cuando subió al transporte colectivo se sorprendió al escuchar del chófer: “Buen día, bienvenido”. No era normal, ver a un conductor de ese servicio, ser atento y amable con los usuarios. Durante el trayecto, música agradable para los oídos, velocidad moderada y una buena sonrisa para quienes ascendían y descendían. 

La actitud del chófer le llamaba la atención. Más también, al ver que no llevaba sobrecupo y la unidad lucía en buenas condiciones, en especial, limpia. Sin obviar, que el del volante traía el uniforme distintivo y su identificación a la vista. Algo inusual. Porque en aquella ciudad, el servicio vivía en anarquía.
Al tener que descender de la unidad, no resistió la tentación de preguntar al personaje que le despedía con un: “que tenga un grandioso día”, -¿Por qué usted hace todo esto con sus pasajeros? El del volante respondió: “PORQUE ME GUSTA TRATAR A LOS DEMÁS, COMO A MÍ ME GUSTA QUE ME TRATEN”.
Así es. Hoy se discute la polémica sobre la entrega de concesiones en la entidad. De cómo eso se habría convertido en un negocio de autoridades y líderes del transporte. El tema ha dado siempre de que hablar. Normal cuando ahí circula un río gigantesco de corrupción.
Bien se dice, que donde hay corrupción, quien acaba pagando los platos rotos es el ciudadano común. Las componendas han generado un pésimo servicio. El surgimiento de los mismos piratas es una muestra de la manga ancha que existe en el sector. La manifestación clara de que al gobierno no le ocupa cumplir y hacer cumplir la ley. Peor aún, que se encuentra rebasado por otro tipo de intereses.
Al final de cuentas, pierde el pueblo. La mala atención y servicio, así como las tarifas anárquicas en los taxis, son pan de todos los días. No olvidar, el incremento de la inseguridad y las supuestas y dudosas actividades de algunos conductores. Todo le acaba pegando a un usuario, que tiene que subir a unidades en mal estado. Con servicio donde no se le respeta y se le amontona como si fuese alguna mercancía.
Es evidente, que no hay revista a las unidades del servicio público. Las unidades circulan como sea. Todo se arregla con un pago a la oficina de transportes. Los permisionarios no invierten en sus vehículos. Son contados los casos de quienes lo hacen. No hay interés por mejorar la actitud en los chóferes. Son pocos los que brindan una buena atención. Y lo peor, es que en más de las veces, actúan como si le hicieran un simple favor a la gente. Cuando en el fondo, olvidan que de ahí, de ese trabajo digno, llega el sustento a sus casas.
Tratar a tus clientes como Dios, reza una de las máximas de los hombres de negocios exitosos. Hace falta mucho para llegar a ese nivel. Se está aún en la lactancia. Y no se trata solamente de que la gente exija sus derechos. Sino de que, en el sector, ahora que se impone una revisión, los funcionarios, así como los funcionarios, no se olviden, que el servicio debe ser más eficiente y pensado en: TRATAR A LA GENTE, COMO A ELLOS QUISIERAN QUE LOS TRATARAN.
¿Será, pedir peras al olmo? Esa es la cuestión.

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