DE ADICTO A ADICTO

Virus de la actitud
Por Ernesto Salayandía García
Resistencia al cambio
Si hay algo complicado en esta vida sin duda alguna, es la relación de pareja, el reto es llevar la fiesta en paz y manejarte, en la medida de lo posible, en el equilibrio y con tolerancia, por desgracia, a veces, este propósito, es meramente imposible, muchas parejas, no pueden mantener una relación estable, debido a varios factores, primero, no saben cómo y sobre todo.
Son adictos  a las conductas tóxicas, ambos a están llenos de defectos de carácter, arraigados en cada una de las personalidades y hablando de mi profe experiencia, yo desconocía todo esto, llamado codependencia y no aceptaba mi condición de enfermo emocional, no reconocía, ni mi soberbia ni mucho menos mis patrones de conductas y cada una de las relaciones de pareja qué es mantenido en mi vida han, sido por demás enfermas y sumamente destructivas, yo no me daba cuenta del daño que hice y que hacía, no reconocía mis limitantes emocionales, mucho menos veía al macho típico mexicano que duerme en mi interior, es el Cavernícola emocional, capaz de hacer trizas a mi pareja, capaz de denigrar, ofender, humillar con una extremada facilidad y tampoco me daba cuenta, de mis actitudes, de controlador manipulador, chantajista extorsionador, emocional y maduro e infantiloide y como en la guerra, solamente contaba donde me habían pegado, como me habían, pegado porque suponía yo que me habían pegado, pero jamás decía, lo que yo hacía, dónde y cómo le pegaba yo a mi pareja.
Chango viejo, no aprende maroma nueva.
A mí me costó mucho trabajo reconocer la magnitud de la enfermedad, llegué a comprender qué mi problema, no sólo era el alcohol y las drogas, sino que mi verdadero problema, eran y son mis conductas tóxicas. los patrones, los apegos y mi manera de pensar como un verdadero cavernícola emocional, yo no podía cambiar, no tenía la humildad de reconocer a mi soberbia, la soberbia qué es la madre de mi enfermedad, pensaba, qué dejando de consumir sustancias, mi vida, como por arte de magia iba a cambiar y que mi relación de pareja iba a ser estupenda, creí que el problema no estaba en mí, sino en las demás personas, pretendí qué mi pareja cambiará su manera de pensar, su personalidad, su manera de ser, de vestirse y de caminar, yo quise insistir en que ella tenía qué hacer un verdadero cambio, sin darme cuenta, que la magia estaba en que yo empezará a cambiar con hechos, recordando que los hechos son amores y no buenas razones, hoy veo el cúmulo de defectos de carácter que me dominaron y que afectaron mi relación de pareja, me veo, con un lenguaje corporal extremadamente rígido, reprimido y una expresión facial, seca, con el ceño siempre fruncido, con mucha seriedad y no la expresión de mis emociones, me veo, un tipo aislado, refugiado en mi soledad y en mis egos, no veo al tipo de cuán enfermo, ni el comunicador que supuestamente soy, mucho menos a un miembro de familia que convive y dar servicio a sus seres queridos, me costó mucho trabajo llegar a romper esos esquemas de conducta y aún sigo trabajando en ello continuó investigando todo sobre codependencia y conductas tóxicas, las mías, aprendo cuando escribo o comparto mi propia experiencia, ahora que está de moda, usando las redes sociales y es increíble cómo es Ernesto se convierte en un verdadero espejo, en muchísimas personas, yo estoy cambiando y mi compromiso es erradicar mis conductas tóxicas, el machismo y mi falso orgullo que aún prevalece en mí
Mal de muchos consuelos de tontos
Me di cuenta que somos como almas gemelas, qué las parejas tóxicas estamos cortados con la mismas tijeras y que tenemos muchos factores en común, ingredientes básicos, para hacer de nuestros de nuestras relaciones, una relación híper tóxicas, por demás enfermas, por ejemplo, en un conflicto de pareja, surge a la luz, la falta de respeto, es de lo más fácil, insultar, denigrar, devaluar, ofender, agredir, gritar, e insultar a la pareja, resulta de lo más sencillo hacerla sentir mal, con un grito, incluso con amenazas o con un empujón fuerte, es de lo más común, escuchar a una mujer neurótica, celosa qué da por hecho que sus dudas son ciertas. no sólo eso, sino que por su neurosis es capaz de hacer trizas a su pareja, como si tuviera en las manos un filoso bisturí y sin importarle los sentimientos o la dignidad de su pareja, se nos facilita hacernos pedazos y decirnos mutuamente hasta de lo que nos vamos a morir, pero lejos de que los pleitos entre parejas tóxicas son por demás desagradables, muchos de nosotros, tenemos la tendencia de involucrar a personas que ni vela tienen en el entierro, se nos da por llevar problemas de nuestra intimidad a compañeros de trabajo, a personas que ni conocemos, así como familiares y amigos dónde tenemos la sana habilidad de desprestigiar y hablar pestes de nuestra pareja, en resumen, somos víctimas de lo que es la codependencia y la codependencia es una enfermedad como el alcoholismo, es cruel, contagiosa, burlona, progresiva, Inmortal, es una enfermedad perra maldita enfermedad perversa del alma. Genética.
El problema no es el problema.
Las parejas, de ahora de novios o recién casados, truena como espárragos, la tolerancia brilla por su ausencia, y estos jóvenes de ahora, no están hechos para soportar las humillaciones y el maltrato, no obstante, hay mujeres que se hacen adictas a que las traten con la punta del pie, o hay hombres que establecen una dependencia para que sus vidas sean controladas por el yugo del hembrismo, es decir lo mismo que es el machismo pero con las conductas tóxicas de una mujer, cabe mencionar, que de cada diez parejas, 7 viven en conflicto, como si estuvieran adentro de un costal de perros y gatos, lo malo es que a través de los años, se acostumbran al pésimo trato, caen en la rutina enfermiza y repiten patrones de conductas, que exterminan lo que bien pudiéramos llamarle amor y las causales de divorcio, no se dejan esperar, repito somos como almas gemelas y repetimos los mismos patrones de conductas, unos a otros, mantenemos constantemente una falta de respeto, no usamos una buena comunicación, expresamos un mundo de mentiras y nos justificamos ante nuestros defectos de carácter, fracasamos como pareja, porque carecemos de honestidad, de humildad y de amor propio, fracasamos porque confundimos a nuestra pareja como si fuera un objeto de nuestra propiedad y queremos que como tal, obedezca y satisfaga el más mínimo de nuestros deseos. Por supuesto que fracasamos cómo parejas porque no nos importa capacitarnos emocionalmente no nos interesan los libros, ni de alcoholismo, ni de celos, ni de codependencia, ni nada que ver con el manejo emocional, creemos que todo algún día se va a resolver por obra y gracia del Espíritu Santo se va a resolver por arte de magia, pero así con esas falsas expectativas, la pareja puede pasar junta en este infierno hasta más de 40 años.
Error tras error
Como enfermos emocionales, cometemos sendos errores, creemos que esta enfermedad genética, la enfermedad de las emociones y la codependencia, va a encontrar salud y equilibrio mental, con un retiro espiritual, con un curso matrimonial, impartido por un religioso, que no tiene ni la más mínima experiencia de una relación tóxica y que no ha vivido una vida, al menos pública en pareja y esos cursos, no hacen más que prolongar la agonía y la pareja tarde que temprano concluye su relación enfermiza y lo que he sostenido todo el tiempo es que si hay amor, hay solución, pero si no hay amor, habrás de fracasar con los consejeros matrimoniales, habrás de fracasar con psicólogos, psiquiatras y terapeutas, sin duda alguna, habrás de fracasar rotundamente con concursos, retiros espirituales, el origen del problema es genético, se encuentra en tus en tus emociones, el origen del problema son las manchas de tu interior, las heridas profundas del alma,  que cada niño carga, debido a los hogares disfuncionales y la solución no es tan compleja, simple y sencillamente, hay que trabajar en las conductas tóxicas y en esa enfermedad perra maldita enfermedad perversa del alma, que la traemos vigente y viva en el interior de cada uno de nosotros, por desgracia, la estafeta emocional, habremos de heredarla, primero genéticamente y después, por contagio. La pregunta sería, a quién te pareces emocionalmente, a tu papá, a tu mamá, a tus hermanas y que tienes de tu pareja, qué emociones de tu pareja te dominan, eres igual, la invitación que te hago es que te capacites emocionalmente y leas profundamente sobre heridas del alma,  codependencia y los 7 pecados capitales que analices, emocionalmente, cual es la herencia que tú y tu pareja trasmitieron a tus hijos.

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