MEMORÁNDUM

*** El pacto de silencio

Gerardo Ruano Cástulo
Era una ceremonia muy especial. El joven caballero recibía el símbolo más emblemático de su nueva investidura. Su maestro, extendió las manos con la espada. La recibió con una inmensa emoción. Entonces, leyó su compromiso: “la recibo con la conciencia clara, de que no es un instrumento de muerte, sino para defender los más grandes dones: La vida y la Libertad.”

Al final de la ceremonia, el maestro le felicitó. Al recibir el abrazo, el joven alumno preguntó: “¿Dónde me sugiere que ponga mi espada?”. El hombre sabio le respondió: “En el lugar donde siempre debe de estar: AL SERVICIO DE LOS DEMÁS. Porque la espada de un caballero, siempre debe estar en vuestras manos, dispuesta a construir en bien de la comunidad. No la pongas en un lugar donde se te oxide o contamine”. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.) 
En sus libros de liderazgo, Robin Sharma escribe una máxima que se ajusta perfectamente a la realidad humana: “Es una pena que todos los seres humanos nazcan con el potencial de la genialidad y la gran mayoría elija morir en la mediocridad”. También encontré en el evangelio de la Biblia, una cita donde el humilde carpintero expresa a sus discípulos: “Fuego he venido a traer a la tierra, que no he de querer, sino que arda”. En pocas palabras, que los talentos se pongan en acción. Que se despierte el gigante que vive dentro de nosotros, como lo escribe Anthony Robbins, en sus libros de crecimiento humano.
Para quienes creen en la existencia de Dios, saben que el creador no es mezquino, ni excluyente. Luego entonces, que a todos nos dotó de dones y talentos. En lo particular, a quienes trabajamos en medios de comunicación, nos fue dada la espada de la palabra. No es cualquier don. Estamos hablando del arma más poderosa del universo. 
La palabra tiene el poder para levantar a un ser humano, así como para hundirle. Una palabra puede construir, como también destruir. La palabra tiene el poder de convertirse en realidad. “El verbo se hizo carne”, así se lee en los evangelios de la Biblia.
En ese sentido, y en apego a la historia que abre ésta entrega, estamos hablando de la más grandiosa espada, que en consecuencia, debe estar puesta al servicio de los demás. Si, para abrir la brecha entre pueblo y gobernantes insensibles. Si, para buscar frenar los excesos y acciones corruptas de malos servidores públicos. Pero, mejor aún, para dar luz hacia donde tiene que apuntar el desarrollo. Siempre, con el objetivo de servir.
Desde los medios, se tiene la gran responsabilidad de informar, educar y formar opinión. Nuestro presente habla de un momento muy especial. De una circunstancia que exige estar a la altura de los tiempos. Podemos elegir, entre seguir en la misma dinámica, que hoy aporta muy poco a la sociedad, o una distinta que apueste por el crecimiento humano.
Se exige, desde los diferentes espacios que los gobernantes cambien y crezcan, para que den mejores resultados, pero también habría que ver, si en los medios estamos apostando por ese cambio que se exige. Habría que ver, a que se debe esa piel sensible, cuando alguien propone un pacto de silencio.
Escudarse en el derecho a que la sociedad debe estar bien informada es fácil. Tanta suciedad que fluye en la esfera, por favor. Más que un pacto de silencio, me queda claro, que el Gobernador Héctor Astudillo Flores, solamente lanzó un dardo, para ver hasta dónde, quienes tienen la espada de la palabra, tienen la voluntad de aportar a favor del Estado. De hacer algo distinto. De ponerse realmente al servicio de los demás. 
Solamente las mentes contraídas, pueden seguir pensando, que todo es responsabilidad del gobierno. Esa es la cuestión.

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