MEMORIA COSTEÑA

Sergio Elpidio Martínez guzmánla pasión por el deporte y la música

La tarde costeña caía con su hermoso manto celestial; y el tiempo detenía su marcha para dar paso a una historia sublime y enternecedora. Todo el marco de la plática se hallaba rodeado por las canchas verdes de la Unidad Deportiva de Zihuatanejo, mientras Sergio evocaba dulcemente su pasado inmediato que se remonta a 39 años como promotor y entrenador deportivo, por lo que este hermoso monólogo queda bajo el ritmo de sus recuerdos…
“Yo nací un 5 de mayo del 59, en el hermoso “lugar de mujeres”, allá, a un lado del hotel “Irma” y enfrente del hotel “Caracol”… pegado a la colonia Darío Galeana, que fue donde crecí, jugué y me divertí.
 Mis padres son Fermín Martínez y María del Refugio Guzmán, de Tecpan… que nos dieron vida a Rita, Tomasita, Juan, Dioselina, Luis “El Gato”, Hercilia y a su servidor.
 Dentro de los recuerdos gratos se hallan las hermosas aventuras que pasábamos al ir al mandado al mercado que estaba en la calle 5 de Mayo, cuando en el trayecto pasábamos el arroyo, recogiendo las almendras infladas por el agua, comiendo nanches y saboreando plátanos, piñas, naranjas y las semillas de cacao…  y al regresar ya llenábamos la “tirinche” al atravesar las huertas de los paisanos.
 Mi compañero y amigo de siempre era Delfino Rumbo Valencia, el gran “Pino”, hijo de Ñaño Valencia, recordando nuestros años maravillosos.

 Y ya llegaba la hora de entrar a la escuela, que la cursé a brincos y repitiendo algunos años escolares. Fue nuestra legendaria Escuela Primaria “Vicente Guerrero” donde me alfabetizaron y proyectaron hacia la escolarización… todavía recuerdo los jalones de orejas que me hicieron reaccionar, del maestro Chico Ortiz, para que más tarde pasara a la Primaria “Niños Héroes” de la colonia Darío Galeana, adonde el maestro Nati vega hizo que tuviéramos nuestras primeras clases de solfeo, con una orientación vocal, cuando clasificaba las voces agudas y graves para entonar las canciones mexicanas tradicionales.
 Entonces empezó a sembrarse una larga y hermosa amistad con muchos lugareños, como Ricardo Jiménez “El Cuervo”, que más tarde fue un gran boxeador, y los hermanos Chucho y Atanasio Baños, a los que recuerdo con gran cariño. 
 Y de pronto se vinieron unas competencias escolares y pude, quise y debí participar en futbol, básquet y volibol, a la vez que empecé a practicar el karate y el atletismo, de manera constante y destacada, de tal manera que en una competencia en la ciudad de México, de 67 karatecas competidores, yo quedé en el sexto lugar, como Cinta Blanca, lo que fue una campanada de alegría para mí.
 Y años más tarde y con quince años de edad, me vi obligado a dirigir a los niños de la escuela de la colonia, en las competencias inter-escolares, de tal manera que fuimos campeones en varias de estas justas deportivas, dentro del municipio azuetense. Y a la vez que vas aprendiendo a dirigir a los equipos, tomas el papel de orientador y guía, por lo que así nacieron los “Diablos Rojos” de la Darío Galeana, que inmediatamente fue inscrito en la liga infantil del IMSS, que organizaba el maestro Armando Sotelo Rosas… para esto debemos mencionar que hasta cierto tiempo sólo jugaba la gente mayor en la hermosa cancha que estaba adonde ahora está el Hospital General “Bernardo Sepúlveda Gutiérrez”, para que más tarde se inaugurara el campo No. 1 de la Unidad Deportiva de Zihuatanejo, que más tarde fue abriendo nuevos y mejores espacios para el deporte, hasta llegar a como la conocemos en este tiempo.
 Y empecé a ser entrenador de los equipos llamados Inter de Milán y Real Madrid, pero cuando se forma la liga infantil, n o se me hizo congruente que tuviera tres categorías con diferentes nombres, por lo en ese momento nace el Club “Diablos Rojos”, que más tarde se denominó de Toluca, con seis categorías, desde infantiles y juveniles, llegando felizmente en los 39 años que tenemos como club deportivo a disfrutar de 28 campeonatos de liga y de copa, lo que se dice y se escucha fácil, pero que han costado muchos sacrificios y desvelos, que con todo mi corazón dedico a mi madre, hermanos y niños que han estado en mi tutela.
  De manera paralela y ante algunas necesidades que muestra el futbol local, nos vimos forzados a multiplicarnos personalmente, pues además de dirigir a nuestros equipos deportivos, tuve que incorporarme al arbitraje, y más adelante, con Anatolio Rivera “El Camarón” se fundó el Colegio de árbitros, que hasta la fecha funciona a toda máquina.
 Con esta urgencia fui alistando a un grupo de jovencitos para que se iniciarán en el arbitraje, proveyéndolos de todo, como silbatos, relojes, tarjetas hechas de diversos materiales y algunas asesorías técnicas para eficientar su trabajo, inculcándoles la rectitud, la honradez y la humildad por siempre.
 Dentro de las filas de los “Diablos Rojos” han desfilado decenas y decenas de pequeñines, adolescentes y jóvenes que han vestido de orgullo a nuestro club, y de manera destacada se han perfilado como extraordinarios seres humanos, entre ellos han estado  jugadores como José Alberto Arana, Amílcar Galeana García, Bernardo Valencia “Ringol”, Hugo “El zurdo” Galicia, Jacobo Noyola, Ricardo Chavarría, quien ahora reside en los Estados Unidos, entre otros, no menos importantes. Aquí, además de la disciplina deportiva se impartían los valores universales, como la honradez, el respeto a todos y a todo.
 De manera paralela, observando y disfrutando la música, ahí en la colonia empecé a ver a Ariel Mercado, el hijo de Juana, que le metía bonito a la guitarra, por los que inmediatamente fui a buscarlo y le dije:
   -¡Zanca! ¿Me puedes enseñar a tocar la guitarra?
   -¡Claro que sí, Sergio!
 Y así me enamoré de este instrumento mágico, que me vino a dar grandes alegrías, y cuya enseñanza fue reforzada por observar a nuestro maestro de la secundaria “Papo” Miranda, que tocaba la guitarra, el bajo, la batería y otros instrumentos, complementándome con el profe Benjamín Pimentel… y así corría para La Noria, adonde intercambiaba experiencias con Adrián Hernández “La Verruga”, con Raymundo Lara y Héctor Galeana “El Gallo Costeño”, que ya eran toros jugados en la artisteada, y con los que fui reafirmando el gusto por la música, a tal grado de llegar a tocar y a disfrutar los acordes y las canciones del momento, de lo que se desprendió mi afición para componer algunas melodías, como: “Tan dentro de mí”, “Eres tú”, “Amiga”, “Me mentías” y “Falsa”, entre otras, y el poema dedicado a mi madre “Si yo quisiera”, que se han escuchado entre los artistas de Zihuatanejo, para satisfacción propia”.
 La noche había tendido su hermoso manto sobre el cielo zihuatanejense; los ojos de Sergio irradiaban una emoción incomparable e inolvidable, pues había vaciado el alma evocando sus recuerdos y citando sus amigos, mientras encontrábamos esta raíz del deporte costeño, nos sentimos orgullosos de tener una gran y hermosa hermandad.

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