MEMORÁNDUM

*** La mejor inversión del DIF Guerrero. 

Gerardo Ruano Cástulo.
Al ver al limosnero, el pequeño le preguntó a su padre: “¿Ese señor, porque anda pidiendo dinero?”, El señor respondió: “porque es un flojo. Tiene todo para trabajar y no lo hace”. Entonces, el niño lanzó otra interrogante: “¿Qué hará con el dinero que le dan?”. “Seguramente se lo gastará en algún vicio, como las bebidas alcohólicas”, respondió el padre.

“¿Por qué, si saben que lo gastará en emborracharse, la gente le da el dinero papá?”, cuestionó ahora el niño. Ante eso, su padre dijo: “puede haber muchas respuestas para esa pregunta”. A lo que el pequeño dijo: “Yo sé una respuesta”. “¿Cuál?”, inquirió el señor.  “¡Porque a lo mejor no aprendimos bien en la escuela!”, manifestó el niño. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.). 
Podemos elegir los problemas cotidianos de la vida. Al final de cuentas, la conclusión siempre es la misma: la solución requiere de educación. Pero no solamente de la educación formal y especializada que brinda el sistema educativo del país.
Se requiere de más educación. Bien lo dice Jorge Bucay: “Somos muchos los ignorantes con título”. Es decir, se requiere de una mayor nivel de educación, en donde se fortalezcan todas las inteligencias del ser humano.
Una de éstas, en la que hoy se pone especial atención, es en la inteligencia emocional. Se sabe de lo vital que es. Las estadísticas revelan que el odio genera más infartos que las grasas malas en la sangre. Que los resentimientos queman más las vísceras que los alimentos no aconsejables. Ya lo dijo el humilde carpintero: “No es pecado lo que entra por la boca, sino lo que sale de ella”. En pocas palabras, lo primero es la alimentación interna.
Emociones innatas, como la alegría, tristeza, enojo y miedo, que son parte integral del ser humano, con un objetivo muy claro, no se han utilizado o manejado como se debiera. Y en gran medida, por desconocimiento del tema. El gran obstáculo de siempre: ignorancia.
La algarabía mal manejada suele conducir a la soberbia, ambición y avaricia. La tristeza hacia la depresión tóxica. El enojo hacia la ira. Y el miedo hacia el pánico o miedo tóxico.
Creo que eso lo sabe perfectamente, la Sra. Mercedes Calvo de Astudillo, Presidenta del DIF en Guerrero, quien desde su llegada a la Institución, ha procurado la inversión en la educación de los trabajadores, para lo cual ha dispuesto, un programa permanente de capacitación, por medio de talleres, conferencias y charlas.
Toda esa inversión educativa, a efecto de buscar aportar al crecimiento humano. Crecer con base en colaboradores con otra mentalidad tiene mucho sentido. El sentido humano que proyecta el DIF, no debe pasar por la cantidad de apoyos materiales que entrega, que son muchos. Sino por la gente que hoy encabeza esa gran labor, comenzando por la Sra. Mercedes Calvo de Astudillo, de quien se sabe, pone el corazón en la gran tarea que tiene depositada en sus manos.
Es palpable, que trabaja con otro nivel de mentalidad. Se aprecia, en esa bondad, por ir a todos los rincones del estado. Pero mejor aún, en buscar que los trabajadores del DIF, también tengan acceso a ese proceso importante de crecimiento humano.
Y es que, la única forma de mejorar, radica en crecer como personas. Al menos, yo no conozco otra. Creo que en el DIF Guerrero, la Presidenta del Sistema apuesta a más educación. Pero una educación que va más allá de la enseñanza formal. Esa es la cuestión.

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