MEMORÁNDUM

*** Hablar el mismo idioma.

Gerardo Ruano Cástulo
Va caminando, cuando de pronto ve a un hermano indígena, que se para justo enfrente de él y le dice unas palabras que no entiende; pero anticipándose echa mano al bolsillo, toma unas monedas y se las ofrece.

El hermano indígena se niega a recibirlas. Le insiste, pero se sigue negando. Entonces las guarda e intenta seguir su camino sin éxito, porque el hermano indígena no se quita. Hace el intento de hacerle a un lado. Encuentra resistencia y una voz fuerte que también lo invita a seguir ahí.
En eso están, cuando pasa un conocido. Saluda a ambos. El amigo se alegra y le dice: “¿Por favor, me puedes ayudar a saber que quiere éste buen hombre?”. Aquél se pone a platicar en su lengua con el hermano indígena.
Luego de esto, le dice que ya se puede ir. El hombre está sorprendido, así que antes de partir, le pregunta: “¿Qué quería?”. La respuesta fue: “Saber el nombre del idiota, que en lugar de querer una moneda de oro; daba moneditas de bajo valor a un hermano indígena”. (Del taller de la imaginación de Juan Francisco R.)
Para una magnifica comunicación, siempre será importante hablar en el mismo idioma. En la misma lengua. En el mismo nivel. De hecho, muchos de nuestros problemas se generan porque no tenemos comunicación en el mismo idioma.
Es increíble, por ejemplo, que los padres de familia pidan y exijan lo mejor a sus hijos, infundiéndoles el espíritu de competencia con los demás. Promoviéndoles la ambición. El pasar por encima de los demás.
No se puede crear algo positivo, partiendo de una siembra negativa. Forzosamente, se requiere de un cambio de mentalidad. De un cambio de actitud. Y el punto, es que hoy las condiciones son más severas. Existe un alto nivel de desconfianza y desesperanza.
Es más fácil buscar culpables de los problemas. Es más sencillo pasar muchas horas en la comodidad de un sofá. La vida es menos complicada, cuando nos encerramos en el círculo privado del egoísmo, en donde solamente importas tú y los tuyos. El conformismo y la mediocridad, son dos grandes cánceres que tienen doblegada a nuestra sociedad.
La sociedad actual, es como aquella que describe la biblia, en su narración de la torre de Babel. Muchos estamos confundidos. No hablamos el mismo idioma. No nos entendemos. Algunos piensan que la violencia es el camino. Otros que el dinero es la felicidad, sin importar la forma o el medio para conseguirlo.
Vemos una sociedad domesticada a modo. Presa fácil de mercenarios políticos y oportunistas. Engañada bajo el lema de la tolerancia a la pluralidad. ¿Desde cuándo, por ejemplo, fumar es algo bueno para el cuerpo? ¿Desde cuándo, dañar a otros con nuestras acciones, debe ser bien visto?
Admiro a la gente inconforme. Pero admiro más a quienes esa inconformidad, la canalizan como un motor para trabajar a favor de la paz y el crecimiento humano.
No podemos asesinarnos con nuestra propia basura. ¿De qué estamos hechos? Esa es la cuestión.

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