MEMORÁNDUM

*** ¿Qué almacenamos?

Gerardo Ruano Cástulo
El maestro le tendió la mano para levantarle. El infortunado hombre había sido sacado a empujones del restaurante. Porque según el dueño, causaba molestias a los clientes, puesto que andaba en muletas y pidiendo caridad.

Quien yacía en el suelo, tomó la mano del maestro y una de las muletas para levantarse. En tanto, desde la puerta el dueño le gritaba: “No te quiero volver a ver por aquí”. “Y ni a ti tampoco viejo”, dijo dirigiendo la mirada hacia el maestro, quien saludó con una sonrisa, diciendo la palabra: “No hay lugar”.
Ante esto, el de las muletas preguntó: “¿No te molesta la actitud del restaurantero? ¿Por qué dijiste no hay lugar?”. La primera respuesta del maestro fue una sonrisa, para después decir, nada me hace enfadar.
Y enseguida completó: “Dije no hay lugar, porque cuando pasa alguna situación como ésta, no permito que se anide dentro de mi corazón. Porque si mi corazón se llena de malos sentimientos, entonces ya no habrá lugar para las cosas buenas y para las mejores bendiciones”.
“En el corazón, solamente debe haber lugar para las cosas buenas, si deseamos lo más grandioso para nuestras vidas”.  (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.).
Lo hemos dicho, el problema no es la pobreza material. No es el hambre. No es la falta de escuelas. Ni tampoco son los salarios. El verdadero problema radica en la pobreza de corazón. Porque al final de cuentas, ¿Qué puede dar un corazón lleno de frustraciones, rencores, resentimientos, envidia, avaricia, entre otras emociones toxicas?
Las guerras inician en el corazón del ser humano. La violencia viene desde el corazón de las personas. Y todo, porque hemos permitido que se aniden ahí las cosas negativas; cerrando con ello, el acceso a las cosas positivas de la vida.
Cuándo veo actos de barbarie en un municipio de la entidad, como es el caso de Apango, donde los destrozos se han difundido ampliamente por la red social, lo único que puedo concluir, es que el corazón no debe estar lleno de cosas positivas. Que ahí existe ambición. Existe mucho apego a las cuestiones materiales. Y lo peor, un desafío total a las reglas de la sana convivencia. 
Así sucede cuando el corazón tiene fuertes raíces con éste mundo. Se nos olvida, como lo decimos trilladamente, que solamente vamos de paso y nada nos vamos a llevar. Siempre la dichosa pelea por tener. Ese verbo, tener, que tiene un impacto fuerte en el cerebro. Por tener, se trabaja hasta dejar de saber porque se trabaja. Por tener se sacrifica muchas veces la vida misma. Por tener, y ante nuestra pésima educación para saber manejar las frustraciones, se llegan a cometer barbaridades.
Bien lo han dicho los más grandes maestros del desarrollo humano, nos espantamos de la violencia y el narcotráfico y no nos asusta llenar el corazón de malos sentimientos, cuando es desde ahí, donde se generan las guerras.
¿Luchan acaso por el bien de la gente? Francamente no lo creo. Porque la bondad une, nunca divide. Porque la bondad se respalda con la verdad y se goza con la paz. Porque la bondad no se sostiene en caprichos personales, sino en verdadero espíritu de servicio.
Ahora bien, cuando el corazón alberga cosas negativas, la vista se nubla y se puede transitar hacia el otro lado de la ley. Ya no se tiene claridad para buscar mejores alternativas. Y en consecuencia, se debe asumir la responsabilidad.
Lamentable lo que ocurre en Apango y con personajes que tienen la responsabilidad de hacer valer la ley.
EN ALGO POSITIVO, si hay un funcionario leal y siempre eficiente en sus funciones, es el director administrativo del Congreso del Estado, Joel Eugenio Flores. Creo, que en apego a su carrera política, sabe cumplir bien con su tarea y con el perfil adecuado. Es un magnifico activo del equipo del Gobernador Héctor Astudillo Flores. Esa es la cuestión.

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