DE ADICTO A ADICTO

Borracho seco

Por Ernesto Salayandía García

Mal y de malas

Hace 23 años y medio, termine un proceso de rehabilitación de tres meses, en un anexo de la ciudad  de Chihuahua, en ese tiempo, presente mi libro, Radio Causa y Cause, herramientas y técnicas, que es un manual para que el joven estudiante aprenda todo sobre radiodifusión, lo presente en la CDMX y di conferencia en y gran número de universidades del Valle de México, tengo la satisfacción, de que mi obra fue escrita en el sistema Braille, recibí infinidad  de reconocimientos, me refugie en un grupo de Alcohólicos Anónimos ubicado en el Templo de San Austin, Polanco, delegación, Miguel Hidalgo, donde ya había militado añas atrás cuando salí de Oceánica, Mazatlán México, iniciamos a las 7 de la mañana, Erik, el Gordo, me nombro cafetero en jefe y llegaba yo a lavar tazas, baños y a recoger el salón a las 6 de la mañana, además de preparar el café y té para los compañeros, todos los días usaba la tribuna, promedio unos siete minutos. Y los días, semanas y meses, se fueron como agua, después de militar todos los días, yo me sentía huecote, vacío, insatisfecho, andaba todo mal tiempo que no me calentaba ni el sol, no me hallaba, por supuesto, neurótico, inestable, irritable, infantil, intocable, mi mujer, con quien pelaba mañana tarde y noche, me decía muy enojaba. - Mejor vete a drogar, estabas mejor ante que ahora en esta supuesta recuperación.

Ganas de consumir

Deprimido la mayor parte del tiempo, sin ganas de nada, secuestrado por mis pensamiento soco ticos, patológicos, obsesivos, viviendo en el pasado, en lo que hubiera sido y no fue, en ese mar de conmiseración, lleno de angustias y miedos, Jesús, uno de mis padrinos, me dijo.- Son ganas de consumir.-  Yo me la pasaba en juntas, pegado a la literatura y los servicios, pero no sentía, ningún cambio, el síndrome de la borrachera seca, me tenía atrapado, víctima del insomnio, neurótico, distante, aislado de mi mujer, mi familia y del mismo grupo, me fumaba un cigarro cada diez minutos, mi nivel de ansiedad era muy alto, fumaba cerca de tres cajetillas al día, yo desconocía esa crueldad ese mi enfermedad, era ignorante ante la adversidad, pensé, que bastaba con haber tapado la botella, dejar de consumir e ir con los Alcohólicos, creí, que se trataba de algo más simple, sin mayor problema, pero mis síntomas emocionales me hacían trizas, yo mismo no soportaba mis nefastas actitudes y menos aceptaba la magnitud de mi enfermedad.- Yo no estoy tan enfermo.

Crisis creces

En mi búsqueda, encontré un grupo de 24 horas de Alcohólicos Anónimos, en Barranca del Muerto y Periférico, hice grandes amigos y ahí comencé a escribir mi libro La Saliva del Diablo, produciendo testimonios con mis compañeros, toque las puertas de la Revista Plenitud y me publicaron varios artículos, hice servicios en la fraternidad nacional de Alcohólicos Anónimos, visitaba hospitales dando el mensaje a pacientes hospitalizados por accidentes a consecuencias del alcohol, da servicios a grupos de  Familias Anónimas, hacia infinidad de cosas, pero por desgracia, todo seguía igual o peor, me sentía solo, frustrado, resentido amargado, peor, que antes y me fui a militar a varios grupos, me apadrinaba, y nada de nada, igual de huecote, en aquella época, la revista Gratitud de los  Alcohólicos si Venezuela, como otras publicaciones en Cuba y Nueva York, me hicieron el favor de publicarme varios artículos, escribía, por semana, mi columna De adicto a ADICTO, la que en 23 años, no he dejado de escribir, aun así, todo seguía igual.

Me costaba trabajo, 

aceptarme como alcohólico

Recuerdo que en mis tribunas en Oceánica, ofrecía gran dificultad para reconocerme como alcohólico, Decía.- Soy Ernesto y hacia una gran pausa para agregar, soy alcohólico, luego, con el tiempo, al iniciar mi catarsis, decía... Ernesto, alcohólico y adicto, ahora lo acepto y así me presento, soy  Ernesto, enfermo emocional, alcohólico  y adicto en recuperación, por supuesto, que soy, neurótico, celoso compulsivo, egocéntrico, hipersensible y todo un estuche de monederías, no me he dado de alta, trabajo en mi recuperación, como desde el primer día que salí del anexo, hago lo que puede por crecer espiritualmente, por vivir en plenitud y disfrutar de la armonía, sé que no estoy zafo, me cuido y  trabajo en mí, tengo mucho que agradecer a la onda grupera, a los grupos de autoayuda, ahí todos regalan, todos le aportan a mi recuperación, los de buena y los de mala fe, a mí me ayuda mucho, es mi mejor terapia, es escribir y compartir mi diario vivir, anoche, por ejemplo, fue a dar mi testimonio de vida, de cómo he vivido mi borrachera seca y compartir, como le he hecho, como le hago para vencer a los fantasmas de la mente y las telarañas emocionales, sigo patinando por mi hipersensibilidad, me duele mucho el rechazo y las groserías de las personas, trabajo en ello y salgo adelante. Me enfrento a una enfermedad compleja, no es un resfriado, es cruel,   perra, brava, progresiva, contagiosa, es peor que un  cáncer mortal, mi enfermedad, es física emocional, mental y espiritual, Cuídate del síndrome de la borrachera seca, es muy peligroso.-

Síntomas de la borrachera seca

Primer síntoma: inmadurez e infantilismo, estancamiento del crecimiento emocional y persistencia de las dependencias. Una de las características principales del perfil psicológico de los alcohólicos es la inmadurez emocional. En la psicobiografía de la mayor parte de los adictos al alcohol encontramos antecedentes de rechazo afectivo, sobreprotección o responsabilidad prematura. Estas vivencias infantiles determinan un retraso en el desarrollo de su personalidad que da lugar a que este tipo de personas sean inseguras, ansiosas, egocéntricas, con baja autoestima y una serie de complejos que impiden un óptimo desarrollo de su personalidad. Al llegar a la adolescencia, surge una serie de fenómenos como la aparición de los caracteres sexuales secundarios, la atracción por el sexo opuesto, la necesidad de ser aceptado en su grupo de iguales, la búsqueda de una identidad propia y una mayor presión social para el cumplimiento de responsabilidades escolares, familiares y sociales.

No es un resfriado

Estos futuros alcohólicos, al enfrentar esta serie de presiones, generan una gran angustia que les produce un intenso malestar psicológico y al mismo tiempo mucha frustración al sentirse incompetentes para satisfacer esas necesidades. Pero es también en la época de la adolescencia cuando se tienen los primeros contactos con el alcohol. El inmaduro emocional, lleno de complejos y limitaciones en sus relaciones interpersonales, al experimentar con el alcohol, descubre una sustancia maravillosa que transforma su personalidad y lo convierte de tímido en audaz, de cobarde en valiente, de introvertido en extrovertido, de antipático en simpático y de lacónico en locuaz. Es así, como este inseguro angustiado encuentra en el alcohol una muleta emocional que le ayuda a sobre compensar sus limitaciones psicológicas. De esta forma se inicia una carrera que empieza por el uso, continúa con el hábito, sigue con el abuso y termina con la adicción al alcohol. El alcoholismo es una enfermedad que produce un desgaste físico y psicológico impresionante. La principal característica del desgaste psicológico del alcohólico es la parálisis de su desarrollo emocional. Es decir, un alcohólico activo no crece emocionalmente. Está psicológicamente atrofiado porque para enfrentar los diferentes conflictos de su vida o para evadirse de ellos, ha recurrido siempre a la muleta emocional del alcohol. Por lo tanto, en el alcohólico se presenta el fenómeno de llover sobre mojado ya que antes de empezar a beber ya presentaba serias limitaciones en el proceso de madurez de su personalidad, que eventualmente lo llevaron al desarrollo de su alcoholismo, que a su vez produjo un estancamiento en ese proceso de crecimiento emocional. Pero una vez que el alcohólico decide dejar de beber y alcanza la abstinencia, persiste aún la inmadurez emocional. La abstinencia por sí sola no provoca un crecimiento emocional, sino que, el alcohólico en recuperación una vez que ha alcanzado un tiempo razonable de abstinencia debe de empezar a trabajar en su crecimiento emocional.

La danza de los egos

Por eso decimos que el alcohólico que deja de beber, pero que no crece emocionalmente padece del Síndrome de la Borrachera Seca. Este primer síntoma de la borrachera seca constituye el núcleo central del síndrome. Los otros once síntomas son en cierta forma, consecuencia de una inmadurez emocional. Al inmaduro emocional le llamamos el niño rey porque su comportamiento es típico de un individuo terriblemente egocéntrico que exige todos los derechos del niño, pero que no cumple ninguna obligación del adulto. En otras palabras, cuando le conviene se comporta como niño y cuando le conviene se comporta como adulto autoritario.

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