MEMORÁNDUM

*** ¿Qué hay de la transparencia?

Gerardo Ruano Cástulo
La era de la información trae consigo la exigencia natural de más transparencia. Hemos visto, que en medio de los excesos, las redes sociales pueden poner en evidencia a cualquiera. Desde quien tira la basura de manera irresponsable en el piso, hasta quienes trasgreden la ley con actos más reprobables.

A diario circulan memes, personajes etiquetados como Lady y Lord; así como otros casos, donde gente sale del anonimato para tener sus horas de gloria o infierno.
Muchas cosas circulan en las redes. Buenas y malas. Constructivas y destructivas. Pero al final del día, ahí está mucho material puesto a la disposición de cualquier persona que posea un dispositivo, especialmente el celular; convertido en la primera pantalla hoy. Atrás han quedado la televisión y la computadora de escritorio.
La era de la información cabalga con más logros. Primero compartíamos textos. Luego se agregaron las imágenes. Le siguió el video. Y ahora, la transmisión en vivo.
Por lo mismo, ésta reclama más transparencia. Que las cosas se hagan bien. Y en especial, de quienes ostentan alguna responsabilidad pública, recibiendo emolumentos del pago de los impuestos de la ciudadanía.
El gran desafío no es tan solo la transparencia. Sino reactivar la inteligencia ética. El trabajar en pro del bien. Porque al final del día, es fácil manipular informes y moverlos en las redes para maquillar alguna imagen. Es sencillo aprovecharse del bajo nivel de inteligencia emocional, para remover sentimientos y aprovechar la volubilidad de las masas, que suele ir como simple péndulo.
La transparencia no debe entenderse sin ética. La base de ésta, al margen de los credos religiosos y códigos específicos, entre éstos los de profesionistas, radica en la bondad. En hacer el bien. La bondad convive con la verdad. La bondad no roba. La bondad no miente. La bondad no oculta información. La bondad no manipula. La bondad sirve sin esperar más recompensas. La bondad es el camino que construye mejores personas.
Hace unos ayeres, leía en el arte de la bondad, la necesidad urgente de reactivar la inteligencia ética. Un punto, sin duda, en que el autor se adelantó a su tiempo. Así lo confirma uno de los más grandes exponentes de la educación financiera, Robert Kiyosaky, cuando aduce, en una de sus múltiples obras: “Que una buena reputación, es el arma más poderosa para el crecimiento”. Una buena fama, bien cimentada en la ética (Arte de la bondad), es garantía de que se camina en la felicidad y el éxito.
Por todo esto, sigo sin entender, porque en el Congreso del Estado, cuya Presidencia de la Junta de Gobierno, es la diputada priísta, Flor Añorve Ocampo, se les hace bolas el engrudo con dos temas: El amparo por la supuesta información incompleta de los emolumentos de los diputados; y el asunto del fuero constitucional.
No se aprecia un buen liderazgo en el Poder Legislativo. No se proyecta un trabajo bien enfocado por el camino de la transparencia. No quiero pensar, que existe una exagerada concentración de poder en unas solas manos. No olvidar, que en casos de éstos, pudiera ser cierta aquella frase: “la ocasión puede hacer al ladrón.”. Esa es la cuestión.

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