TRISTE CONSUELO

Piden obispos a los que generan violencia
Que se arrepientan de sus malas acciones;
¿Será el deseo de la iglesia en su injerencia
Aporte eficaz a las mentes sin conciencia
Que no cesan de hecho en sus aberraciones?
Y aunque estos con santos de su preferencia
Solo les rezan para custodiar en sus vidas
Y prolongar así su fracasada existencia
Sin importarles el mal de su procedencia
Con sus almas, cordura y sensatez perdidas.
¿Cómo entonces podría la iglesia influir?
Con una medida cual grano de arena
En el mar de oleaje del diario convivir
Que arrastra en su corriente del sufrir
Tan solo consolando el ahogo y la pena.

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