“EL TELÉFONO DESCOMPUESTO”

(Raúl Román Román)
“El teléfono descompuesto” es una dinámica grupal que se aplica en los grupos escolares  sobre dos razones… primero, para alegrar el momento y romper el cansancio, el tedio y el trabajo pedagógico que se ha extendido en su forma y en su fondo, arrancando sonrisas sonoras, y posteriormente, es una manera de comprobar que ante una noticia, información y/u opiniones varias, la versión original termina completamente distorsionada, entre la fila de versiones que se van desarrollando ante el grupo, llegando a surgir una nueva y muy diferente forma de terminar por las tantas formas de expresarlo, unos quitando datos precisos y otros con una información corregida y aumentada.

 De esta manera pasó con una agenda donde hasta la fecha se le acusa al maestro de toda la República Mexicana, de vender, heredar o pasar su plaza laboral, ya sea a sus hermanos, hijos, sobrinos o nietos… pero estos sucesos tienen un fondo visible y comprobable, rascándole un poquito a esta historia.
 En primer término, el maestro que llegaba a su jubilación entregaba noble, honrada y dignamente su plaza a la Secretaría de Educación Pública, ya fuera en la Ciudad de México o en sus entidades federativas de adscripción, yéndose al retiro, después de treinta, cuarenta o cincuenta años de servicio, con el honroso prestigio para afirmar ¡Misión cumplida!
 ¿Pero, qué creen? Al paso de los años y luego de los meses estas claves y plazas aparecían, por racimos, como que fueron vendidas ya sea por los secretarios de educación respectivos o por los secretarios seccionales y sus secuaces y corredores, al mejor postor y generalmente otorgadas a sus familiares, compadres y amigos, y sorprendentemente hubo (¿o hay?  maestros y personas propias y ajenas al magisterio con tres y hasta cuatro plazas, y para colmo de los colmos, todas se hallaban “comisionadas”, aparte de que los “sindicalistas” seccionales y nacionales, sin ningún filtro transparente, ético y legal, ya aparecían y siguen apareciendo con las plazas de directores, supervisores, jefaturas de sector y etc. de los puestos directivos, lo que hoy se llaman eufemísticamente, idóneos.
 Luego entonces, el maestro que se encaminaban rumbo a la jubilación empezó a pasárselas, con justa razón, y a heredarlas a sus hijos o a cualquier ser humano que demostrara el famoso perfil pedagógico ante la SEP… y era válido ante la situación caótica y urgente de falta de fuentes de trabajo que ofrecieron los políticos prianistas… pues una fuente laboral segura y digna es lo que ofrece y garantiza la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y ante este panorama político-educativo, se formó una línea filosófica y utilitaria que garantizaba la entrega de las plazas a familiares de los jubilados, lo que empezó a tomar tirria entre los sindicalistas y gobiernistas pues se acababa el negocio grande y dinerero, y empezaron a formar filas de corredores y secuaces que les garantizaran algún jugoso cobro por “pasar” las plazas entre los familiares, de acuerdo al librito de la corrupción oficial.
Pero lo alarmante fue que los periodistas vendidos y los gobiernistas hacían aparecer al maestro como que él era el culpable de esta situación, haciendo creer a la opinión pública como responsables únicos y directos de este desaguisado generalizado… pero surgen los cuestionamientos lógicos y normales… ¿Quiénes autorizan la asignación de las plazas laborales magisteriales? ¿Qué negros personajes gobiernistas y sindicales firman, sellan y tramitan estos espacios laborales? ¿Quiénes se llevan la tajada de león? ¿Qué sujetos siguen con la venta de plazas?
 Ahora bien, ante el contundente y arrollador triunfo electoral de “Ya sabes quién”, ahora estos mercenarios de la educación retoman la acusación y levantan el dedo flamígero para mal informar que la educación escolarizada será un caos, y vaticinan que es una educación sostenida en alfileres, a pesar de la ya tristemente célebre “reforma educativa” peñista, que será tema de otro costal periodístico… pero están totalmente equivocados y se les callará la boca de la manera más vergonzosa, por las siguientes razones…
 El maestro mexicano ha sido y será un artesano de la educación, vestido de vocación y pasión por la niñez y la juventud mexicana, por su inclinación innata hacia el servicio formativo y educativo.
 El maestro mexicano ha demostrado con creces la preparación personal y la organización institucional que ha nutrido de formaciones, informaciones, conocimientos, emociones y desarrollo psicomotriz a las generaciones estudiantiles.
El maestro mexicano ha roto los muros de la ignorancia y de la indolencia de gobiernos corruptos y destructores de la armonía educativa.
El maestro mexicano se ha opuesto con razón y rebeldía a las injusticias, desigualdades y antidemocracias que han querido lastimar y perjudicar la educación escolarizada.
El maestro mexicano es el único agente social que jamás dejará que se pierdan las generaciones de niños y jóvenes que llegan llenos de esperanzas y sueños que cumplir en la escuela mexicana.
Y por todas estas razones, que orgulloso se siente el maestro mexicano.

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