MEMORÁNDUM

***De metáforas
Gerardo Ruano Cástulo
Me seducen las metáforas. Me agradan los mensajes que transmiten. Una forma magnífica para la enseñanza. Por alguna buena razón, grandes maestros han elegido este método para la instrucción. Como olvidar, que Jesús mismo enseñaba a sus discípulos y seguidores con parábolas. Con metáforas sin fecha de caducidad. Con relatos que mueven profundamente la imaginación. Con palabras, cuya fuerza motiva a la acción.

Las metáforas tienen magia. Y ahora, les comparto una que encontré entre las decenas de libros de crecimiento humano, que he tenido la oportunidad de esculcar.
“Había sido mal día, para aquél hombre. El trabajo no salió bien. Estaba en riesgo su permanencia en la empresa. En su caminar, avanzaba cabizbajo. Pareciera que cargaba una loza sobre la espalda.
Con enorme desánimo llegó a la estación del bus. En medio del desierto emocional que vivía. El saludo y sonrisa del chófer fue como gran vaso de agua, en medio de aquella aniquilante situación.
El hombre, respondió con gesto cansado. Tomó asiento cerca del conductor. Y en medio de la angustia, le llamó la atención, la actitud de aquel hombre al volante. Siempre sonriente. Muy atento y respetuoso. De gran trato a los pasajeros.
El bus era un remanso de paz y armonía. El impacto de la buena actitud del chófer se respiraba en ese lugar. Él, comenzó a sentirse de manera distinta. Gradualmente se fue desestresando.
Tanto fue el impacto de la actitud del chófer que se animó a entablar plática con él. Le reconoció el valor de su servicio. Pero antes de que dijera, otro halago, el conductor le dijo: agradezco las palabras, más debo decirte amigo, que no siempre fue así. Considero que viví una etapa desdichada. A diario había quejas del servicio. Por mi mal genio. Exceso de velocidad. Música a volumen elevado. Palabras inadecuadas a los pasajeros. Fui el peor servidor del transporte. 
Ante esa revelación, la pregunta era inminente: ¿Qué te hizo cambiar? Y la respuesta fue, una nota del periódico. ¿Cómo había sido eso? Entonces, le explicó, que en la nota, se relataba, que un hombre miserable, había tenido un gesto amable, con una persona mayor que estaba extraviada. Le buscó alimento y le ayudó para regresar con los suyos. Esa persona era padre de un hombre millonaro. Así que, por la forma desinteresada en que le ayudó, aquel hombre recibió en recompensa, un millón de dólares. Un millón. !!!se imagina¡¡¡, Exclamó el chófer.
Desde aquella nota, he actuado con amabilidad. Pensando en que un millonario, podría algún día favorecerme.
De ahí surgió la pregunta: ¿Sigue en espera de algún millonario? La respuesta fue, para nada. Eso ya pasó, porque la riqueza más grande que obtengo de la buena actitud, es la paz interior gigantesca. Es la cantidad de buenos amigos. Es la posibilidad de ser útil todos los días.
Y efectivamente, la actitud es lo que marca la gran diferencia. Por eso también, en el servicio público, se nota de inmediato cuando hay funcionarios de ese nivel. De gran calidad humana. Un ejemplo, lo vemos en la oficina fiscal de la zona centro, concretamente en Chilpancingo. Ahí, se respira la buena actitud y calidad humana de César Armenta Adame.
Un político, de enorme compromiso social. Y de gran voluntad para aportar en bien del estado. En bien de la gente.

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