MEMORÁNDUM

*** Nuestra complicidad en lo del agua.

Gerardo Ruano Cástulo
Saitam iba felizmente corriendo. De pronto, algo le hizo tropezar. El golpe fue fuerte. La tristeza le invadió y unas lágrimas le brotaron. Pero algo le hizo cambiar de emoción, ya que justo donde había caído, estaba una moneda de oro. Ahora, se encontraba sumamente feliz. De inmediato, Saitam, corrió alegre a dar la noticia a su papá. “papi, papi”, gritaba el pequeño. Al escucharle, su padre le preguntó: “¿Qué te hace venir gritando tan contento?”.

Saitam le contó la forma en que había tropezado y que gracias a eso había encontrado la moneda de oro. “mira Papi. Es de oro. Es de oro”. Gritaba el niño. Entonces, su papá le abrazo compartiendo su dicha, para después decirle: “Te voy a decir que significa lo que te pasó”. El pequeño estaba muy atento. “Eso significa, que las caídas pueden traer mucho oro en bendiciones al ser humano”. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.)
En la gran mayoría de las veces, el ser humano se derrumba a causa de los tropiezos. Saber convivir con el error, es parte, en la vida de la gente que es feliz y exitosa. Desde pequeños, nos han enseñado que es un grave pecado equivocarnos. Si fallamos, los regaños y llamadas de atención  están a la orden del día. Sin faltar, aquellos casos en donde se busca evidenciar, avergonzar o poner en ridículo a quien se equivoca.
El punto es, que los tropiezos no son una calamidad. Si observamos con atención, es en el estado de crisis, donde suele emerger lo más grandioso del ser humano. La imaginación y creatividad son el oro que puede transformar la situación.
El gran dilema, es que carecemos de una educación que alimente nuestro espíritu creativo. Por eso las crisis nos pasan por encima. Tal y como hoy se ve en la capital del estado, con el problema del agua. Es cierto, las grandes inversiones de los últimos años, no muestran avance en el abasto del vital líquido. Dan la impresión de una estrategia fallida.
Más sin embargo, todos hemos tolerado y permitido el crecimiento anárquico de la ciudad. No solamente, hemos sido timados por lucradores y malos servidores públicos. Puesto que también, hemos sido cómplices de una expansión brutal, en la que poco o nada importó el futuro.
La crisis del agua no inició ayer. Ha sido una extrema prioridad en Chilpancingo, desde finales de los años ochenta del siglo pasado. Hoy, se cuenta con un exorbitante número de colonias. Si bien, se ha incrementado el padrón de los usuarios de la CAPACH, el organismo trabaja con números rojos y una lista enorme de morosos en pago.
Existe un grave problema de abasto de agua en la ciudad. El de hoy, es un tiempo de estiaje muy pesado. Lo cual, no se habrá de resolver con manifestaciones. Se puede presionar, para que el gobierno municipal lleve pipas o vea si el agua puede llegar hasta donde están las protestas. Pero al final de cuentas, esa no es la solución.
El tema del agua, se ha dicho con toda puntualidad, es un asunto de seguridad nacional. Más allá de las manifestaciones, es momento de que se haga una gran suma de esfuerzos, en la búsqueda de soluciones. No se trata de que tenga agua, el que más grita. O el que según sabe defender sus derechos. No se trata de buscar una solución mezquina. Todos somos responsables de la caída o fracaso. Como lo queramos ver.
Creo que el alcalde Marco Antonio Leyva Mena ha recibido un municipio en gran crisis. No fue él quien participó en las obras para buscar mejorar el abasto. Tampoco, es quien generó las deudas y déficit de la CAPACH. Como, mucho menos, es quien haya generado, la lista monumental de morosos que no pagan el servicio. Sin embargo, hoy tiene, en ese gran malestar, ante la escasez del vital líquido, la oportunidad, para buscar alternativas, que también emanen de la participación de la gente. Ese coraje, vaya, se puede ver traducido en mejores propuestas y no en manifestaciones que dañan a terceros.
Me queda claro. Demasiado claro, que el alcalde capitalino, Marco Leyva, no es el responsable de la crisis del agua. Más, le toca en fortuna, ser el líder en éste momento crucial. Esa es la cuestión.

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