MEMORÁNDUM

*** Elige lo que dices.

Gerardo Ruano Cástulo
Venían de regreso de una gira de trabajo. En el interior del vehículo, se escuchaban diferentes comentarios, en evaluación de lo realizado. También se hacía ameno el viaje, con chistes y cosas anecdóticas.

En eso iban, cuando quien manejaba, cambió radicalmente la charla, para expresar: “Se avecina una tormenta”. En respuesta, todos se rieron, puesto que esperaban otro tipo de opinión. Así que siguieron con el tema.
Pasados unos minutos, comenzó la lluvia. Poco a poco fue aumentando de intensidad. Les extrañó que el chofer ya no hablara y les pidiera con señas, que cerraran la boca. Ante eso, alguien preguntó: “¿No te gusta lo que vamos diciendo? ¿Dinos en que estamos mal?”. El del volante no dijo nada. Otra vez, les volvió a indicar, con señas, que guardaran silencio.
Todos se molestaron con él. No le hicieron caso y siguieron con su tema. Al ver esto, el del volante les dijo: “Les indiqué, cuando iniciamos el viaje, que el sistema de aire del vehículo estaba dañado, así como el sistema para desempañar los vidrios”. Entonces, le cuestionaron: “¿Y eso que tiene que ver, con qué nos pidas silencio?
 A lo que respondió: “Entre más hablamos, más se empañan los vidrios y tenemos riesgo de accidentarnos. Conviene mantenernos callados, para no empañar el momento”. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.).
Bien dice un buen amigo: “Si no tienes nada bueno que decir, lo mejor es quedarse callado”. Y efectivamente, la palabra tiene un poder incalculable. La palabra tiene efectos inimaginables. Por algo, es definida como el arma más poderosa del universo. Más aún, porque tiene las dos vertientes: Construir o destruir. 
La palabra es vital en nuestra vida. Tan es así, que debemos cuidar lo que nos decimos, porque se convierte en realidad. Si dices no puedo, efectivamente no puedes. Si te calificas de bruto, es que a eso aspiras a llegar.
Usar palabras equivocadas empaña la vida. Y ENTRANDO en los terrenos de la administración estatal, sin duda, una magnífica noticia para el estado, es que de 2015 al 2018, se estarán ejerciendo más de 2 mil millones de pesos, en el mejoramiento de la infraestructura educativa.
Ante esto, creo que el director del Instituto Guerrerense de la Infraestructura Física Educativa, por sus siglas IGIFE, Jorge Alcocer Navarrete, tiene un gran reto. Y es así, por el contexto político y social que estamos viviendo, en donde una de las banderas de lucha, de quienes están en contra de la reforma educativa, es precisamente, el rezago grande que existe en infraestructura educativa.
Además de las presiones que existen de los partidos políticos, por medio de sus representantes populares. Y por supuesto, la línea de trabajo dictada por el Gobernador Héctor Astudillo Flores, en donde debe prevalecer la transparencia y el buen manejo financiero, que den como resultado obras de calidad. Con el objetivo de apuntar hacia un Guerrero distinto.
Eso lo sabe, Jorge Alcocer Navarrete, quien al comparecer ante una comisión de diputados, siempre se condujo éticamente, reconociendo, por ejemplo, que un porcentaje mínimo de las 390 instituciones del programa escuelas al cien, se encuentran culminadas. Y evitó echar campanas al vuelo, aunque tenga avances importantes y un buen número de obras se encuentran en proceso; ya que existen imponderables como los fenómenos naturales, que no tienen palabra de honor.
El punto es, que Jorge Alcocer Navarrete es un ingeniero con experiencia en el ramo. Pero mejor aún, con un amplio sentido de la responsabilidad que hoy tiene en sus manos. El reto que ha planteado el Gobernador Héctor Astudillo es grande. Y se debe ver reflejado, en la nueva imagen de un gran número de escuelas del estado. 
Para eso, es bueno que en el IGIFE despache un funcionario de trabajo y resultados. Y para quienes conocemos al director desde la niñez, sabemos que siempre se ha distinguido por ser una persona bien dedicada y aplicada. Esa es la cuestión.

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