MEMORÁNDUM

*** Un año; dejando patente el liderazgo

Gerardo Ruano Cástulo
Siempre andaba molesto. Nada le parecía bien. Por lo mismo, hacía el trabajo a medias y mal hecho. Ante su actitud, sus compañeros ya se habían quejado de él, con sus superiores. A pesar, de haber recibido varias llamadas de atención, seguía en la misma actitud. Tocó un día, que les llevaron a realizar maniobras riesgosas. Pero, como fue de mala gana, puso poca atención a las indicaciones.

Así que, al no utilizar, el equipo de seguridad, que habían dado a todos los obreros, resbaló y cayó a un pozo muy profundo. Al abrir los ojos, creyó despertar de un sueño, pero en realidad estaba muerto.
Todo estaba oscuro. Entonces, gritó para ver si alguien le escuchaba. Nadie. Absolutamente nadie. Después de un rato, comenzó a darse cuenta que estaba muerto. En eso estaba, cuando una voz le dijo: “Bienvenido”.
Ante esto, preguntó: “¿Dónde estoy?”. La respuesta fue: “En el lugar destinado, a los que nada les llenaba, ni satisfacía. A los que estaban fastidiados de todo. A los que cargaban negatividad todos los días. Aquí éstas. Donde moran las almas, de quienes vivieron, solamente para esperar la muerte. Solo oscuridad. No hay más para ti”. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.)
Existe una especie de condicionamiento social, al que todos estamos expuestos. La oferta más tentadora, se reduce a la llamada zona de confort. La más cruel: aceptar que solamente existimos para perpetuar la especie. 
El saldo, por haber aceptado ese condicionamiento social, que algunos llaman mundo de la normalidad, nos ha llevado a la crisis imperante. Y es curioso, porque la solución depende de todos, pero inicia solamente con uno mismo.
Es difícil, romper las cadenas de un sistema de costumbres que traemos metido hasta la médula. Romper con los hábitos, de hacer, lo que los demás hacen. De buscar culpables en vez de asumir la responsabilidad.
En el caso de Guerrero, luego de casi un año de gobierno, que yo sepa y vea, nadie está lanzando campanas al vuelo, anunciando que todos los problemas están solucionados. Por el contrario, el Gobernador Héctor Astudillo Flores, asume el gran reto, con la mejor virtud que le distingue: trabajar.
Nadie niega lo grave de la inseguridad. Pero es de locos pensar, que en poco tiempo se habrá de solucionar, algo que ha crecido con los años. Algo, que también es resultado de nuestra irresponsabilidad. Existe una generación que se nos está escapando de las manos. Y no es solamente, por falta de oportunidades, sino porque la ignorancia, el miedo y la omisión han ganado terreno.
Es, al Gobernador Héctor Astudillo, a quien le ha tocado iniciar el proceso de reconstrucción. Comenzando por sentar las bases de la gobernabilidad. Hoy se nota un liderazgo en Guerrero. Hoy los municipios saben de la mano sensible de su Gobernador. El trabajo es el común denominador. El sello transparente y honesto es prioridad.
Es normal, que algunos olviden las condiciones en que recibió al estado. Es normal, porque así debe convenir a sus intereses. Pero, siendo francos, se vivía en la anarquía. Se cayó en el conformismo y la mediocridad. Se aceptó como ley la indiferencia y el cinismo.
La actitud, pilar importante para gestar los cambios, hoy es otra. Nadie puede decir que el Gobernador Héctor Astudillo esté cruzado de brazos. Hoy, a casi un año de trabajo, Guerrero tiene un líder que encabeza el proceso de reconstrucción.
POR CIERTO, UN año, en el que existen personajes, que han sabido aprovechar la oportunidad para servir bien a la gente. Un caso concreto, el de César Armenta Adame, secretario particular del Gobernador, quien ha venido demostrando, día a día, que es un activo valioso y político de gran calidad humana. Esa es la cuestión.

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