LOS CAMINOS DE LA VIDA


El maestro Armando Sotelo Rosas y la pasión por el servicio
El hermoso puerto de Zihuatanejo entraba en su romántico e indescriptible crepúsculo, entre los rayos del sol que bajaban sus encendidos tonos naturales, mientras la brisa marina inundaba el ambiente de este litoral de cabotaje… a la vez, ya se veía el transitar de los caminadores, trotadores y corredores que empezaban a incorporarse a sus rutinas de activación física, entre un mundo de colores, formas, tamaños y texturas incomparables, que ensanchaban el alma; y se decidió visitar a un maestro al cual Zihuatanejo le debe la mayor parte del deporte organizado… nos recibió en medio de su alegría y animado por la sonrisa de su nieta, una hermosa niña con cara de ángel… y así se abrió el telón de esta raíz comunitaria en el hermoso “lugar de mujeres”.

“Mi nombre es Armando Sotelo Rosas, y soy hijo, orgullosamente, de Daniel Sotelo Pérez y de Eduviges Rosas Moreno, un matrimonio muy trabajador y humilde, que nos dieron la vida a Efraín, Eleazar, Martha, Rubén, Jorge, Dalia y a su servidor, con los cuales llevamos una vida feliz, en este lugar de ensueño.
En la infancia teníamos que alternar el trabajo del campo con los estudios de primaria, lo que nos templó el carácter y nuestras actitudes ante la vida, pues junto a mi padre tuvimos que ponernos a sembrar maíz, sandía, calabaza, melón, ajonjolí, entre otros productos del campo, ahí, enfrente de lo que ahora es la tienda Soriana, donde había un arroyo y unos árboles sombrosos de los que guardamos un recuerdo incomparable, cuidando algunas vaquitas que criaban mis papás; de manera complementaria, mi madre tenía una tiendita donde vendía de todo, más una pequeña panadería que horneaba diariamente, y todos salíamos a vender leche, quesos, pan y frutas, que expendía mi madre… y así cursamos la primaria en nuestra inolvidable escuela “Vicente Guerrero”, en el que a mí me tocó estudiar con la maestra “Chaparrita”, en primer grado, también con la maestra Francisca, con el profe Tranquilino, al que le gustaba la poesía, cuando repetía: “Raudo el buque navega// en la toldilla fuma impaciente el capitán negrero//”… el cuarto grado con el profesor Acevedo y el quinto y sexto grado nuestro maestro de siempre, Francisco Ortiz, “Chicolo”.

Y al andar entre los estudios, los mandados y los trabajos en el campo, hubo la primera vez en que “Chámbera”, que era el ídolo de béisbol aquí, nos vio que los niños queríamos jugar, por lo que nos empezó a invitar al campo que había, donde ahora está el hospital general, para entrenarnos y empezar la gran afición hacia el “rey de los deportes”, al igual que jugábamos en la playa, con pelotas hechas con nuestras playeras, de goma o de esponja y con algún palo que tomábamos por ahí. Y del futbol ni hablar, porque nunca dominamos la patada, ya que portábamos huaraches o andábamos descalzos, y pues no se podía.
Así terminamos la primaria, y ya mi hermano Efraín ya se había ido con Toño Valencia y Daniel a México… y en unas vacaciones que regresó, animó a mis padres a que todos los hermanos nos fuéramos a estudiar a la capital de la república, porque aquí no había secundaria; y así empezamos los hermanos a desfilar a la Ciudad de los Palacios.
 Al llegar ahí, yo ingresé a la secundaria anexa a la Escuela Nacional de Maestros, que tenía el formato estudiantil con internado, de tal forma que todos los que nos íbamos pues teníamos asegurados la comida y la dormida, lo que venía a facilitar nuestra estadía en la capital de la república, y ya estábamos con nuestros amigos eternos, como Ponciano Valencia, quien es odontólogo, con Gabriel Leyva que logró desarrollar dos carreras universitarias y vive en México, con Pillín, y Arturo y Jesús Palacios… y ahí mismo, en la Escuela Nacional de Maestros me titulé como profesor de primaria, de donde empecé a trabajar en el Distrito Federal; posteriormente me inscribí en la Escuela Nacional de Educación Física, llegando a desempeñarme en dos plazas, hasta que me dieron a escoger entre un doble turno en educación básica o me llenaba de horas de educación física… y me decidí por el deporte.
Y ya con muchas horas de trabajo, pude y logré estudiar en la Preparatoria No. 7, en La Viga, y luego cursé dos semestres universitarios en la carrera de Economía Política, que quedaron atrás, puesto que salir a las 6:30 de la mañana y regresar ya entrada la noche me alejaba de mis seres queridos, pues ya estaba con mi esposa, Yolanda Pérez, y teníamos tres chamacos, además de estar estudiando y trabajando al mismo tiempo, y que complicaba el diario vivir.
 Mientras tanto, cuando llegaban las vacaciones todos los estudiantes que nos habíamos ido a probar suerte a México, regresábamos felices y eufóricos de volver a ver a nuestros familiares y amigos, y sobre todo a nuestra tierra, entonces se organizaban tornos cortos de basquetbol, béisbol, volibol y futbol, además de irse a la playa y convivir con toda la muchachada, pues en cada fiestecita ahí estábamos todos juntos, en especial con Arturo Palacios y Rubén Martínez Elísea, aunque hay muchísimos más amigos, que... me da pena por no nombrarlos a todos, no quiero faltarles al respeto, por obvias razones, pero fuimos grandes amigos con todos; de ahí mismo también se organizaban torneos deportivos con cuadrangulares o pentagonales entre algunos equipos locales, pues era menester realizar las actividades juveniles que nos emocionaban en el puerto.
Para esto, me emociona contar que por ejemplo, mi hermano Efraín llega a ir a los Juegos Centroamericanos en salto de altura, a nombre de nuestra normal, donde quedó en 4º lugar, saltando 1.85 metros de altura, y tiempo después también representa a México con la selección de volibol, por el tremendo salto que tenía, en Kingston Jamaica, adonde se fueron en barco.
Al paso del tiempo, mi esposa y yo optamos por venirnos a Zihuatanejo, pues eran terrenos y vida conocida aquí, con todos nuestros familiares en convivencia… y aquí me repartieron las horas de trabajo en diversas primarias, permitiendo que me relacionara con mucha gente y dedicándome al deporte de lleno, organizando un poquito el equipo de basquetbol, siquiera para que no nos dieran tan recio en los juegos estatales y regionales. 
Tuve la enorme fortuna de entrar a trabajar al Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS, como orientador deportivo, de donde me indicaron que debería organizar las ligas deportivas, a lo que me aboqué inmediatamente. Para esto, aquí en Zihuatanejo ya estaba la liga de futbol del Doctor Morales, la del Gallo y una liga muy pequeña que jugaba en Las Salinas, que dirigía un boxeador que había puesto don Fidel Gutiérrez Gordillo. 
Aquí tengo que hacer un alto en el camino, para reconocer y elevar la voz a favor de un hombre que hizo nacer el futbol en Zihuatanejo, pues el Doctor Morales, una vez que ya había introducido el gusto por el futbol entre los jóvenes de aquí, organizó un primer equipo llamado El Independiente, por lo cual se fue a México y trajo costales de balones, uniformes y zapatos de futbol, para regalarlos entre los jugadores, aunque no fueran de su equipo, lo que cambió el rostro social y deportivo de Zihuatanejo… ¡Muchas gracias a este hombre generoso!
De esta forma empezamos a hacer equipos y a organizar las ligas deportivas. Así empezamos por organizar una liga infantil de futbol, con la ayuda muy valiosa y al lado de grandes seres humanos que dedicaban su vida al deporte y a los niños, como Xicoténcatl Ramírez, José Luis Higuera, Sergio Martínez, Cristobalito, el profe Chávez, entre otros no menos importantes, y a quien les agradezco infinitamente. 
Guillermo Moreno, El Gallo, me permitió estar organizadamente con los niños y armar nuestras selecciones infantiles y juveniles, pues a partir de ahí había que tener horarios establecidos y respetados para los partidos sabatinos y dominicales, repartirse las canchas, dar roles… afortunadamente todo salió bien.  
Entonces vigilábamos que ahora si hubiera disciplina, se elegían comités organizadores, con un presidente, secretario, tesorero y vocales, con sus actas de trabajo y legalidad, que reconocieran las ligas estatales y nacionales, y sobre todo, que los equipos se presentaran bien uniformaditos, con sus colores bonitos, su número de playera, su credencial y muy puntuales, para que todo rodara excelente. 
 De las escuelas en que yo trabajaba se presentaban sus equipos de la Vicente Guerrero, de la Correa, de la Zapata, de la Darío Galeana, e invité a un profesor de cada escuela a que organizara sus equipos, de tal manera que inicialmente tuvimos ocho equipos, después se fueron subiendo a dieciséis equipos infantiles, y así hasta lo que hoy conocemos, y donde hace poco me invitó José Luis Higuera a inaugurar el torneo infantil y juvenil de nuestra liga, que fue muy satisfactorio y bonito asistir…. Y la liga de futbol femenil fue más fácil, porque como que las damas son más respetuosas y organizadas, bien participativas y cumplidas, sobre todo el equipo del Doctor Morales, que ahí estaba también…
En otra ocasión, veníamos de jugar basquetbol de la ciudad de Uruapan, y con Fernando Ruiz, al que le decimos Cher, analizábamos la situación del basquetbol en el puerto, donde no había disciplina, con peleas entre los jugadores y sin castigo, buscando árbitros a la mera hora de cada partido, a ver quién quería arbitrar, con playeras sin número y adivinando a quien ponerle el faul… y ahí mismo decidimos organizar debidamente nuestra liga basquetbolista, ya con formalidad.
 Así, llegando a Zihuatanejo, nombramos el comité organizador, pusimos un reglamento interior, pedimos y vigilamos que hubiera uniformes registros y puntualidad, convocando a las escuelas, de tal manera que nuestro gran amigo Delfino Cortez, que llevaba estadística y disciplina, alguna vez nos reportó, que de 24 equipos que iniciaron la liga se había subido a 80, desde infantil, juvenil, femenil y libre, que afortunadamente fueron despegando hasta este tiempo… un agradecimiento a Delfino, donde quiera que se encuentre.
Y ahí vamos con la liga de volibol; al principio venían equipos de los pueblos y rancherías, jugando en la unidad deportiva, que fue creciendo poco a poco y que también dio grandes satisfacciones. 
A la vez hubo una liga de atletismo, teniendo a Francisco al frente, que promovía caminatas, carreras de velocidad y resistencia, que también quedó como un gran trabajo comunitario.
… así llegó el tiempo de la jubilación en la Secretaría de Educación Pública, para seguir dentro del IMSS, por seis años más; en ese lapso me dieron una casita en el FOVISSSTE, y con lo que me dieron en las dos jubilaciones pude comprar un terrenito y edificar mi casa.
Y cuando me jubilé, luego luego me ofrecieron trabajar para la Universidad Tecnológica de Petatlán, la U. T., donde cada deporte tenía su instructor, por lo que a su servidor le tocó el basquetbol, y bien bonito, con estudiantes y jugadores que venían de Coyuca, de Atoyac, de Zihuatanejo, de Petatlán y hasta de la montaña, asistíamos a los juegos regionales, estatales y nacionales, y de once años ganamos ocho tornos nacionales, contra universidades tecnológicas de Puebla, Hidalgo, Veracruz, entre otras, logrando buenas selecciones y resultados muy satisfactorios. 
Y ahora sí, se vino la jubilación definitiva donde he disfrutado y me he dedicado de mi familia, al lado de mi esposa Yolanda Pérez, de mis hijos Azucena, Julián, marcela, Armando y Diego y de un racimo hermoso de nietos, desayunando con mis familiares y amigos, y agradeciendo a mis padres la vida que me dieron, a Zihuatanejo por la niñez, la juventud y la familia que me dio, y a todos ustedes por su atención”.
La tarde cerraba sus hermosos colores costeños, el rostro del maestro Armando descansaba plácidamente por dejar sus huellas en la vida, y Zihuatanejo gana uno de sus grandes sembradores. Así sea.

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